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sábado, 24 de junio de 2017

Los Espías Vascos de Churchill

Este reportaje de El Diario nos deja con un sabor agridulce.

Por un lado, resulta positivo que la investigación histórica revele una mayor cantidad de datos acerca de la contribución de los vascos al esfuerzo bélico por parte de los Aliados en contra de las fuerzas del Eje puesto que ello hace resaltar aún más la magnitud de la traición por parte de Inglaterra, Estados Unidos y el Estado Francés hacia el pueblo vasco al permitir que Francisco Franco, alineado con Hitler y Mussolini, permaneciera en el poder en el estado español. Y no estamos hablando únicamente acerca de los sucedido en la posguerra, sino también en el manejo que acerca del conflicto vasco se ha dado en los medios de comunicación de esos país ya en décadas recientes.

Por el otro, resulta insultante que se haya trabajado a las órdenes de Churchill, genocida y fascista inglés de la misma hechura que Franco, Hitler y Mussolini.

Aquí la información:


El dirigente del PNV trabajó para la agencia de inteligencia montada por Churchill (SOE), según documentos desclasificados por el Reino Unido

Iker Rioja Andueza

La biografía oficial de Jesús María de Leizaola (San Sebastián, 1896-1989) revela que este dirigente histórico del PNV fue diputado en las Cortes Generales la II República, consejero de Justicia y Cultura (y portavoz) del primer Gobierno de Euzkadi durante la Guerra Civil y, sobre todo, lehendakari en el exilio a la muerte de José Antonio Aguirre. Ya en democracia y de vuelta a suelo vasco, fue parlamentario autonómico y tuvo el honor de haber pronunciado las primeras palabras que constan en el diario de sesiones de la Cámara vasca (“Buenos días nos dé Dios […]. Los vascos de hoy hemos sobrevivido a una guerra dura y terrible”). Una reciente investigación historiográfica, sin embargo, revela que también fue el agente vasco más reconocido al servicio del espionaje británico durante la II Guerra Mundial, en la que la Inteligencia vasca conformada por Aguirre tuvo un papel muy relevante en el concierto internacional merced a sus acuerdos con Estados Unidos y con otras potencias aliadas a pesar de ser una organización sin territorio y sin apenas recursos económicos. 

El archivo HS9/910/6 de "Leisaola"

La desclasificación de documentos históricos secretos está lejos de ser una realidad en España (precisamente el PNV es el que más ha insistido en el Congreso), pero en países como Estados Unidos o el Reino Unido la información publicada es muy abundante y abarca períodos tan sensibles como la II Guerra Mundial. Si en los archivos de la CIA consta la estrecha colaboración del espionaje estadounidense (entonces OSS) con el denominado Servicio Vasco de Información (SVI) y con el propio Aguirre, el entendimiento con el Reino Unido no fue menor. El Gobierno británico ha revelado la lista completa de espías al servicio de una agencia llamada SOE (Secret Operations Executive), un equipo de inteligencia creado por Winston Churchill en 1940, en pleno conflicto bélico, y que perseguía captar información en Alemania y en los países ocupados para luego llevar a cabo operaciones encubiertas de sabotaje y resistencia. Y entre la larga relación de agentes del SOE, en los que se cuentan varios vascos y varias decenas más de españoles opositores al franquismo, sobresale el nombre de Jesús María de Leizaola, citado como “Leisaola” en el archivo HS9/910/6, desclasificado en marzo de este año e incorporado a la reciente investigación de los expertos Pedro J. Oiarzabal y Guillermo Tabernilla sobre vascos en la II Guerra Mundial, editada en formato de revista por la asociación Sancho de Beurko.

Estos historiadores sostienen que “la historiografía española ha infravalorado claramente” el papel del espionaje vasco diseñado y dirigido por Aguirre (desde América) y Leizaola (desde Europa) durante el exilio que siguió a la caída del frente del Norte en 1937 y al escenario de guerra global en Europa. En su reciente trabajo, que aborda muchos aspectos del Servicio Vasco de Información con documentos originales inéditos en su mayoría, Oiarzabal y Tabernilla desglosan operaciones detalladas de agentes vascos, incluyendo la privilegiada relación de Leizaola con el SOE.

El SOE fue creado en 1940 por el propio primer ministro Churchill como un servicio de espionaje más moderno y operativo para lograr infiltraciones en Alemania y en los países ocupados y a partir de ahí llevar a cabo operaciones especiales de sabotaje en favor de los aliados. En esas fechas, Estados Unidos también puso en marcha el embrión de la actual CIA, una agencia conocida como OSS (Office of Strategic Services). El SOE tenía su cuartel general en la conocida Baker Street de Londres y controlaba varias secciones de espionaje, propaganda y operaciones que se distribuían en varios territorios.

Leizaola operaba desde Francia, en donde era el máximo responsable del Gobierno de Euzkadi en el exilio con Aguirre en la clandestinidad. Según los datos de Oiarzabal y Tabernilla, la colaboración del dirigente del PNV con el Reino Unido se inició en 1942, cuando Francia y la Francia ocupada era un objetivo prioritario. Ese mismo año, Aguirre reapareció y consiguió instalarse en Estados Unidos, con cuyos servicios de Inteligencia acordó un trabajo compartido que se mantuvo varios años en el tiempo y que incluyó servicios en América y en Europa e incluso algunas operaciones en el Norte de África. Los expertos defienden que Leizaola realizaba “tareas clave de coordinación del SVI con el SOE” y que “distribuía los fondos económicos que desde Estados Unidos Aguirre le hacía llegar para la subsistencia de los miembros de la organización”. “El SOE facilitaba tantos los contactos entre Aguirre y Leizaola como el acceso a dichos fondos”, remarcan.
Otros vascos en el "Ejército secreto" de Churchill

Otros agentes vascos del SOE (conocido en la época como “Ejército secreto de Churchill” o como “The Racket” pero nunca por sus siglas reales) fueron Jacinto Marín Echeverre (un viajante), Federico Gallastegui Gutiérrez (ferroviario), Benito González Eizaguirre (contrabandista), Juan Solabarrieta y Bengoechea (capitán mercante) y, sobre todo, Juan Bandrés Jauregui. Éste último, exiliado en Francia y que se hacía llamar ‘Punch’, saboteó la base de submarinos italianos en Burdeos y posteriormente se refugió en Gibraltar con apoyo del SOE.

La llamada sección H del SOE también operó dentro de suelo español, incluyendo el protectorado de Marruecos, aunque según Oiarzabal y Tabernilla el embajador británico, Samuel Hoare, se oponía a este tipo de operaciones “subversivas” secretas y apostaba más por las vías diplomáticas. En todo caso, el SOE (“en colaboración presumiblemente con agentes de la OSS”) destapó en mayo de 1944 en Behobia, junto a la frontera hispanofrancesa, “uno de los mayores alijos de wolframio (40 toneladas)” que España, aparentemente neutral en el conflicto, suministraba a Alemania para su industria armamentística.

En la II Guerra Mundial, el País Vasco era un nido de espías. Si los aliados tenían una actividad muy intensa con apoyo del SVI y la oposición republicana, la España franquista posibilitó una fuerte penetración de la Alemania nazi. La Abwehr, por ejemplo, ‘regaló’ a la DGS franquista la cabeza de una treintena de agentes al servicio del Reino Unido aunque en su mayoría eran de nacionalidad española. Eso ocurrió en febrero de 1943 y Oirzabal y Tabernilla inciden en que en octubre de ese año España dio otro golpe al espionaje británico, a la denominada ‘Red San Miguel’, creada en Bilbao y que entonces tenía sede en León.






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