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jueves, 27 de diciembre de 2018

Los Hijos del Roble

Deia ha publicado este reportaje acerca de un censo que se ha hecho de los retoños del Roble de Gernika que se encuentran distribuidos no solo por Euskal Herria sino por el mundo:


La Juntas Generales impulsan el censo con el que hasta la fecha se ha confirmado la pervivencia de 151 descendientes

Ane Araluzea

La descendencia del Árbol de Gernika es tan prolífica como desconocida. Los retoños del emblemático roble han trascendido todas las fronteras geográficas para expandir su simbolismo en los cinco continentes durante varias décadas en las que se ha impulsado su plantación en lugares como Pforzheim, Sídney, Auschwitz o Washington. Algunos han echado profundas raíces en su tierra de acogida, otros han visto crecer a generaciones de vascos en la diáspora antes de perecer e incluso hay esquejes que se han topado con barreras en las aduanas. Desde la Presidencia de las Juntas Generales de Bizkaia se han propuesto llevar a cabo el registro de todos esos retoños distribuidos por el mundo. Hasta la fecha ha recabado información relativa a 400 ejemplares, entre los que se puede asegurar la pervivencia de 151. Sin embargo, gracias a la red de colaboración tejida para completar el registro, los números fluctúan constantemente.

“Son seres vivos, no es como cuando pones una piedra y se queda ahí”, argumenta Iker Lope de Bergara, uno de los responsables de la investigación iniciada con la revisión de los registros depositados en el Archivo Histórico Foral de Bizkaia y la consulta de los registros de salida de Juntas Generales. “Hay datos de los archiveros que no son legajos del siglo XVI, pero están escritos a mano y la información es muy inexacta. A partir de ahí creamos una geodatabase, localizando el punto exacto donde se encuentran y en qué estado de conservación”, revela Lope de Bergara, quien señala que parte de la información la han obtenido gracias al investigador Joseba Iribar. Partiendo de esa base han constatado que 151 retoños perviven -más de la mitad (87) en diferentes puntos de Bizkaia-, existen indicios de que 37 más están en pie, hay datos de otros 142 que no han sido localizados y está verificado que 65 han perecido.

Se trata de unas cifras que varían incesantemente debido al goteo de información recabada por los investigadores Iker Lope de Bergara y Jone Miren Gil y la historiadora y documentalista Rebeca López, que se han puesto en contacto por teléfono y correo electrónico con ayuntamientos e instituciones y diferentes colectividades vascas. “Hay más de 400 municipios vascos y casi 200 euskal etxeak. No nos han contestado todos, pero algunas referencias nuevas sí que hemos encontrado”, explica Gil, quien señala que “en muchos consistorios han sido los propios técnicos los que se han acercado a sacar la foto”.

Entre las dificultades a las que se están enfrentando para completar el registro destaca dar con el interlocutor correcto. “En el archivo a veces solo consta Retoño con destino a América. Así es imposible localizarlo, aunque luego se puede hallar otro archivo en el que aparece la finca a la que se dirigió. Una vez que lo localizas tienes que dar con alguien de ahí y pedirle que vaya a sacar una foto al árbol”, indica el investigador sobre el compromiso que requiere el trabajo. Sin embargo, destaca que, la mayoría de las veces, la respuesta es buena. “Les hace ilusión, se enorgullecen de decir que sus árboles están grandes y lozanos”, concreta Lope de Bergara.

A lo largo de la historia

La popular canción de Iparraguirre, estrenada en 1853, sirvió para extender la leyenda del insigne roble bajo el que se juraban los fueros. Pero hay registros legendarios que hablan de retoños mucho antes. “La primera referencia es de 1603, aunque es de dudosa credibilidad. Lo que es casi seguro es que ya no viva”, indica Iker Lope de Bergara, ya que la media de vida de los robles es de unos 200 años. No obstante, este investigador concreta que no suele ser habitual que los retoños vivan tanto. “Se les cerca, se ponen junto a edificios... Queriéndoles dar importancia al final se les resta libertad”, explica Gil. Aunque también hay casos de árboles que no han sido identificados con placas para evitar que sean atacados por el simbolismo que atesoran. Es el caso de varios árboles que fueron plantados en Lizarra.

Actualmente, el retoño más antiguo localizado, de 1859, se encuentra en Gernika, a 200 metros de la Casa de Juntas, en el jardín de una casa. Pero fuera del territorio también existen referencias antiguas, como el de Rosario de Santa Fe, en Argentina (1886); el de Arenys de Munt, en Catalunya (1882), o el del centro vasco Laurak Bat, de Buenos Aires (1906). Los motivos que han llevado a plantar los retoños son diversos, como la inauguración de una euskal etxea, por ejemplo. “Crece cerca de la comunidad, baila sus dantzas alrededor y organiza sus celebraciones al cobijo del roble”, explica Iker Lope de Bergara. Otro pretexto que motiva la plantación es la conmemoración del Bombardeo de Gernika, el Día del Árbol o actos sobre la Memoria Histórica.






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