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martes, 14 de enero de 2020

Gil de San Vicente | ¿Crisis del "Régimen del 78"?

Desde La Haine traemos a ustedes este demoledor análisis del panorama que se abre en el estado español tras la investidura de Pedro Sánchez quien llega aupado por esa coalición cocinada por los sociatas con IU y Podemos.

Lean por favor:


Seis reflexiones sobre internacionalismo proletario

Iñaki Gil de San Vicente - La Haine   

¿Qué sucede en la casta política que ha tardado desde el 1 de junio de 2018 hasta el 7 de enero de 2020 en formalizar un Gobierno de coalición centro-reformista tras nueve meses de bloqueo desde abril de 2019? ¿Es una de las consecuencias de la llamada «crisis del “régimen del ‘78”» o sobre todo es efecto de un conjunto de problemas históricos que caracterizan al Estado como el marco de acumulación de capital llamado España? Desde hace un tiempo está abierto un debate en las izquierdas independentistas sobre la crisis del Estado, debate que se extenderá gracias a la solidaridad pluridireccional en muchas movilizaciones: la catalana es un ejemplo, y la más reciente es la convocatoria de Huelga General en Euskal Herria del próximo 30 de enero para recuperar derechos sociales, tal cual se recoge enLa Carta abierta a los pueblos del Estado desde los pensionistas de Euskal Herria[1].

Las interrogantes planteadas son tanto o más necesarias después de ver cómo la montaña ha parido un ratón: el programa de Gobierno PSOE-UP. Desde el principio el PSOE buscaba un acuerdo con la derecha con tal de no pactar con Unidas-Podemos, pero dado que la derecha se lo negó, presionó a UP para que cediese prácticamente en todas de sus ya débiles reivindicaciones. El programa de Gobierno es como un suflé: aparenta y promete mucho, tanto que oculta su pequeño fondo agradable escondido entre una enorme masa de aire, pero el suflé termina desinflándose quedando en casi nada.

El acuerdo, lleno de promesas y vacío de contenidos, dice que intentará mejoraralgunas situaciones que han llegado a ser insufribles por la destrucción social intensificada en 2010, endurecida por el PP, y ampliada por la misma responsabilidad del PSOE que las ha dejado pudrir durante su larga provisionalidad en el Gobierno desde junio de 2018, cuando podía haber paliado en buena medida esas y otras injusticias. ¿Acaso no ha impuesto la represiva Ley Digital[2] que cercena derechos elementales con el apoyo abstencionista de UP, mediante un Decreto-ley? ¿Por qué sólo una «derogación parcial» de la reforma anti obrera del PP de 2012?[3]...

Una vez que el PSOE asumió que no tenía más remedio que apoyarse en UP, comenzó una astuta manipulación psicopolítica de masas que fue aumentando con dosis de secretismo para generar expectación ansiosa por el suflé, utilizando a la vez la represión y conculcación de derechos nacionales y de clase, y posponiendo leyes vitales contra el terrorismo patriarcal, el empobrecimiento, los desahucios, el racismo, etc., para crear un clima de dependencia psicopolítica temerosa, cuasi infantil, ante la incertidumbre multiplicada y teledirigida. El mensaje subliminal al principio y explícito al final era y va a seguir siendo: «o nosotros o el caos, o la constitución o el fascismo».Pocas fuerzas políticas mantuvieron la independencia estratégica y política necesaria para no dejarse embelesar[4] por esos cantos de sirena.

Por ahora le ha salido bien entre otras razones porque el trifachito se ha quitado la careta, el fino barniz de tolerancia y, siguiendo a VOX, enseña al desnudo la irracionalidad y el odio inherente a la derecha española. También por la precariedad vital en aumento por el deterioro general de las perspectivas de futuro, por el apoyo incondicional y ciego del reformismo político-sindical, por la debilidad de las izquierdas que tardan en integrase en las nuevas formas de muchas de las contradicciones esenciales del capitalismo tal cual se muestran en el Estado español. De este modo, se han creado expectativas en las clases explotadas, en las naciones oprimidas y en los mayoritarios sectores dependientes del salario directo o indirecto, de las ayudas públicas convertidas en pobre caridad, etc., para intentar sufrir un poco menos en su vivencia cotidiana agarrándose a la falsa esperanza de un «gobierno progresista»[5].

Un sector muy restringido del bloque de las clases dirigentespiensa que en situaciones de crisis puede ser oportuno abrir algo la espita de la presión en la caldera, mientras se aplica la pedagogía del miedo: si no me apoyas, aunque te golpee, vendrán otros peores que te golpearán más y no te darán nada. Si ese método falla se lanza una represión más sistemática, aunque primero quiera ver qué resultados da la «dialéctica de la zanahoria y el palo» porque sabe que en determinadas condiciones la manipulación psicopolítica, la pedagogía del miedo y el individualismo burgués que cimenta la estructura psíquica de masas puede convertir la decepción por el desinfle del suflé en una resignada aceptación de la limosnilla lograda: algo es algo porque la «situación no da para más». Otro sector, el más poderoso, piensa que no hay que esperar, que en esta crisis hay que cerrar como sea las vías de agua que amenazan con romper la quilla del Estado: ha llegado el momento de aplicar la «dialéctica del puño y la pistola».

Disponiendo de un apoyo directo y de un colchón abstencionista[6] que le garantizan mucha credulidad hacia tanta promesa[7] siquiera transitoria entre amplios sectores desconfiados y críticos sobre todo en las naciones oprimidas, el Gobierno PSOE-UP está ya en condiciones de desinflar poco a poco el suflé jugando con las esperanzas y resignaciones creadas mediante el márquetin psicopolítico. Dispone de margen de maniobra porque los durísimos ataques del trifachito pueden tener un efecto rebote logrando mantener el apoyo directo o indirecto adquirido con promesas vagas, o haciendo que descienda lentamente. En gran medida, esto va a depender de cómo manipulen Unidas Podemos[8] y otras fuerzas reformistas la tesis de la «crisis del “régimen del ‘78”» desvinculándola de la verdadera situación y de las duras perspectivas de futuro del Estado español. ¿Qué potencial teórico y heurístico tiene la tesis de la «crisis del “régimen del ‘78”»? Muy limitado, tanto que si se le absolutiza y se le separa de la unidad y lucha de contrarios, se vuelve funcional a los intereses del Gobierno español.

Desde hace unos años la casta intelectual académica y mediática puso de moda hablar de la crisis del “régimen del ’78” como la razón fundamental del 15-M de 2011, de los primeros cercos al Congreso en verano de 2012, de la recomposición de las luchas de clases como la Comuna de Gamonal en enero de 2014, del renacer del independentismo catalán desde esa época, del hartazgo de sectores sociales ante la corrupción y la prepotencia de la monarquía militar que llevó a la sustitución de un rey por otro en junio de 2014, del desplome del bipartidismo en las elecciones de diciembre de 2015 y la aparición de nuevas fuerzas sociopolíticas especialmente de las mujeres trabajadoras, la juventud y el pensionariado, del creciente pudrimiento de la política institucional hasta estallar con la destitución del presidente Rajoy en junio de 2018 y la designación de Pedro Sánchez como presidente interino, las múltiples tensiones y presiones de toda índole desde esa fecha hasta la formación del «gobierno progresista»…

A primera vista, esto es verdad ya que hasta que la crisis de 2007 no terminó de forzar en 2011 un salto cualitativo en el malestar social latente que se venía acumulando desde varios años antes, todo parecía indicar que la «paz social» dominaba en el Estado, exceptuando las varias huelgas generales en Euskal Herria entre 2009 y 2011 y algunas otras luchas obreras y populares. En base a esta apariencia desde hace varios años se sostiene la tesis de que el problema único consiste en cómo resolver la crisis del “régimen del ’78” sin que nada estructural cambie: PSOE-UP vuelve a ensalzar el «espíritu de la transición del ‘78» diciendo que si ha entrado en crisis es por el sabotaje de la derecha.

Nosotros vemos la necesidad de discutir los tremendos límites de esta tesis superficial en grado sumo. Toda interpretación de las contradicciones que se quede en su superficie sin llegar a las calderas de la lucha de clases, se queda en eso, en una pobre interpretación de formas externas aisladas unas de otras, estáticas, reforzando la ideología burguesa. Dado que de lo que se trata es de acabar con el capitalismo llevando sus contradicciones al punto de estallido revolucionario, queremos descubrir cuáles son las razones históricas de la crisis del “régimen del ’78” porque si las izquierdas no combaten esas causas entonces el capital impondrá otra «transición» de casi medio siglo.

Vamos a recorrer sucintamente cuatro momentos decisivos por sus resultados en los que el Estado ha temblado porque sus estructuras no tienen flexibilidad ni profundidad para absorber los tremendos choques tectónicosque se intensifican bajo la presión de contradicciones socioeconómicas, nacionales, internacionales, etc. Deberíamos investigar diferencias y similitudes en las crisis de cinco imperios --Portugal, España, Turquía, Rusia y China-- que por diversos motivos fueron incapaces de subirse a la primera y segunda olas de revoluciones burguesas, lo que marcó sus futuros particulares. Frente a la peligrosa superficialidad de la tesis de la «crisis del “régimen del ‘78”» es necesario tener una concepción estratégica del capitalismo como proceso mundial que nos evite, entre otros muchos ridículos sintomáticos, no felicitar a B. Obama, a D. Trump, a las fuerzas represivas españolas en agosto de 2017…

La primera Gran Depresión, la de1873, estalló al poco de que la I República, de febrero de 1873 a diciembre de 1874, reprimiera el gran movimiento cantonalista que exigía una total descentralización progresista del Estado. Un golpe militar monárquico acabó con la I República: había que poner orden, vencer en la guerra carlista de 1876 destruyendo el Sistema Foral vasco, y españolizar Cuba llevando un millón de personas de 1860 a 1898, un poco menos de la mitad eran civiles, y un poco más de la mitad, soldados, además de aplicar métodos terroristas y guerras de hambre también contra Filipinas. Aun así, el imperio terminó de hundirse porque España no podía más.La respuesta fue endurecer la represión interna, la dictadura de 1921-30 y el sub imperialismo que gaseó con armas químicas al pueblo amazigh del Rif en 1924-27. La Gran Depresiónllevó al extremo todas las quiebras arrastradas incluso desde antes del siglo XVII,como la insurrección de las Alpujarras, las guerras comuneras, las germanías, las resistencias de Navarra, a comienzos del s. XVI, anunciadas de algún modo por los irmandiños gallegos entre 1467-69, la destrucción de Al Ándalus y las desesperadas resistencias de las naciones indias desde 1492.

La segunda Gran Depresión, de 1929, agudizó todas y cada una de las contradicciones agravadas desde 1872, sobre todo la dinámica dictatorial anterior. La II República de 1931 fue un intento tímido de modernización reformista respetando la propiedad capitalista y el nacionalismo español, boicoteado desde su mismo principio por la clase dominante, mientras que perseguía a las naciones oprimidas, masacraba al campesinado andaluz, la revolución de 1934, etc. El Frente Popular no abortó el golpe militar de julio de 1936 pese a ser conocida su preparación, tardó en armar a las clases y pueblos explotados y racaneó todo lo que pudo el reconocimiento de limitados derechos autonómicos. Desde mayo de 1937 el Gobierno con la ayuda del PCE, reforzó el orden burgués en el territorio republicano: todo ello explica la derrota heroica ante la alianza nazifascista y vaticana internacional, con el apoyo subterráneo, pero igualmente decisivo de las potencias «democráticas» interesadas en impedir cualquier posibilidad de revolución socialista por remota que fuera.

Entre la segunda y la tercera depresión se produjo la crisis de finales de los ’60 y mediados de los ’70, agravada por la decisión de la OPEP de subir el precio del crudo en respuesta a las presiones del imperialismo. Coincidió con el agotamiento del franquismo y con la fuerza ascendente de las luchas de clases y de liberación nacional en muchas partes. Para entonces, la política de «reconciliación nacional» del PCE y luego del eurocomunismo había debilitado en extremo la conciencia revolucionaria de gran parte de la militancia. La muy débil implantación social de la izquierda estatal, así como la presión imperialista de la zanahoria y el palo, de la «monarquía o dictadura», etc., hicieron que en pocos años el capital desactivara una crisis prerevolucionaria dejando aisladas a las izquierdas de las naciones oprimidas sólo apoyadas por muy admirables grupos internacionalistas. El “régimen del ‘78” de esta derrota que causó cientos de asesinatos en las militancias.

La tercera Gran Depresión en cuyos altibajos estamos inmersos, golpea con dureza al Estado porque éste no aprovechó el desarrollismo franquista y los catorce años de gobierno de F. González para crear una base industrial de productividad media-alta de modo que cuando la contraofensiva imperialista denominada neoliberalismo destrozó las regulaciones socioeconómicas establecidas hasta mediados de los ‘80, el sistema empezó a temblar social y políticamente de nuevo a pesar de las desregulaciones suicidas del gobierno de Aznar desde 1996 a 2004, de lo que se benefició Zapatero que gozó subido a globos de colores que estallaron uno tras otro desde 2007 hasta la traca final de 2010. Los cambios mundiales intensificados desde 2015 cuando Rusia y China empezaron a parar los pies a Obama y sobre todo a Trump confirman que el Estado y el Gobierno actual son un peón del imperialismo cumpliendo sus exigencias militaristas a costa de la mal vivencia de las clases y naciones que explota.

Las tres grandes depresiones han hecho crujir las cuadernas del Estado, y ahora las someten a múltiples tensiones que desbordan la limitada capacidad de la casta política. El capital prepara medidas extremadamente duras que, de inicio, serán aplicadas con alguna vaselina por el Gobierno atado por el artº 135 que el imperialismo obligó a reformar en 2011 para disimular el rescate financiero, aparentando que era una «ayuda». La Constitución fue reformada autoritariamente para imponer restricciones draconianas de las que se salvó el PP pero que ahora aprietan al Gobierno con un «estrecho margen presupuestario»[9] que ya sirve para justificar que el programa de Gobierno respete las anteriores restricciones tan severas que condenan a más de 3 millones de personas a deambular entre el empleo y el paro[10]. Además, la tímida recuperación económica que ya se está agotando permitió una ligera alza salarial favorecida por el bajo IPC que no ha servido para recuperar todo lo perdido desde hace años ni mucho menos,pero ademásya ha empezado desde finales de 2019 el descenso de salarios y al aumento de la intransigencia patronal.

En este contexto las fuerzas revolucionarias de las naciones oprimidas debemos actualizar nuestro internacionalismo para formar estratégica, teórica, política y éticamente a nuestra militancia en previsión de lo que se avecina porque sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria. Proponemos seis reflexiones con sus correspondientes preguntas que también debieran hacérselas las izquierdas estatales:

Una, en julio de 2019 la CEOE reconocía un aumento significativo de las luchas sindicales en el último año en el Estado español. A mediados de diciembre de este año, el Consejo de Relaciones Laborales de la CAV reconocía que las luchas obreras han aumentado en esta comunidad nada menos que un 180% con respecto a las de 2018. Sabemos que el sistema oficial de medición de las protestas obreras es tramposo, está ideado para reducir la cantidad de acciones y sobre todo para anular su calidad, para ocultar el nivel de conciencia sociopolítica organizada que vertebran esas luchas. A la vez, las movilizaciones del pensionariado han crecido a ritmo desigual, pero aumentan. Las luchas estudiantiles tienden a expandirse, siguiendo la estela del resto de movilizaciones, en especial las de las mujeres trabajadoras que no se dejan engatusar por el feminismo burgués.

Teniendo en cuenta esta tendencia, la pregunta es ¿qué formas organizativas, teóricas, políticas y estratégicas han de implementar las izquierdas para impedir que el ascenso de las luchas se embarranque en la trampa de la reforma? ¿Qué coordinaciones han de establecerse entre ellas para que no se traguen el anzuelo de la reforma y avancen en lo estratégico? Más aún ¿la estrategia debe asumir la lucha a favor de los derechos nacionales de los pueblos que oprime dentro de su territorio y fuera de él mediante el sub imperialismo propio y mediante su participación en el euro imperialismo?

Dos. La última interrogante es en realidad una parte específica de la anterior, ya que toda lucha de liberación nacional lleva las luchas de clases en su interior. Pero su creciente importancia nos exige responderla en dos partes: en la primera veremos las opresiones dentro del Estado español, y la segunda parte la responderemos en la sexta pregunta general porque chocaremos con el subimperialismo español, con el euro imperialismo, y con el imperialismo norteamericano.

Este resurgir desigual y combinado de las expresiones de la lucha de clases entre el capital y el trabajo, es simultáneo al incremento de las reivindicaciones nacionales y de reivindicaciones socioculturales de regiones históricas en el Estado. Se aprecia claramente en los Països Catalans con intensidades diferentes en el Principat, en el País Valencià y en las Illes. La tendencia al ascenso es sostenida en Hego Euskal Herria; en recuperación apreciable en Galiza; con síntoma de recuperación en Andalucía; también se reactivan sentimientos de identidad colectiva machacada por el nacionalismo español centralizado en Madrid, como la reivindicación de Castilla, o de autonomías y regiones con fuertes raíces socioculturales que estaban encorsetados en el llamado Estado de las Autonomías: Asturias, Cantabria, León, Teruel, Cuenca, e incluso en Extremadura puede estar empezando una tibia recuperación crítica de su historia ahogada en sangre y pobreza…. Hay que reconocer que parte del secreto de la «España vaciada» radica en el imparable ultracentralismo expoliador sobre amplias extensiones de las «provincias». Lo más significativo de todo ello es que esta tendencia desigual y combinada se produce tanto en medio de una quiebra económica del modelo autonómico que ha sido uno de los sostenes de la «transición», como del ascenso del bloque formado por el nacionalismo español, el nacional-catolicismo y el fascismo: el trifachito.

Teniendo en esta tendencia histórica que resurge con nueva fuerza en las tres grandes depresiones que hemos analizado, debemos preguntarnos sobre ¿qué hacer y cómo para que las naciones oprimidas y, si lo desean las izquierdas del Estado,elaboren una estrategia internacionalista que integre el derecho a la independencia si así lo desearan los pueblos? ¿Qué hacer frente a las tensiones interregionales que surgen en las autonomías como Teruel en Aragón, León en Castilla-León, Cuenca en Castilla-La Mancha…?¿Qué fuerzas sociales están debajo de la «España despoblada y abandonada» recordando el cantonalismo de 1873-74? ¿Cómo combatir desde ahora el nacionalismo español en sus versiones monárquica, fascista y republicana? ¿Estado autonómico republicano? ¿República federal? ¿Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas? ¿Confederación de Repúblicas Socialistas en una Europa Socialista de los Pueblos?...

Tres, el bloque derechista, sin más matices ahora, fue decisivo en las tres grandes crisis anteriores, y en la actual intenta serlo de nuevo recurriendo a todos los medios, porque se nutre de la reactivación de la explosiva mezcla de componentes irracionales y lúcidamente reaccionarios en la estructura psíquica alienada de masas y en la ideología dominante, la burguesa. El aumento del terror machista, del racismo, del analfabetismo funcional, de las creencias esotéricas y fetichistas, del conservadurismo social, etc., forma parte de una estrategia con sus correspondientes tácticas y medios de provocación de reacciones represoras teledirigidas mediante la provocación del miedo, la angustia y el odio, como bases de la obediencia al líder, sea Abascal o cualquier otro. Es una “ciencia” antigua que se perfecciona desde finales de la IIGM y en especial desde comienzos del siglo XXI. Esta “ciencia” facilitó la victoria de Trump, de Bolsonaro, de la derecha en Andalucía, del Brexit y de Johnson, del ascenso de VOX, por citar los casos más recientes. No hay duda de que de un tiempo a esta parte funciona al máximo en el Estado español y de que no se entiende nada de la vida sociopolítica, cultural, religiosa e ideológica sin su permanente incidencia.

¿Hasta qué punto las izquierdas han estudiado y combatido estas técnicas que ya fueron muy acertadamente combatidas por sucesivas generaciones de marxistas desde la segunda mitad del siglo XIX? ¿Combatirlas sólo en el muy limitado y casi siempre decepcionante mundo académico, culturalista e institucional? ¿O sobre todo abriendo frentes reivindicativos y de lucha dentro de las organizaciones, partidos, sindicatos…, y dentro de las talleres y fábricas, barrios y ciudades, domicilios y familias, escuelas y universidades…? ¿Y qué hacer con el opio religioso clásico y con sus nuevas formas centradas en la adoración sumisa y reaccionaria del fetiche-dios corporeizado en la mercancía, en el valor de cambio curo ser supremo es el capital financiero especialmente en sus formas especulativa y ficticia? ¿Qué relaciones internas existen entre esta vieja-nueva religiosidad en la que el fundamentalismo cristiano es masivamente divulgado, con el imperialismo y sus crímenes?

Cuatro, además del incremento de la lucha de clases, de las reivindicaciones nacionales y regionales, y del avance programado del fascismo, la crisis actual del Estado tiene la característica doble deser, por un lado, crisis de dirección político-gubernativa como se ha comprobado en las dificultades para nombrar Gobierno y en que por ejemplo en los últimos cinco años se han tenido que prorrogar los presupuestos cuatro veces, retraso que incrementa el empobrecimiento social. Y por otro lado, de tener la oposición sistemática del gran capital, del Ibex 35, etc., a todo «gobierno progresista» antes y después de su creación, a pesar de que el programa del PSOE-UP apenas supone un riesgo para la sobreexplotación impuesta: el 90% de los contratos firmados en 2019 han sido temporales, el 40% de la fuerza de trabajo está precarizada, para el Ibex 35 ha sido el año de más ganancias, los casi 46.000 millones-€ regalados a la Banca, por la continuidad de las reformas de Rajoy que regalan a la Banca otro 1300 millones-€ anuales, porque las artimañas fiscales permiten al gran capital no pagar ni un 1% al fisco, porque… En las naciones oprimidas también existe la crisis de dirección política burguesa con formas específicas, aunque lo decisivo es que sus fracciones dominantes optan abiertamente por la dominación estatal y sus medianas y pequeñas burguesías por un reparto más justo para ellas de la porción de la tarta de las plusvalías que extraen de la explotación de sus pueblos.

¿Cómo pueden las izquierdas combatir las diferentes propagandas al respecto del Gobierno PSOE-UP, de las burguesías y reformismos de las naciones oprimidas y del trifachito? ¿Cómo las clases y pueblos explotados pueden superar los límites del reformismo, combatiral fascismo y orientarse hacia el socialismo según lo que hemos debatido arriba? ¿Cómo explicar la relación de continuidad entre las victorias tácticas puntuales en reivindicaciones concretas con la superación del reformismo, la derrota del fascismo y el avance al socialismo, sabiendo que el capital va a resistir de forma incluso atroz y de que el reformismo no combate ni va a combatir al capital?

Cinco, sabemos que la brutalidad del capital responde a que su perspectiva de futuro es inquietante por múltiples razones. Las fundamentales son estas: la economía española no puede mantener la competitividad mundial en la producción de valor por lo que debe multiplicar la sobreexplotación en todos los sentidos; la burguesía no invierte en I+D+i, ni en educación básica lo suficiente, por lo que debe optar por la formación elemental inherente a la plusvalía absoluta; el déficit total tiende a aumentar estructuralmente, por lo que debe reducir al máximo el gasto público; la inversión en tecnociencia es sobre todo de grandes empresas extranjeras, lo que aumenta la dependencia hacia el exterior de la economía española; el grueso de las inversiones exteriores han ido y van al ladrillo, a la construcción; la dependencia energética es gigantesca y un encarecimiento de sus costos será dramático; su dependencia del turismo, negocio incierto, supone el 15% del PIB, la construcción el 14% y el comercio el 12%..., y por no insistir: la española es una «economía del papel», un drenaje de capital, porque casi el 56% de las empresas que se crean son instrumentales, «de papel», para evadir impuestos, blanquear gran parte de las ganancias de una enorme economía sumergida que supone el 25% del PIB pudiendo llegar al 30% en verano, además casi el 83% de las «empresas de papel» no pasan de dos empleados…

La crisis del “régimen del ’78” es, a la luz de estos datos estructurales, un efecto parcial de la debilidad de España como marco de acumulación del capital: ¿qué medidas concretas para reducir el empobrecimiento social, recuperar derechos, fortalecer la autoorganización obrera y popular deben tomar las izquierdas para, además de conquistas materiales inmediatas, también y sobre todo muestren que apenas servirán de nada sino se avanza al socialismo? ¿Cómo explicar que toda victoria parcial, imprescindible de por sí, pero que se queda en simple reforma, es anulada por la burguesía más temprano que tarde sino sirve de impulso para otros avances inmediatos, para otros pasos más extensos y radicales hacia el socialismo y hacia la independencia obrera de las naciones oprimidas?

Seis, además de la debilidad estructural del capitalismo español que le hace depender de los «vientos de popa», ahora tiene que superar los crecientes «vientos de proa» que azotan a la economía europea y mundial. Hemos sabido que la producción industrial europea del automóvil se ha atascado, y que el motor alemán bordea la recesión desde verano de 2019. El Brexit pone los pelos de punta a la Unión Europea a pesar de las medidas que lleva implementando desde hace meses. El Estado francés se encuentra en una dura lucha de clases que decidirá buena parte de su futuro, y el gobierno ha tenido que ceder por ahora en la importante cuestión de alargar la vida laboral y reducir las pensiones. Los Estados español, francés e italiano son los tres con más alta tasa de desempleo de la Unión Europea. Han fracasado las sucesivas medidas para reactivar la economía, así que a finales de 2019 la prensa burguesa hablaba de la necesidad de una especie de «electrochoque» para lograrlo. Pero su efectividad dependería, además de la lucha de clases interna a la UE, también de la evolución de la economía mundial, y recientemente el Banco Mundial ha echado un océano de agua helada al reconocer que la economía crecerá al mínimo desde la crisis de 2007: el 2,5% y aún peor para la UE porque bajará del 1,5% de 2019 al 1% en 2020. Es incuestionable que todo ello debilitará al capitalismo español. A tal panorama debemos añadir los efectos de las crecientes provocaciones, guerras comerciales y militares, que lanza el imperialismo, también los costos crecientes del desastre socio ecológico… Todo esto nos lleva al papel que juega en subimperialismo español en su estrategia reformista o simplemente contrarrevolucionaria, como hemos visto antes.

¿Podemos separar totalmente el devenir de las revoluciones sociales en la península Ibérica y en la Europa empobrecida de las contradicciones crecientes de la Unión Europea y del imperialismo mundial? ¿Qué internacionalismo proletario deben desarrollar las izquierdas independentistas y las del Estado para responder al subimperialismo español, al euro imperialismo y al imperialismo yanqui? ¿No son contundentes las lecciones que está dando la Unión Europea con su apoyo directo e indirecto al Estado contra Catalunya? ¿Creemos que el capital español no va a intensificar su nacionalismo opresor no sólo para derrotar a los pueblos que oprime en el Estado y alienar a la clase trabajadora del Estado, sino también para aumentar el saqueo externo para fortalecer su poder estatal e internacional? ¿Cómo deben las izquierdas adecuar su internacionalismo proletario para derrotar esta estrategia burguesa?

Nunca es bueno generar artificialmente expectativas imposibles, falsas e irreales ilusiones entre la militancia y sectores sociales concienciados. La verdad, sea dicha por Agamenón o por porquero, siempre es necesaria porque siempre es revolucionaria, aunque resulte duro escucharla. Entre las muchas lecciones que debemos extraer de las cuatro situaciones que hemos repasado tan rápidamente --1873, 1929. 1978 y 2007--, queremos terminar este texto a debate con una muy simple: las revoluciones socialistas triunfarán sólo en la medida en la que, simultáneamente, desaparezca el marco de acumulación de capital que llaman España y sea destruido el Estado que es el centralizador estratégico de sus fuerzas de explotación y reproducción del capital. De lo contrario los regímenes inhumanos que se expresan en los lemas «la espada y la cruz», «Monarquía e Inquisición», etc., seguirán bajo el lema «Capital y Monarquía».

EUSKAL HERRIA 13 de enero de 2020

Notas






[6] https://eh.lahaine.org/el-olvido http://izca.net/2020/01/10/el-sindrome-de-estocolmo-y-los-apoyos-de-algunas-izquierdas-soberanistas-al-gobierno-de-pedro-sanchez/



[9] https://elpais.com/economia/2020/01/10/actualidad/1578689042_106222.html https://www.publico.es/economia/constitucion-deficit-sanchez-e-iglesias-topan-austeridad-entra-vigor-reforma-articulo-135.html







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