En una fecha tan emblemática para la identidad colectiva de Euskal Herria, les compartimos este texto publicado en Kaos en la Red:
7 de julio sanfermín,¡Gora Maravillas Lamberto!
Maité Campillo
A Pamplona hemos de ir,
con una media,
con una media,
a Pamplona hemos de ir
con una media y un calcetín
Uno de enero, dos de febrero… siete de Julio, en recuerdo de Germán y Gladys. Un tamboril anuncia los festejos. Podría encontrarme en la isla de Hierro, en los carnavales de Santiago de Cuba, o en Nicaragua, por qué no. Pero no, es otra punta del mundo donde he venido a aterrizar. Me encuentro en una nación tan peculiar como propia en costumbres, y dentro de ella, Nafarroa, rica en cultura e idioma ancestral, con una idiosincrasia enraizada y optimista, fuerza arrolladora y una disponibilidad hacia la vida y el mundo sin parangón entre juegos rurales, folclore, rituales prehistóricos y, sanferminak. De ahí la importancia y peso de su basta y apasionante cultura de rasgos propios específicos (que nada o muy poco tiene que ver con la tauromaquia) impregnados de orgullo y dignidad sobre valles y montañas que buscan el mar, el de sus hermanas. Iruña (o, Pamplona), es fuerza, arte y creatividad en colectividad, equilibrio y firmeza, seguridad extensible a su vegetación, cordillera donde planta timón y bandera, Irati, radar y guía; nos encontramos en Euskal Herria. Lo de uno. Lo que despierta vida por auténtico y te alimenta. La reacción ante las cosas. La mirada, su lenguaje y escritura. El ser en primer plano al no ser, que es negarse, lo que estrangula y globaliza vulgarizando lo auténtico, personal y de la comunidad a la que pertenece, obedece tu conducta y originalidad. La reacción ante las manos visibles e invisibles que esclavizan. La basura que tapa tu vida-historia-familia-identidad y destruye su salud social, su arte y lengua como expresión propia. Aportación que ensancha y ofrece dimensiones humanas de crecimiento, por eso la llamamos cultura.
Desde otro punto de Euskal Herria, sobre el paso a nivel de Lamiako en Bizkaia, hasta el antiguo lavadero en Ulía (Donosti) Mari (la dama del Amboto), se hace ver, observa los personajes de cada una de sus hermanas pasando por Gasteiz e Iparralde hasta llegar a sanferminak (o, sanfermines) en Iruña. Predispone los herrialdes a la danza con las Lamiadantzas en circulo, tras el toque de cuerno. Maiatza ta Sugaar, danzan con la cadeneta del pueblo (en cada recogida de personajes y Lamiak.) Creada desde uno hacia la comunidad, la cultura va arrollando barrios, valles y aldeas. Danza en cadena entrelazando brazos, cubriendo de esplendor y ejemplo sus herrialdes. No es la korrika. Es un ritual, de identidad sin moneda ‘nacional’. Esto es el pueblo, templando el acero, los hierros se fundieron ya. Desenfreno de expresiones, y el eco se irá apagando, para recibir otro que entrañó sus vidas. Los trabajadores de Laminaciones de Lesaka hicieron historia. Es la fuerza que emana enriquecida por el conjunto. Es la alegría que forma parte de los echos, el grito del txupinazo: Iruñarrak, Gora Fermindonoaren Jaiak!!
Leyenda e historia va marcando el camino de los ríos, mares y montañas. Piedra y camino. Canto que rueda y el roble curte el sonido como lluvia de lentejuelas. Sobre los ojos que se acomodan ante el desafío bajo el hacha del aiskolari (como una fiesta), domingo rojo en otros tiempos, prohibido, junto al irrintxi y su bandera. Basajaun y los zancos responden al txupinazo, nos encontramos en 7 de julio, Jaiak sanferminera. Inguma asusta con su látigo a la gente apartando a turistas “despistados” y más visitantes, entre ciegas cogorzas altaneras a dormirla con la danza ‘San Miguel’, tras la lluvia amarilla que no deja de caer. En otro punto se encuentra ensimismada, Sorgin, preparando pócimas en un caldero de cobre en el Callejón del gato, ambientando para la danza Sorgindantza, delante del ‘cementerio de las fábricas’ que un día formaron parte de Euskal Herria de punta a punta, de loma a loma, hoy ni rastro de producción de ellas queda. Tristes se hallan las barracas “políticas” hoy, sin el “tiro al facha” como juego-pasatiempo que todo no es beber; en otros tiempos no tan lejanos la concurrencia hacía largas colas para ello, y pagar se pagaban los dardos, como se pagan las fichas para jugar a la rana, o botxak, además de sokatirak, venta de materiales, asambleas, encuentros y pasacalles reivindicativos por donde la fiebre hervía, no por el alcohol, y no por que no se bebiera!!.
Como un desfile de primaveras brotan en sanfermines los personajes de las 7 herrialdes; incluido los barrios de miles de emigrantes de cuando llegaron sus padres y abuelos, puntos donde ya no hay fábricas, hoy adornados con muuuchas terrazas a la intemperie. Iruña refleja además de primaveras, otoños revoloteando inquietas hojas sueltas. La historia ciñe los cuerpos de navarricos eta navarricas en siglos de historia y vida. Semillas de gramíneas y aventura en fiesta anuncian paso a paso como bordando, entretejiendo, contorneando ritmo y rima. Es la dramaturgia sobre la vida. La palabra. Sus gestos, cantos y noches, protagonistas de escenas estelares que reflejan ríos como venas abiertas, y donde hay agua, una huerta. Son los Pirineos de Nafarroa el camino. Sus mujeres combativas contra el vendaval del despotismo feudal moliendo la rapiña sobre la silla; esa silla que surge del mismo simbolismo de la Sorgin. Tras el portón la libertad, aunque condicionada, la calle, la plaza, el fogón, la ventana; mirador que abarca el mundo y su civilización. Abrasa a veces la esperanza. Paso a paso, en un pis-pas, apunto con mi objetivo en la mirada, la noche avanza. Un cuerpo cae, su sangre quedó marcada en el pantalón de mi compañero, acabábamos de llegar de Orereta (Errentería.)
Prudentzia recorre el espacio con un farol, las estrellas no quieren salir. Va pregonando historias vividas, por megafonía, hasta el agotamiento total (harta de tanta siembra de botella y vaso vacío entre calles y parques), al terminar cae ‘muerta’ en su silla. Salen las Fanfarrias, Gigantes y Zankudos formando entre todos un circulo con antorchas. Se incorpora Maiatza danzando y serpenteando entre personajes, grita: Gora Maravillas Lamberto!!. Danza de forma frenética con su antorcha, emocionada mientras escucha de entre el pueblo el irrintzi. Da fuego a la hoguera, y los personajes eufóricos gritan: iou…iou…iouuuuu… Forma una gran cadeneta con el público. El Abade aparece en un arco del pórtico de la Iglesia, ronronea como gato: Gentilek, Gentilekkkk… Los personajes se desploman, al observar la curda del paisa. Suenan las campanas a ritmo de txalaparta, para la recogida del cuerpo del Abade, que en un intento de apertura del ojo izquierdo dijo al ver a los camilleros especialistas en ‘melopeas’ y comas etílicos: ¡aquí sigo esperando joven paloma!. Y lo llevaron a la iglesia donde se desguazó ante el altar, a dormir la mona soñando con las uvas dulces que repueblan sus ronquidos.
Mari (dama del Amboto), se impone entre la multitud ensalzando sobre un antiguo yunque, hoz y martillo; a su lado otros personajes gritan un irrintzi, mientras golpean de forma desenfrenada makilak sobre tablones de la Txalaparta, sueltan en seco makilak, y sigue la danza sanferminera con todos sus personajes incorporados. El baile se prolonga propagándose por barrios. Las Lamiak sacan a bailar al pueblo, que vive y calza día a día sus calles como el viento sobre la mar, con la fuerza del huracán de los navarricos en torno a la hoguera ¿quién habló de echar un yugo sobre los dueños de la minería, del sudor y el hacha?. Me despido con la Maskarada hasta el próximo sanfermín, con una gran cena popular juntando a los personajes, la raíz del pueblo, que nada tiene que ver con los fantasmas que pueblan los festejos en litronas. Un suspiro tras la actuación. Una sonrisa de sosiego. La mirada que tantas cosas dice y sus manos que tanto hablan. Uñas entre tierra se disponen a compartir mesa con los actores que han representado una de las leyendas mitológicas (mito), más preciado por los Iruñarrak, la de las fiestas de San Fermín y su ikurriña entre batucadas.
Nota
Una imagen vale más que mil palabras, no todo está perdido. Tarde o temprano la verdad se impone, la identidad es un eje. Un núcleo de valores que orientan y definen frente a las circunstancias, la cámara: su objetivo, ojos y oído, buena herramienta. Una fotografía puede por si sola decir o no decir nada en particular, pero un conjunto de ellas (como árbol geológico o puzle), forman el mapa inconfundible. Huellas biográficas de historia, cultura, geografía, ciencia: Nafarroa es Euskal Herria, o Euskal Herria es Nafarroa. Árbol histórico que apiña a la familia, circunstancias, costumbres, acontecimientos, exponente activo de curiosidad, en el que todos-todas los que la amamos nos quisiéramos ver reflejados. El arte está en el mensaje. Miro, observo, me detengo, selecciono, disparo hacia el gesto de la persona, paisaje, detalle, sonrisa, ritmo corporal… concentración sobre el trabajo, una forma de ser y vivir más allá del móvil que inmoviliza el manifiesto de mi proclama, pan que emana mango en mano, dando vuelta la tortilla.
¡De cómo la vida es bonita ‘politena’ (la más), y por todos los medios hay que defenderla!. El Canto de la Lamia se ubica según historiadores a principios del siglo XVII en el monte Bérriz, donde vivía Prudentzia (en otro caserío cercano vivía un tal Martín.) Nació el amor entre ambos, y se juntaron para gozarlo mejor. Quedó embrazada, no se sabe si por la emoción de haber encontrado un varón fornido para la función, ¡pero el caso es que Martín se cayó de un castaño y murió!, ay, ay… ¡yo pienso que a su vez tuvo que ser de emoción, o de susto, porque de la caída de un castaño como que no!. Y, nació el hijo, Ignazio. El hijo creció, pasó de castaños y tierra, así pues, se hizo a la mar en busca de aventura. Prudentzia quedó sola la pobre, llorando bajo el castaño familiar, al pie del aromático árbol yacía su desafortunado Martín; desde allí miraba la nave en la que desapareciera su amado hijo. Una tarde después de mucho tiempo, hallándose sobre el pináculo de Biarriz, divisó una vela blanca, creyó que era el hijo!!, y desmayó emocionada. Pero no, no era la nave de su Ignazio, y la pobre Prudentzia murió de tristeza; justo en aquél mismo instante se escuchó desgarrado el canto de Lamiak, desde entonces se cuenta que esta buena mujer, Prudentzia, es una de ellas. Por lo que este peculiar canto resuena desde la época del glorioso castaño, hasta llegar a ‘Tasio’, el carbonero de la sierra de Urbasa en Nafarroa. Y, siempre, que abandona las aguas del Ibaizabal algún buque rumbo alta mar, en el cual se aleja de estas hermosas montañas algún hijo de sus herrialdes.
PD.
(Sanfermines 2016)
Un canto a la esperanza.
¡Navarricos, ale, a echar nuevas raíces! ¡Por nuestra lucha total de los muros mantenidos, que no derrotados! ¡No desmallen, vamos llegando!. Firme pues, sobre este rincón mágico del lado de la luz de las hogueras, desde donde escribo, para decir sin adornos de medias suelas que falsean la altura de los acontecimientos. Donde la lucha por imponer la verdad sobre los misterios de la vida, aflora cada amanecer como ramo de eternidades; permitiendo la entrada a la comunicación entre pueblos, más allá de muros y cercas: Si canta Tafalla canta Euskal Herria, Fermín Balentzia, y su hermosa canción a Maravillas Lamberto Yoldi. ¡Potencia humana!, así son los hijos de mis padres, hermanos míos. Ajenos a ese borde del camino en que la rapiña se encuentra observando la silla para lanzarse sobre ella. Y si mi nota no ha quedado suficientemente clara, escuchen en boca del poeta, músico y trovador, su versión de lo que es Nafarroa más allá de un 7 de julio.
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