Cuando una persona heteronormada se arroga la lucha feminista es capaz de erigirse en campeón de prácticas que el feminismo de hecho reprueba.
Para muestra, este botón por cortesía de Cubainformación:
José Manzaneda | Coordinador de Cubainformación“Ambos mandatarios (los presidentes Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel) recibieron los honores correspondientes y posteriormente saludaron a sus respectivas delegaciones, que por primera vez tienen en su composición a las primeras damas de Venezuela, Cilia Flores, y de Cuba, Lis Cuesta”.Este breve comentario de Anisley Torres, periodista de la Televisión Cubana, que asignó a Lis Cuesta, esposa del actual presidente de Cuba, el calificativo de “primera dama”, generaba un notable ruido en los medios internacionales: “Lis Cuesta rescata el papel de primera dama en Cuba después de 60 años”, leíamos en uno de tantos titulares.En 2003, Fidel Castro hablaba sobre este asunto al director Oliver Stone, en su documental “Comandante”: “políticamente, como revolucionario, rechazo la idea de mezclar la familia en la política. Esa historia de primeras damas me parece muy ridícula”.La oposición a mezclar familia y política es la razón, por tanto, de que la dirección de la Revolución cubana, y también los medios públicos de la Isla, rechacen la existencia de la figura de la “primera dama”. Un calificativo, además, de connotaciones claramente machistas.Pero ciertos medios internacionales nos narraban justo lo contrario. El diario español ABC, por ejemplo, acusaba a La Habana de haber querido “arrinconar” durante años “la figura de la mujer”. Ahora, al “permitir que (la) esposa (del presidente) ejerza como primera dama”, se estaría devolviendo “a la mujer su papel público”. Un alegato en contra de la supuesta “invisibilización” femenina en Cuba o del “machismo de Castro”, que acababa de un modo sui generis: reivindicando el retorno a la Isla de los concursos de belleza: “el castrismo”, además –leemos-, “menospreció el protagonismo femenino en concursos de belleza, como Miss Universo, o la elección de reinas en los carnavales”.En posteriores apariciones públicas de Miguel Díaz-Canel y Lis Cuesta, no se ha vuelto a escuchar ni leer en Cuba la expresión “primera dama”, lo que parece demostrar que aquel comentario fue una contradicción a la línea editorial de los medios públicos cubanos. Y que se ha tomado como lo que fue: un mero error periodístico. Hoy, de hecho, la reportera continúa realizando trabajos sobre política internacional en el Noticiero de la Televisión cubana.Una nueva decepción para ciertos medios internacionales que, ahora, vuelven a la carga contra los medios cubanos, que estarían “nerviosos” o “desconcertados”, porque “no saben qué hacer con la esposa de Miguel Díaz-Canel”, “alguien –nos aseguran- que ya no merece ser identificado” en la prensa de la Isla.Mientras, algunos siguen reivindicando el empoderamiento de las mujeres cubanas a través de “elección de reinas” y “concursos de belleza”.
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