Un blog desde la diáspora y para la diáspora

viernes, 23 de junio de 2017

Álvaro Uribe y Arnaldo Otegi

A menudo, la diáspora vasca etnicista cae en el error de querer hacer suyos únicamente a los descendientes de vascos que han hecho algo positivo y los nombres sobran: Ignacio Allende, Simón Bolivar, Juana Azurduy... más un largo etcétera que por lo general incluye a vascos y sus descendientes que "hicieron las Américas"... o sea, que forjaron cuantiosas fortunas.

A los etnicistas claro está se les atoran personajes como Doroteo Arango, Rafael Eguía Lis o Ernesto Che Guevara pues sus contribuciones fueron, por decirlo de alguna forma, revolucionarias.

Pero lo que los etnicistas quisieran que no se supiera es la cantidad de gente poco agradable que ha dado la simiente vasca en América, desde Augusto Pinochet, pasando por Eva Duarte, Luis Echeverría, Juan María Bordaberry, Miguel Osvaldo Etchecolatz... o Álvaro Uribe.

Este último es de lo peorsito que ha dado la diáspora en las últimas décadas pero, curiosa y paradójicamente, nos acaba de hace un involuntario favor.

Lean ustedes lo que nos reportan desde Gara:


La presidencia de Álvaro Uribe en Colombia (2002-2010) dejó un balance nefasto en cuanto a vulneraciones de derechos humanos. A la manera bronca de hacer política y al aumento de la desigualdad –pese al crecimiento económico de la época– se sumó el imperio del «todo vale» en la guerra contra las guerrillas. Algo que se tradujo, entre otras consecuencias, en un gran aumento de los desplazamientos forzosos, en el abandono de las víctimas de la violencia estatal y paramilitar, y en algunos de los más indignos episodios de violencia, como son los falsos positivos –asesinato de civiles que luego se hacían pasar por guerrilleros muertos en combate–.

En la actualidad, Uribe es el principal adalid de la oposición a los procesos de paz en Colombia. Ayer estuvo en Madrid y arremetió contra la actitud del Gobierno español, de quien resaltó las diferencias entre su actitud hacia el conflicto vasco y «lo que han expresado sobre el tema colombiano». Citó expresamente el caso de Otegi, inhabilitado para sufragio pasivo pese a haber salido de la cárcel.

Aunque con intenciones directamente opuestas, Uribe destacó una evidencia denunciada en numerosas ocasiones desde estas páginas: el apoyo político y económico del Gobierno español a los esfuerzos por alcanzar la paz en Colombia se sitúan en las antípodas de la actitud del mismo ejecutivo respecto a la paz en Euskal Herria, donde su esfuerzo se concentra en tratar de boicotear cualquier avance hacia una la resolución del conflicto y de todas sus consecuencias. Uribe querría que España asumiese en Colombia la misma posición cerril que mantiene en Euskal Herria, pero lo cierto es que la incongruencia hay que entenderla en sentido contrario: sin el corsé que ejercen los postulados bélicos y la cantidad de intereses creados durante décadas en el conflicto vasco, también en España puede imperar el sentido común que sugiere que la paz es algo que merece la pena. Así ha ocurrido en Colombia y así debería ocurrir de una vez por todas en Euskal Herria.






°

No hay comentarios.:

Publicar un comentario