La realidad es que los vascos quisiéramos tener nuestra propia liga de futbol (o de rugby), pero mientras se logra la independencia nos tenemos que conformar con ver a nuestros equipos jugar en la liga del estado español en el caso del futbol y en la liga del estado francés en el caso del rugby.
Hace una semana la afición vasca tuvo que atestiguar el descenso del Osasuna de Pamplona dejando solos al Athletic de Bilbao y a la Real Sociedad de San Sebastian. Sorpresivamente hoy, celebra el ascenso del SD Eibar.
Pues bien, en estos tiempos de la Europa neoliberal (y de derecha como muestran los resultados electorales) todo es negocio, todo es mercancia, todo está a la venta... pues entonces la cosa se complica para los equipos "pequeños", lean esta nota publicada en SDP:
El humilde Eibar que ascendió por primera vez a Primera División podría bajar a Segunda B
La SD Eibar, ha confirmado esta misma noche su ascenso matemático a la Liga BBVA, por vez primera en sus setenta y cuatro años de historia. El Club cuenta con el presupuesto más bajo de toda la Segunda división. Representa a una ciudad que no llega a los treinta mil habitantes. Disputa sus partidos como local en un estadio, Ipurúa, con un aforo de poco más de cinco mil espectadores. En su plantilla no destaca ninguna estrella y no hay un solo nombre con una mínima carga mediática. Pero es un club con un funcionamiento y una gestión ejemplares, sin deuda acumulada, al corriente de pagos. Un hito extraordinario en el fútbol profesional. Un club modélico.
Sin embargo, y pese a dormir con el club como nuevo equipo de Primera división, el sueño de Álex Aranzábal no será aún plenamente tranquilo. La necesaria ampliación de capital a la que debe hacer frente el club armero mantiene a su presidente en vilo. Resulta paradójico, en un club saneado como el Éibar, que la normativa pueda dar con la institución de nuevo en Segunda B sino consigue cumplir con las exigencias marcadas por el Real Decreto 1251/1999 sobre Sociedades Anónimas Deportivas. Pero lo cierto es que el artículo 3 de la citada norma exige al club una ampliación de su actual capital social hasta alcanzar el mínimo establecido para las sociedades anónimas deportivas (que es el equivalente a la media del 25% de los presupuestos de los equipos de Segunda en las dos últimas temporadas, esto es, algo más de dos millones de euros). Si no consigue sumar accionistas y completar la operación antes de la fecha límite del seis de agosto, y la recaudación aún va por el medio millón de euros (el 30% de los 1,7 que requiere sumar), su meritorio ascenso se verá frustrado y volverá a dar con sus huesos en el pozo de la Segunda B.
Por increíble que suene tener que hablar de un asunto así cuando apenas hace un par de horas que se ha confirmado el ascenso matemático de una entidad ejemplar y que se ha ganado el respeto de todo el mundo del fútbol. Disfruta, Eibar, porque pocos lo han merecido igual. Y ahora, denok batera, a por el segundo de los objetivos.
Vean este reportaje:
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