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sábado, 3 de junio de 2017

Egaña | De Villanos e Infames

Hoy 3 de junio es una fecha difícil de olvidar para el pueblo vasco en lucha.

En Facebook se distribuye este texto al respecto:

Recordando a Gladys del Estal, asesinada en Tudela el 3 de Junio de 1979.

Gladys del Estal murió a consecuencia del disparo del guardia civil José Martínez Salas el 3 de junio de 1979. Gladys participaba en una concentración popular organizada en Tudela para protestar contra el Plan Energético Nacional y solicitar la paralización de la central nuclear de Lemóniz. Se trataba de un acto pacífico y autorizado, pero los antidisturbios cargaron violentamente y cuando un grupo realizó una sentada la salida del puente que cruza el río Ebro, intervino la Guardia Civil. Un agente se acercó a Gladys. Según los testigos, le dirigió un comentario obsceno y la joven respondió con un insulto, recibiendo a cambio un brutal golpe en los riñones con la culata de un subfusil. Cayó al suelo y mientras intentaba levantarse, el agente le disparó un tiro en la nuca que salió por la nariz. A pesar de la trayectoria de la bala, la Audiencia de Pamplona estimó que había sido un caso de imprudencia temeraria e impuso la pena mínima: dieciocho meses de prisión menor. José Martínez Salas ni siquiera ingresó en prisión y en 1992 fue condecorado con la Cruz del Mérito Militar por el gobierno de Felipe González. Gladys sólo tenía 23 años. Es una de esas víctimas que casi nadie quiere recordar.


Así pues, les compartimos este texto de Iñaki Egaña que él mismo ha dado a conocer en su cuenta ahí mismo, en Facebook:


Iñaki Egaña

"The iron horse", el caballo de hierro, fue una película muda de John Ford que fue traducida al castellano con el título de "Tres hombres malos". En francés mantuvo la literalidad, "Le cheval de fer". La historia es una más del Oeste, con una crónica de amor y otra épica. Por medio, quizás por ello el cambio en la traducción, sobornos, terratenientes, comisiones e incluso asesinatos. Propietarios sin escrúpulos. Hace pocos años, se proyectó una última versión de los empresarios caníbales, "Promise land" (Tierra prometida), en la que Matt Damon ejerce de protagonista, trabajando para una poderosa empresa energética. El fracking de por medio. Y de miedo. La realidad, sin embargo, supera a la ficción. A ella me dirijo.

Con sus 165 metros de altura, la torre Iberdrola "ilumina Bilbao" tal y como tituló El Correo cuando el hoy emérito Juan Carlos I y su consorte oficial Sofía de Grecia y Dinamarca la inauguraron hace ya cinco años. El edificio más alto de Euskal Herria recibió de nuevo la visita borbónica hace unas semanas (Felipe VI), con motivo de una exposición dedicada a la "contribución" de la monarquía española a la historia de EEUU. Y, nuevamente, la sede de la compañía energética en Bilbao, volvió a acoger, solo unos días después de la apertura regia, un nuevo cumplido, esta vez de la Guardia Civil. Apuntan a una manipulación de precios.

En 2007, diez activistas de Greenpeace realizaron un escrache contra le central térmica de Pasaia, gestionada por Iberdrola, que venía de ser multada por la Comisión Nacional de la Competencia con 38,7 millones de euros por abuso de posición dominante. La central de Pasaia funcionaba irregularmente desde 1964 y quemaba toneladas de carbón para su actividad, mientras que Iberdrola decía que era una empresa respetuosa con el medio ambiente y gestor de las llamadas energías limpias. Los activistas quisieron denunciar su hipocresía supina.

Unos meses más tarde, Iberdrola, que en ese primer trimestre de 2008 anunciaba que ganaba 1.204 millones de euros y, con un espíritu vengativo fuera de toda lógica, se presentó como acusación privada contra los activistas de Greenpeace a los que pidió prisión, multas e indemnizaciones. El juicio se celebró en 2010, en plena crisis financiera, y en un ejercicio en el que Iberdrola ganó 2.800 millones de euros. De los que una parte descendían a su director general Ignacio Sánchez Galán que, dicen, se embolsa hoy casi 50.000 de euros al día, a través de sus emolumentos. Por cierto, un señor que en 2011 fue galardonado por el Gobierno Vasco del “socialista” Patxi López con el título de “Lagun Onari”. Como si no hubiera candidatos más humildes para un lehendakari de “progreso”. En ese mismo año, el Ayuntamiento de Bilbao obsequió a la empresa azote de los ecologistas con el título de "bilbaino ilustre".

Tres años después, el presidente de Iberdrola amenazaba con "huir de España" debido a la, desde su punto de vista, excesiva presión fiscal. Según el Informe Oxfam de 2014, un total de 69 filiales de Iberdrola gozaban de su ubicación tributaria en paraísos fiscales. ¿Abandonar España? Ya lo había hecho tanto en fiscalidad como en inversión. Entre 2008 y 2009, Iberdrola declaró unos beneficios de 5.684 millones de euros. Por esos destacados y públicos beneficios, la empresa energética aportó cero (0) euros, en el impuesto de sociedades, a las arcas de la Diputación Foral de Bizkaia que entonces presidía José Luis Bilbao. Alegó que ya los había imputado fiscalmente en algún otro país del mundo mundial. Recordarán a Bilbao que tiró la piedra y escondió la mano, citando a empresas vizcainas en paraísos fiscales, que pagaban sus impuestos con fajos de billetes como forma de blanqueo. ¿A quién se refería? Un Bilbao, gracias memoria, al que el PNV recolocó en el Tribunal de Cuentas. Un insulto a la inteligencia, que diría Miguel Unamuno, cuando los trabajadores de una empresa pagan más que sus patronos. Así está construido el planeta.

Iberdrola gana, según sus balances de la última década, unos 3.000 millones de euros anuales. Sus directivos presumen de tener los estímulos monetarios más altos del negocio energético mundial ¿Se puede ser tan rico en una época en la que la desigualdad y la pobreza energética toca techo? En 2008, el Gobierno vasco señalaba que, en la comunidad autónoma, unas 88.000 personas pasaban frío en invierno, vivían en la llamada "pobreza energética". Gracias al apetito de los miles de millones de euros de Iberdrola, en 2014 los pobres energéticos habían aumentado en un 170%, hasta alcanzar los 238.000.

En 2009, la dirección de Iberdrola exigió una compensación de 672 millones de dólares al Gobierno de Guatemala por regular los precios de la luz. Sus beneficios habían sido enormes, no descomunales como deseaban. La denuncia llegó al tribunal del Banco Mundial encargado de dirimir estas cuestiones. Iberdrola perdió y pagó las costas del juicio, 5,3 millones de dólares. Recordatorio: el 59,3% de la población de Guatemala vive en la pobreza, incluida la energética, según estudios por cierto del Banco Mundial.

Como en Guatemala, Iberdrola es una multinacional (entre sus mayores accionistas están el Estado de Qatar, el Banco de Noruega, la estadounidense BlackRock y el vasco-andaluz Kutxabank) con actividades contrarias a la vida, a las comunidades y a la conservación de la especie humana. En las decenas de países donde monopoliza la energía, sus apuestas son el paradigma del capitalismo neoliberal más feroz. En España, sus sobornos son legendarios, destapados por la Agencia Tributaria.

En Brasil, Iberdrola entró de lleno con la privatización de la energía. Hoy se encuentra desalojando comunidades, destrozando selvas vírgenes, y cobrando por la energía un 25% más que su precio, por ejemplo, en Francia. En México, otro tanto. La privatización reciente del sector, le ofreció la "oportunidad" de entrar a saco.

Por rebuscado que parezca, Iberduero, la matriz de Iberdrola junto a Hidrola, ofrecía una lista extraordinaria de experiencias sectarias que había ido madurando en suelo vasco. Con lo más granado de la oligarquía financiera vascofranquista en su origen (Ibarra, Areitio, Careaga...), su adhesión fascista, como en el caso de empresas estratégicas alemanas en los tiempos de Hitler, le pusieron al frente del sector. Oligopolio, decidió una mañana que la energía en Hego Euskal Herria se trasformaría desde cuatro centrales nucleares que ubicó en Tudela, Deba, Ispaster y Lemoiz. Reculó con las primeras, tras las protestas populares, y se hizo fuerte en la última, Lemoiz.
La estrategia para llevar adelante su proyecto, con el apoyo de Westinghouse, fue como la de un elefante en una cacharrería. Tal y como sucede ahora en la defensa de sus proyectos en México o Brasil, la empresa echó mano de su condición de lobby (poder fáctico) para militarizar el escenario. La ecologista Gladys del Estal, muerta por la Guardia Civil hace ahora 38 años, es una de las víctimas del proyecto nuclear. Iberdrola lanzó órdago tras órdago. Y perdió la partida. No así la inversión, que recuperó a través de los impuestos que el Gobierno de Madrid imputó a todos los españoles para resarcir a la empresa energética, al contrario de lo que pasaría 30 años después en Guatemala.

No es extraño, en este contexto vanguardista de expolios continuados, que hace unos días la empresa Iberdrola obrara de avanzadilla contra el proyecto autogestionario de Errekaleor. Instigada por la consejería de Industria, con el apoyo de un dispositivo de policías embozados con una ikurriña en sus uniformes. Iberdrola, actuó de la misma manera que lo han hecho sus matrices en tiempos pasados, hoy en línea de su actividad en Brasil, México o Grecia. Con la arrogancia de quien posee los hilos de esa gran farsa que llaman democracia, de esa gran comedia en la que, como siempre, los ricos son cada vez más ricos y los pobres no tienen derecho siquiera al pataleo.







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