Al recorrer Euskal Herria de norte a sur y de este a oeste, uno pronto aprende a percibir la ubicuidad de los frontones que salpican su geografía.
De esto nos habla este reportaje publicado por Noticias de Navarra:
Iñaki Uriarte | ArquitectoCon motivo de la celebración en Iruñea, ayer y hoy, de las jornadas La pelota y sus espacios culturales, los frontones, organizadas por el Ayuntamiento de Pamplona, Gobierno de Navarra y Federación de Pelota, parece oportuno hacer una reflexión, algo precipitada, dada el muy reciente conocimiento del acto, sobre el frontón en alguno de sus múltiples aspectos.En la recopilación de frontones históricos abiertos de plaza en los siete territorios de Euskal Herria surgen tipologías muy diversas en función de su emplazamiento espacial y configuración arquitectónica.El frontón propia genéricamente como construcción es un frente, una sencilla construcción que no siendo habitable, solamente una pared de sillería de piedra, inicialmente de pequeño tamaño y de proporciones próximas al cuadrado, frente a un terreno vacío, genera un espacio de uso lúdico social. A lo largo del tiempo modificado en tamaño, forma y textura, se integra y monumentaliza el lugar con un importante significado cultural como referencia identitaria del pueblo vasco.El lugar para el juego vasco de pelota, en sus diversas modalidades como singular actividad deportiva popular, requirió un amplio espacio predominantemente alargado normalmente con su pared en un extremo y consecuentemente generó una forma urbana que resultará trascendental en la configuración de numerosos pueblos. Afortunadamente, junto con la genuina diversidad e irregularidad de sus tradicionales frentes arquitectónicos laterales más representativos y de notable calidad como el ayuntamiento y la iglesia permanecen en la actualidad constituyendo su plaza y en ocasiones la única.Es esta singularidad quizá la más importante aportación de la etnografía y el deporte vasco a la historia del urbanismo mundial, como también por su peculiar forma lo fueron los estadios romanos (Stadium Domiciano precedente de Piazza Navonna en Roma) o la Piazza dell’Anfiteatro de Lucca en Toscana.Otra tipología muy frecuente espacialmente más reducida la constituye el frontis adosado a algún edificio, otra peculiar con la pared exenta delante de una vivienda, asimismo existen configuraciones singulares con el frontis rodeado por ambos lados por otras edificaciones en ocasiones la iglesia o el muro del cementerio creando un espacio unitario, concreto y limitado, o con pared izquierda más frecuente en Hegoalde. También se encuentran en emplazamientos con la carretera en un lado y edificaciones en el opuesto.En ambientes rurales como un elemento relativamente aislado, un frontis solitario junto a un entorno indefinido con un fondo remoto de la naturaleza circundante a modo de sugerente hito panorámico en el territorio de enorme calidad paisajística.AntropologíaConsiderando el juego de pelota en sus diversas modalidades como una expresión muy singular en su aspecto lúdico deportivo del modo de ser del pueblo vasco, esta peculiaridad de esparcimiento con una pelota, testimoniada por el frontón, está muy arraigada en muchísimos lugares de Euskal Herria por pequeños que sean pero se manifiesta todavía en la actualidad especialmente en Iparralde y también en Nafarroa donde se encuentran centenares de frontones e incluso actualmente se construyen en nuevos ámbitos urbanos.En la gran mayoría de los pueblos la existencia y permanencia de la plaza frontón, plaza libre o Plaza del Rebote, o Jeu de Paume denominaciones que se mantienen en la actualidad incluso en calles y espacios que anteriormente fueron lugares de juego es un testimonio del arraigo del juego de pelota.Además de los partidos que se disputan son de gran interés urbanístico y social ya que en su ámbito acontecen los aspectos más notables de la vida cotidiana del lugar. Desde antaño concurren los improvisados juegos de las criaturas con sus bicicletas y patines, celebraciones festivas, kantaldiak, bailes, procesiones, ferias, agrícolas y de ganado, brocantes y otras manifestaciones.En ocasiones un entorno de bares y restaurantes permite desde la contemplación del juego hasta el control de la estancia de la infancia, especialmente desde que los ayuntamientos se concienciaran en la importancia del espacio con la prohibición de utilizarlos como aparcamiento balizándolos debidamente, aunque a veces parcialmente, con lo que se altera la percepción total del espacio primigenio.El frontón es la escuela pública de la pelota, “la fiesta principal de los vascongados” según relataba el erudito político y viajero Wilhem von Humboldt (1767-1835), un imprescindible rito popular consustancial a la idiosincrasia de Euskal Herria.IdentidadAl frontón abierto de plaza se le puede aplicar el pensamiento de 1969 del filósofo alemán Martin Heidegger (1889-1976) en su obra Die Kunst und der Raum (El Arte y el Espacio): “Las cosas no sólo pertenecen al lugar, son el lugar”. Entendiendo que lugar, en un sentido antropológico, urbano, es un espacio de confluencia de historia, identidad y simbología.Esta presencia del frontón en un espacio público tiene variadas consideraciones que merecen ser destacadas. Su sencilla construcción, una mínima arquitectura convertida en escultura insertada en contextos diversos que por su reiteración y coherente integración en tantos pueblos adquiere un carácter representativo, tanto en su sentido de creación de un lugar social como espacio comunitario y obviamente muestra la sensibilidad de haberlos mantenido con gran relevancia.Debe resaltarse que en Iparralde en ningún caso se han cubierto, ya existen otros recintos con carácter de arquitectura deportiva provistos de más dotaciones, ni pintado del repetitivo y absurdo color verde en lugares en los que jamas se transmitirá ningún partido. Cualidades propias del sentido y significado del patrimonio en la cultura de Francia en la que administrativamente se inserta Ipar Euskal Herria.El frontón se perpetúa como un elemento que por su singularidad y belleza convierten estos lugares en algo más que un paisaje ambiental tradicional, en una inequívoca y monumental referencia antropológica con su simbólico significado identitario como un patrimonio cultural propio de la cultura vasca frente al mundo.
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