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viernes, 17 de enero de 2020

La Batalla de Las Ardenas

Desde El Diario traemos a ustedes esta otra pieza del rompecabezas que con meticulosidad ha estado armando la Asociación Sancho de Beurko.

En esta ocasión se nos habla de los vascos que por una u otra circunstancia terminaron participando en una de las grandes batallas del frente occidental en contra de los nazis.

Lean por favor:


Asociación Sancho de Beurko

El 14 de diciembre de 1944, dos días antes de iniciarse una ofensiva alemana a gran escala en las Ardenas y a cuatro de su 33 cumpleaños, el soldado vasco-californiano Alfred Starr Etcheverry escribió la que sería su última carta a su esposa Marion Hazard y a sus dos niños:

Dentro de unos días, o incluso unas pocas horas, entraré en acción. Nunca está lejos de mis pensamientos, el que no pueda volver a verte […] Si yo muriese, no sería responsabilidad de nadie más que de mí. Esta es mi elección, mi ejército […] Por confusa que sea nuestra imagen del mundo de hoy, sin embargo, por borrosa que sean las líneas del conflicto, estoy convencido que lucho en el lado de los hombres de buena voluntad repartidos por todo el mundo. Nada más que eso. Porque los hombres de mala voluntad no nacieron así, y puede que con el paso del tiempo y por la buena gracia de Dios sean redimidos. Es por los hombres de todas partes, quienes quieran que sean, dondequiera que estén, por lo que yo estoy luchando.

Etcheverry, nacido el 18 de diciembre de 1912 en Alameda (California), fue herido de muerte el 13 de enero de 1945 en Goesdorf (Luxemburgo). Era un reputado actor de Broadway, en Nueva York, cuando fue llamado a filas en 1944. Sirvió en la 80ª División de Infantería con la que combatió en los ríos Mosela y Seille y posteriormente en la Batalla de las Ardenas, dónde encontró la muerte. Su historia nos permite humanizar una batalla que nadie esperaba en un momento, al final de la guerra, en que la llegada de la Navidad permitía alumbrar la esperanza de volver pronto a casa.

Pero, a diferencia del alto al fuego de la Gran Guerra durante los días de Nochebuena y Navidad de 1914 en el Frente Occidental, la batalla que tuvo lugar en el denso bosque de las Ardenas —situado entre Bélgica, Francia y Luxemburgo- durante el crudo invierno de los meses de diciembre de 1944 y enero de 1945 no dio tregua a los Aliados. Lo que vino a conocerse como la Batalla de las Ardenas (o la de Bulge [joroba], para la historiografía anglosajona, mientras que los alemanes la llamaron pomposamente 'Operación Wacht am Rhein') del 16 de diciembre de 1944 al 25 de enero de 1945, fue la que se convertiría en la última gran contraofensiva alemana, en un intento desesperado por romper la marcha imparable de las fuerzas aliadas hacia Alemania (la primera ciudad alemana, Aquisgrán, había sido capturada en octubre), con el afán de separar estratégicamente a las tropas británicas y canadienses, situadas en el norte, de las estadounidenses en el sur, y el ulterior objetivo de capturar Amberes, el puerto logístico clave para los Aliados, rompiendo las líneas de suministros y embolsando cuatro ejércitos aliados. La sorpresa sería total.

Si inicialmente, la ofensiva alemana, liderada por las Waffen-Schutzstaffel (SS), contaba con 19 divisiones y cerca de 400.000 hombres y los Aliados tan solo con 8 divisiones y unos 230.000 soldados, la situación se vio invertida hacia el final del conflicto. Para entonces, los Aliados lideraban unas 30 divisiones con casi 700.000 efectivos y una superioridad en armamento sin igual: 2.400 tanques, 3.200 piezas de artillería y 6.000 aviones. A pesar de que el mermado y debilitado ejército alemán llegó a contar con 24 divisiones formado por unos 380.00 soldados, su capacidad para reemplazar el armamento era extremadamente difícil. Los alemanes con 200 tanques, 3.200 piezas de artillería y unos 2.400 aviones se vieron desbordados por el empuje Aliado. La dificultad orográfica, la inclemencia climática (temperaturas bajo cero y copiosas nevadas), los asesinatos de soldados capturados por las SS, las represalias contra estos asesinatos por parte de soldados estadounidenses, la infiltración de tropas alemanas con uniformes norteamericanos y las escaramuzas de unos y otros detrás de las líneas enemigas son historias que conforman la memoria épica de la Batalla de las Ardenas, la cual se convirtió en la batalla individual más grande y sangrienta librada por los Estados Unidos (EEUU) en la Segunda Guerra Mundial (SGM) y que resultó en 1 de cada 10 bajas de combate estadounidenses durante toda la guerra.

En el momento de la publicación de este artículo se habían identificado una veintena de soldados de origen vasco entre las fuerzas de EEUU que lucharon en la Batalla de las Ardenas —cifra que previsiblemente aumentará a medida que avance el proyecto de investigación “Fighting Basques”-. Por ejemplo, en la 90ª División de Infantería, encontramos a los navarros Frank Aristu Garde (nacido en Iruñea, 1915) y Ernest Uhalde Borda (Auritz/Burguete, 1921) y al suletino André Sallaberry Baratçabal (Bildoze-Onizepea, 1917). Tanto Aristu como Sallaberry sirvieron en el 345º Batallón de Artillería de Campaña, mientras que Ernest luchó con el 357º Regimiento de Infantería, recibiendo dos Estrellas de Bronce.

En la 2ª División Blindada hemos identificado a Saturnino Peruchena Sánchez (San Francisco, California, 1917) y a John Arrillaga Jayo (Mountain Home, Idaho, 1918). Saturnino formaba parte de la Batería “A” del 195º Batallón de Artillería Antiaérea mientras que Arrillaga sirvió en el 78° Batallón de Artillería Blindada de Campaña. En una entrevista sobre su tiempo en la guerra, Arrillaga confesó: “Se llegó al punto de que realmente no importaba si te mataban o no. Nunca te acostumbras a la muerte ni a matar, pero lo aceptas”. Falleció en 1993 en Boise (Idaho), a la edad de 74. Peruchena murió en 1987 en San Leandro, California. En la mítica 82ª División Aerotransportada hallamos al vasco-filipino Luis Mendieta Larrea (Manapla, 1915), y a los vasco-estadounidenses Francisco “Frank” Aguerrebere Ilizaliturri (Los Ángeles, California, 1925) y Pete Etchepare Arriaga (Elko, Nevada, 1921). Mendieta y Aguerrebere sirvieron en el 505º Regimiento de Infantería Paracaidista (PIR en su acrónimo inglés), y tras participar en la invasión de Normandía el Día-D, tomaron parte en la fallida “Operación Market Garden” (17-25 de septiembre de 1944) en Holanda, y finalmente fueron enviados a las Ardenas con el objetivo de romper la resistencia en Bastoña. En palabras de Mendieta —recogidas en la pionera obra de José Miguel Romaña, La Segunda Guerra Mundial y Los Vascos-, “Fue un momento muy difícil, porque tuvimos que enfrentarnos a grandes concentraciones de tanques alemanes [...] Otro terrible enemigo fue el frío”. Un hecho que Aguerrebere recordaba vívidamente como “el amargo frío del largo mes de la Batalla de las Ardenas […] con munición limitada y con una ropa que no era adecuada para el frío” (1). El 5 de enero de 1944, a 40 Km de Bastoña, en Vaux Chavanne, encontró la muerte Etchepare del 325º Regimiento de Infantería de Planeadores de la 82ª División —otro veterano del Día-D y de la “Operación Market Garden”-. Su posición avanzada fue sorprendida por un contraataque alemán con un carro de combate Tiger.

Dentro del cerco de Bastoña, se encontraba el sargento del 506º PIR de la 101ª División Aerotransportada Frank Solaegui Mugartegui, nacido en Fallon (Nevada) en 1921 de padres vizcaínos. (Era hermano de Daniel, marino mercante del SS Melville E. Stone, hundido por el U-516 en 1943). Su situación no era para nada halagüeña, hasta el punto de que los alemanes llegaron a solicitar la rendición de la división, pero los “maltrechos bastardos” de Bastoña resistieron todos los envites y su gesta se hizo tremendamente popular, llegando hasta nuestros días a través de la serie “Hermanos de Sangre” (Band of Brothers, 2001) de los productores Steven Spielberg y Tom Hanks. Precisamente, Solaegui, que llegaría a teniente por méritos de guerra, estuvo con el mayor Richard Winters cuando este se hizo cargo del mando del 2º Batallón del 506º.

En un periodo de algo más de un mes, unos 19.000 soldados estadounidenses y unos 200 británicos habían fallecido, mientras que en el bando alemán habían muerto unos 11.000. Entre los primeros, el soldado de primera clase Miguel “Mike” Etchart León, nacido el 21 de octubre de 1924 en Bakersfield (California), sirvió en la Compañía “A” del 705° Batallón de Cazacarros. Mike, falleció en Bélgica recién cumplidos los 20 años por el fuego de ametralladoras alemanas durante un combate el día de Nochebuena.

A pesar del elevado número de muertos y heridos (unos 45.000 estadounidenses y unos 1.000 británicos) y desaparecidos o capturados (cerca de 23.000 estadounidenses y unos 200 británicos) de las fuerzas aliadas, las Ardenas supuso una victoria estratégica definitiva. Entre los capturados se encontraba el vizcaíno Santiago “Santy” Mendieta Telleria. Nacido en 1914, se crió con sus doce hermanos y hermanas en el rancho familiar de ovejas en Jordan Valley (Oregón). Santiago se alistó en 1942 y fue asignado a la 2ª División Blindada como artillero. Su división fue enviada al campo de batalla del Norte de África en noviembre y de allí a Sicilia (Italia) en julio de 1943. Finalmente, Santiago y sus camaradas desembarcaron el 9 de junio de 1944 en Normandía, luchando a través de Francia hasta llegar a Bélgica. La 2ª División Blindada ayudó a contener los fuertes ataques alemanes durante la contraofensiva de las Ardenas. Sin embargo, en un momento dado Santiago quedó atrapado detrás de las líneas enemigas, dándose por desaparecido el 21 de diciembre de 1944. En un primer lugar, una familia belga lo ocultó en su granja y luego en un bosque cercano durante diecisiete días. Desafortunadamente, Santiago finalmente fue arrestado por los alemanes y enviado al campo de prisioneros de guerra Stalag IX-B en las inmediaciones de Bad Orb en Hesse, Alemania, donde estuvo durante 95 días hasta que fue liberado por el ejército estadounidense.

La derrota alemana, a costa de consumir sus últimos y más valiosos recursos humanos y materiales, solo retraso temporalmente el avance Aliado hacia Alemania, y aceleró la inexorable victoria del ejército soviético en el Frente del Este. Tras la victoria aliada, la ruptura de la “Línea Sigfrido” —el muro de defensa alemán del Oeste que se extendía desde Holanda a Suiza- fue cuestión de tiempo. En el 75 aniversario de la Batalla de las Ardenas recordamos a aquellos soldados que nos regalaron su Navidad (la última de la guerra) para que fuésemos libres, tomando parte en una de las últimas grandes batallas de Europa.

(1) Historia Oral de Frank Aguerrebere. Entrevistado por Vicki Torres para Voces Oral History Project (The University of Texas Libraries, Austin) el 7 de enero de 2011.






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