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sábado, 3 de marzo de 2018

Reconociendo el Valor del Euskera

Con respecto al euskera, los únicos lugares en los que no se reconoce el valor de la diversidad lingüística son París y Madrid. Los jacobinos buscan exterminarlo recurriendo a la estrategema de ni siquiera reconocer su existencia mientras que los borbónico-franquistas lo criminalizan cada oportunidad que tienen.

Dicho lo anterior, les presentamos este artículo publicado en Deia:


El Programa de Estudios Vascos de la Universidad de Santa Bárbara, iniciado en 1993, llega cada año a 200 alumnos a través de seis cursos sobre lengua, cultura, historia y actualidad de Euskadi

Marta Martínez

“No hay una lengua más interesante que el euskera para un lingüista”, sostiene Viola G. Miglio, una estadounidense que se enamoró de la cultura vasca a través de su profesor y mentor en la Universidad de Maryland, Juan Uriagereka, y que actualmente es profesora de Lingüística en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Santa Bárbara (California) y cátedra José Miguel de Barandiaran en Estudios Vascos. El programa consta de seis cursos trimestrales sobre lengua, cultura e historia del País Vasco y llega cada año a unos 200 alumnos.

Miglio trabaja desde 2014 junto a Iker Arranz, un tolosarra de 38 años que aterrizó en California de la mano del Instituto Etxepare. “Cuando llegué me encontré con un programa que estaba despegando”, cuenta. Y es que a Miglio le costó casi siete años volver a poner en marcha la cátedra de Estudios Vascos, implantada en 1993.

“Todo comenzó con un argentino”, cuenta entre risas. Se trataba de Juan Bautista Avalle-Arce, un experto cervantino mundialmente reconocido que durante diez años ostentó la titularidad de la cátedra Barandiaran. Nacido en Buenos Aires en 1927 y muy unido a sus raíces vascas, Avalle-Arce se jubiló en 2003 en la tierra de sus padres, Nafarroa, donde falleció el día de Navidad de 2009. Miglio llegó a la Universidad de Santa Bárbara el último año de su cátedra y desde su jubilación luchó por mantener la plaza en Estudios Vascos, aunque sin éxito. “Al decano no le resultaba suficientemente atractiva para la universidad”, lamenta. Así que, durante siete años, realizó cursos de forma esporádica y conferencias. Hasta que en 2010 unió sus fuerzas con el Instituto Etxepare.

“La Universidad de Santa Bárbara tiene 225.000 alumnos, es una de las mejores universidades públicas del mundo, así que tener aquí una plaza para Estudios Vascos es muy importante”, destaca Arranz, quien explica que “a partir del acuerdo con Etxepare se han empezado a mandar lectores que ofrecen ya no solo enseñar lengua, sino cultura, cine, literatura, en definitiva, temas más variados y actuales”.

“Aquí en Santa Bárbara no tenemos una comunidad vasca potente como en Reno o Boise, aquí hay que trabajar mucho la audiencia, hay que ofrecer a los estudiantes de aquí algo atractivo”, apunta.

Iniciativas innovadoras

La audiencia son estudiantes de entre 18 y 22 años “que no saben nada de la cultura vasca y a los que tienes que enganchar de otra manera”. Es por ello que Arranz ha puesto en marcha dos cursos innovadores. Uno es el Basque Food Studies, en el que acerca a los alumnos a la cocina vasca. “Este curso está funcionando muy bien, les invito a que cocinen y la última semana hacemos una merendola”, explica. El otro es sobre cooperativas, Basque Cooperatives and Fiscal System, en el que “mostramos y discutimos el modelo Mondragón y cubrimos tanto el sistema político, como el fiscal y cultural para explicarlo”.

Además, Arranz ha puesto en marcha este año el curso on line de Lengua y Literatura. “Este curso se oferta a todos los campus de la Universidad de California, así que 225.000 alumnos potenciales tienen la opción de tomarlo”. “Intentamos diversificar mucho más la oferta de cursos y darles un tono más actual, no quedarnos solo en una perspectiva histórica, sino impartir estudios culturales más abiertos”, asegura el profesor tolosarra.

Otra de las iniciativas del programa de Estudios Vascos es la puesta en marcha del Basque Club, un club de estudiantes interesados en los cursos y que han viajado a Euskadi. “Siempre nos piden que comencemos un programa de intercambio, algo que nos gustaría hacer si tenemos el apoyo institucional necesario”, sostiene Arranz. Tanto él como Miglio se felicitan de la buena acogida de los cursos. “Tenemos entre veinte y cuarenta alumnos de media en las clases, y hemos llegado a tener sesenta en algún curso”, explica la lingüista. “El curso de cocina tiene quince alumnos, que para ser el primer año está muy bien”, añade el tolosarra, doctorado en Filosofía en la UPV/EHU.

Hay una excepción: el curso de lengua. “Si ya es difícil enseñar lenguas de menos difusión en cualquier lugar, en Estados Unidos, que son todos estrictamente monolingües, la idea resulta muy exótica” explica Miglio, quien aclara que “esto no pasa solo con el euskera, con el ruso y el coreano, por ejemplo, pasa lo mismo”. “Tenemos una media de entre ocho y diez alumnos en el primer curso de euskera (son trimestrales), en el segundo suelen ser cuatro y antes dábamos un tercer curso en el que quedaban solo dos alumnos”, explica Miglio.






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