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jueves, 15 de agosto de 2019

Derrota Carolingia en Orreaga

Los vascones que presentaron batalla al ejército de Carlomagno provenían de todas las provincias, incluyendo a los que habitaban las tierras dominadas por los Banu Qasi

Si bien el grueso de las fuerzas vascas estaba conformada por soldados de a pie sin entrenamiento, los Banu Qasi sí que contaban con habilidades militares propias de la época.

Por lo general, cuando se habla de la Batalla de Orreaga (Roncesvalles, Roncevaux) se habla de una emboscada que se decidió a rocazos en su primera parte y a hachazos en la culminación.

Pues bien, ahondando en los registros de la época Xabier Irujo arroja luz sobre datos muy interesantes. El primero de ellos, no solo la retaguardia fue atacada. El segundo, participaron guerreros que utilizaron jabalinas y que peleaban "diferente". ¿Habrán sido estos guerreros los Banu Qasi? ¿Será por eso que la Chanson de Roland habla de "sarracenos"?

Ahí se los dejamos de tarea.

Aquí el texto dado a conocer en Noticias de Navarra:


Xabier Irujo | miembro de la Universidad de Nevada

El autor de los annales mettenses priores registró que en 778 el rey de los francos organizó dos grandes ejércitos, compuestos por unos 20.000 hombres, y Einhard subrayó en la Vita Karoli Magni que Carlos atacó Hispania con el mayor aparto bélico de que pudo disponer (Hispaniam quam maximo poterat belli apparatu adgreditur). Los anales del reino de los francos registraron asimismo que el rey en persona dirigió la legión principal hacia Pamplona al mando de las tropas de Neustria y que penetró en la Península por el oeste, a través del puerto de Zize. Una segunda legión compuesta por tropas de Austrasia, Burgundia, Bavaria, Lombardía, Provenza y Septimania atravesó el Pirineo por oriente, y siendo recibida en Girona y Barcelona, se encontró con el ejército del rey en Zaragoza, después de haber atravesado 2.000 kms.

El rey Carlos recibió la bendición del papa Adriano I en mayo de 778, cuando la expedición ya se hallaba en marcha, y llevó consigo a su mujer para que diera a luz a su hijo Ludovico Pío en suelo vascón, a fin de legitimar años después su coronación como príncipe de Aquitania vestido al modo de los vascones, esto es, con un traje corto, sueltas las mangas de la camisa, calzones anchos, cosidas las espuelas al calzado y llevando las azconas en las manos.

La familia celebró la pascua el 14 de abril de 778 en la localidad de Casiloginum y, tal como relató el poeta sajón, siguiendo la vía Lemovicensis y “tras superar las primeras cimas de los Pirineos”, el ejército Carolingio llegó a Pamplona a mediados de junio, antes de la recogida del cereal de los campos de alrededor de la ciudad. Y tomó la ciudad “por las armas”.

Cuando ambas legiones se encontraron ante las puertas de Zaragoza, el gobernador Hussain ibn Yahya al-Ansari decidió no abrir sus puertas al rey franco, incumpliendo así lo que había sido estipulado un año antes en la dieta de Paderborn. Habiendo fracasado el plan de crear la marca hispánica, Carlos decidió retroceder a través de Pamplona, y en su retirada ordenó destruir las murallas de la ciudad de los vascones, “a fin de que no se declarasen en rebeldía”.

Hacia el 11 de agosto, domingo, saldrían las dos legiones de Pamplona llevando consigo unos 800 carros arrastrados por 1.600 bestias de carga y, tras cuatro días de dura marcha, la larga columna de más de diez kilómetros de largo habría acampado el miércoles 14 de agosto en la llanada de Errozabal. Al día siguiente, el jueves 15 de agosto, el ejército franco se dirigió hacia Donibane Garazi. El poeta sajón especifica que los vascones trabaron combate “una vez más”, esto es, francos y vascones ya habían combatido a lo largo del camino entre Pamplona y Errozabal.

Los vascones dejaron pasar a la vanguardia del ejército a través del collado de Ibañeta, atacando inmediatamente después, sobre el cuerpo central, cuando la retaguardia ascendía hacia el collado de Ibañeta a través del barranco de Otezilo, el cuerpo central descendía a través del puerto de Zize y la vanguardia se acercaba a Gainekoleta.

El poeta sajón explica que el primer ataque se produjo desde la altura de las colinas que flanqueaban la vereda, desde donde los vascones cubrieron a los francos con sus jabalinas. Einhard describe que posteriormente los vascones sorprendieron a los carolingios atacando desde arriba (desuper incursantes), echándose literalmente sobre la columna del ejército y, por tanto, entablando un combate cuerpo a cuerpo en el cual gozaban de la ventaja que les otorgaba su vestimenta y armamento ligero (levitas armorum). El poeta sajón narra que “desconcertados por el súbito tumulto, cundió el pánico en el ejército” y los Annales qui dicuntur Einhardi señalan asimismo que los vascones “sembraron un gran desorden en todo el ejército” (totum exercitum magno tumultu perturbant) ya que el ataque se centró sobre la parte trasera de la caravana de provisiones y la guardia que cubría su marcha, afectando gravemente al conjunto del ejército carolingio. Las fuentes registran asimismo que “la desigualdad del terreno” (iniquitate locorum) y “la diferencia en el modo de combatir” (genere inparis pugnae) causaron la inferioridad de los francos “en esta batalla campal” (in hoc certamine).

Las fuentes registran que los vascones arrojados a los francos hacia el fondo del valle, aniquilándolos hasta el último hombre. Y consignan que, “entre muchos otros”, murieron Agiardo o Einhard (Aggiardus o Eggihardus), mayordomo de palacio, Anselmo (Anshelmus), palatino de la corte y Roland, prefecto o marqués de la marca de Bretaña (Hruodlandus Brittannici limitis praefectus). El Astronomus Limusinus indicó asimismo que los vascones, “victoriosos, causaron muchos muertos”, cuyos nombres omitió nombrar porque según él eran de sobra conocidos por todos sus contemporáneos (vulgata sunt).

El rey Carlos huyó precipitadamente del campo de batalla, abandonando a sus hombres y dejando a los muertos detrás. A una media de 27 kilómetros por día, alcanzó el palacio de Herstal en octubre de dicho año. Teniendo en cuenta que la media de avance de su ejército entre el 14 de abril y el 15 de agosto había sido de escasos ocho kilómetros al día, esta precipitada marcha sólo se pudo realizar escapando con un pequeño destacamento, y a galope. Máxime si tenemos en cuenta que el rey realizó al menos dos paradas en dicho trayecto.

Carlomagno nunca volvió a pisar Vasconia.






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