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viernes, 26 de junio de 2015

La Txapela como Norte

Ante el sensible fallecimiento de Peiko Solabarria desde Naiz han rescatado esta misiva en la que un grupo de represaliados vascos expulsados por el régimen español manifestaban su admiración y cariño por este gran luchador.

Lean:


Carta publicada el 30 de abril de 1997 en ‘Egin’, firmada por los cinco integrantes del Colectivo de Deportados Vascos en Santo Domingo: Eugenio Etxebeste, Iñaki Arakama, Pello Gantxegi, Belén González y Angel Iturbe.

Colectivo de Deportados Vascos en Santo Domingo (1997)

A cada cual le ha tocado su sambenito en esta sufrida pero jocosa vida, y a ti, nuestro querido Periko, te ha tocado el de portador de txapela. A unos y otros, contemporáneos tuyos, generación posterior, o juventud actual, nos basta observar esa prenda que, con tanta originalidad y dignidad llevas sobre la azotea, para identificar tu persona y los múltiples compromisos humanos y políticos que comporta. La txapela es un aditamento de nuestro vestir tradicional, útil y práctico. Sirve para protegernos de los chaparrones, sirve para resguardar nuestra mirada del deslumbrante sol, sirve para mantener caliente o fresca la cabeza según convenga a cada coyuntura, sirve para que las ideas no se nos escapen en volutas de aire estratosférico; también sirve para el traslado de los grillos recogidos en el monte y para sustituir al guantelete medieval cuando se trata de aplicar alguna cachetada en el templo de la calle, al que se lo merece, lo que popularmente se llama boinazo. De todos estos usos, y posibles abusos, identificaríamos tu usanza, más con los primeros que con los segundos, y ello sencillamente por desconocimiento de causa respecto a tu afición al naturalismo o a tu pronto talante. Pero en tu caso, la retrataríamos, sobre todo, como un hábil preservativo de resfriados reformistas y como un fiel tótem de tu pertenencia al pueblo trabajador y a los ideales de liberación nacional y justicia social.

Donde va Perico, va su txapela, y viceversa. ¡Ahí está la txapela de Periko!, ya estará el hombre haciendo alguna de las suyas. Y en efecto, las suyas -que orgullosamente son las nuestras- han sido muchas y muy variadas. Desde enrolarse a las filas del clero consecuente, hasta codearse en el tajo con la flor y nata del aroma langile, pasando por la complicidad clandestina, por las detenciones y encarcelamientos –prisión concordataria incluida– , y llegando, finalmente, a la lucha política en puestos de responsabilidad del MLNV como Mahaikide de HB. Tantas cosas habrá hecho, que quizás es el único personaje que ha tenido la osadía humana y cuasi-divina de «casarse» tres veces: con Cristo, con el pueblo, y con una txabala llamada Begoña.

Así como Bizkaia tiene el faro de Machichaco, Euskal Herria entera tiene la txapela de Periko, para orientarse y no perder el rumbo correcto de la singladura que le lleve a buen Puerto. Los largos años de compromiso y militancia esgrimidos en tu haber, son un puente de rectitud y confianza hacia quienes seguimos creyendo con fe y esperanza que la Causa de la Libertad bien vale toda una vida.

Voces amigas, allende los mares, venciendo la distancia y los huracanes que nos separan físicamente de nuestra querida Euskal Herria, nos han comentado el empeño de homenajearte. Nos imaginamos que a ti, al igual que a nosotros, eso de ser portada informativa y centro de atención, aunque sea justificado y de buena fe, no te hará ninguna gracia. Pero ya sabes aquello de saber estar a las duras y a las maduras. Respecto a lo primero lo has demostrado con creces. En esta ocasión, te ha tocado lo segundo, y esperamos que el «mal trago» lo puedas ingerir a sorbitos de buen catador.  Por nuestra parte, como «doctores tiene la santa madre…», nos hemos plegado a su mandato y gustosamente nos queremos sumar al apologético acto solidario a través de estas líneas. Bien sabes que nos gustaría estar a tu lado, compartiendo la alegría del momento, estrechando corazones en un unísono latido, pero por mor de causas y efectos habremos de conformarnos con dedicarte nuestra presencia espiritual, nuestro afecto encarcelado y nuestro reconocimiento moral. Somos conscientes de la multitud de compañeros y compañeras que sabrán rodearte de cariño y fraternidad. Que sabrán sintetizar tus virtudes y defectos, tus dichas y tristezas, en ese marco de gran humanidad del que eres digno representante. En todos ellos depositamos nuestra confianza y la delegación de nuestra ofrenda.

Periko, te necesitamos, el Pueblo necesita de un semillero como el tuyo, que dé sentido y haga realidad el poema «hay hombres que luchan un día y son buenos, hay quienes luchan una semana y son mejores,…, hay quienes lucha toda la vida, esos son los imprescindibles».

En un mundo donde el reino de las tinieblas parece imponerse sobre el reino de la luz sólo podemos afirmar que no hay razón para dudar de la existencia del camino correcto. Puede que ciertos focos se hayan extinguido y que otros se multipliquen alumbrando atajos infames, pero nuestra certeza de que el camino sigue ahí, de que es preciso caminarlo, y al mismo tiempo, hacer camino al andar, es la mejor garantía de nuestra victoria final. Tu ejemplo de pundonor, sacrificio y valentía es la mejor guía, la mejor farola para, desde la fábrica, la universidad, el instituto, el taller, la oficina, el andamio, la zanja, la cocina, el caserío, el pesquero,…, la cárcel, el exilio o la deportación, los hombres y mujeres de Euskal Herria, sepamos y podamos aportar nuestro granito de arena y cemento para transformar nuestra actual sociedad y construir el modo de vida y el marco político de una Euskal Herria Libre, Unificada, Independiente y Euskaldun.

Periko, antes de reintegrarnos al anonimato de tu borroka cotidiana, sólo nos resta añadirte que sigas siempre fiel al norte de tu txapela, que la sigas llevando con la misma humanidad y altruismo de siempre, y que únicamente, cuando llegue el feliz día de la emancipación para el Pueblo y los Trabajadores, te desprendas de ella para que emprenda el definitivo vuelo en el viento de la Libertad.






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