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jueves, 30 de octubre de 2014

El Retoño Mexicano

La presencia vasca en México se remonta a los tiempos en los que los españoles iniciaron su demencial gesta genocida en el continente, muchos de ellos fueron partícipes del exterminio y el expolio.

Siglo tras siglo siguieron llegando al país conformando una diáspora vasca que abarca varias generaciones, para desmayo de los etnicistas que se rehusan a reconocer la identidad más allá de la primer generación.

Pues bien, vía El Diario, les compartimos esta semblanza de la presencia vasca en México y de como un emblema identitario ha echado raíces ahí:


El árbol de Gernika goza de buena salud en México

El árbol de Gernika, uno de los iconos más arraigados del País Vasco, goza de buena salud y luce frondoso en México, ciudad en la que el lehendakari (presidente del Gobierno regional), Íñigo Urkullu, ha podido comprobar hoy de primera mano la lozanía de este retoño plantado en la capital mexicana en 1998.

La delicada salud del árbol, un roble trasplantado en 2005, ha causado revuelo este verano en Euskadi. La falta de oxigeno debilitó su estado y el propio árbol decidió adelantar el otoño y amarillear sus hojas para protegerse.

A miles de kilómetros de la localidad vizcaína, en México, en uno de los patios del Colegio San Ignacio de Loyola Vizcaínas, se erige vigoroso un retoño del árbol de Gernika que no ha oído hablar de los problemas de salud de su hermano mayor.

El ejemplar mexicano fue plantado en 1998 por la entonces consejera de Cultura del Gobierno Vasco, Mari Carmen Garmendia. Dieciséis años después el lehendakari ha comprobado que la tierra mexicana y las raíces vascas son una combinación exitosa: el árbol crece saludable y alcanza ya una altura de siete metros.

La ubicación de este retoño en el colegio Las Vizcaínas no es casual. Este imponente edificio de 10.000 metros cuadrados es una muestra más de la importante presencia que los vascos han tenido en México desde hace siglos.

Las Vizcaínas fue fundado en 1732 por los vascos Francisco de Echeveste, Manuel de Aldaco y Ambrosio de Meave, que querían dar una educación a las niñas huérfanas de origen vasco y dar cobijo a viudas sin recursos.

Pocos años después pasó además a ser un colegio abierto a todas las niñas de la ciudad (no admitió chicos hasta mediados del siglo pasado) y entre sus estudiantes más ilustres figuran Josefa Ortiz de Domínguez, la heroína de la independencia de México, cuyo palacio en Querétaro visitó el lunes Urkullu en uno de los escasos momentos de ocio que le deja la agenda de su visita institucional a este país.

Hoy día Las Vizcaínas es un colegio laico privado y cuenta con 710 alumnos. Algunos de ellos disfrutaban hoy de su recreo matinal en el claustro del centro -adornado con un altar de muertos por la inminente celebración de esta arraigada festividad en México- mientras lo visitaban el lehendakari y su esposa, Lucía Arieta-Araunabeña.

La directora del museo de la institución, Elena Sánchez Cortina, les ha detallado el origen vasco del colegio, una influencia que pervive hoy en día, 282 años más tarde, a través de la composición del patronato, integrado por descendientes de emigrantes de Euskadi, y también a través del retoño del árbol de Gernika, que se levanta sobre raíces vascas a casi 9.000 kilómetros de Euskadi.




El Doctor Joaquín Eguía Lis, primer rector de la UNAM fue antes director del Colegio de las Vizcaínas durante 7 años, institución educativa a la que donó la totalidad de sus sueldos. Su hermano Santiago fue uno de los ocho individuos que crearon la Asociación Vasca de San Ignacio de Loyola, precursora del Centro Vasco de la Ciudad de México, fundado en 1907.




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