Les compartimos la valoración de Gara con respecto al proceso electoral europeo:
El frente amplio vasco, EH Bildu, ha logrado ser la primera fuerza en el conjunto de Hego Euskal Herria, con resultados espectaculares en provincias como Araba y Nafarroa, en pueblos y ciudades como Donostia, Eibar o Tafalla, por mencionar tan solo algunos de los más significativos. Pero, sobre todo, ha logrado su principal y más difícil objetivo en estas elecciones: que Josu Juaristi pueda representar en el Parlamento Europeo a esa mayoría de la ciudadanía que quiere que se defiendan los derechos humanos, se trabaje por la resolución del conflicto vasco, no se impongan políticas de austeridad criminales diseñadas por órganos no elegidos democráticamente, se trabaje para garantizar el bienestar de todas las personas en base a criterios de equidad y justicia social, se desarrolle una cultura verdaderamente democrática, se respete la voluntad de los pueblos y se avance en el objetivo común de lograr una paz justa y duradera.
En este logro es importante reseñar los votos logrados por el otro socio principal de la alianza Los Pueblos Deciden, el BNG, que ha cosechado alrededor de 80.000 votos en Galiza, un muy buen resultado que junto a los votos en otros lugares del Estado han impulsado esta candidatura hasta Bruselas. Era un auténtico reto, un reto complicado por razones objetivas. La principal, una circuscripción única diseñada para favorecer a las fuerzas estatales y a los principales partidos. Esto hace que el logro sea aún más importante. Se demuestra una vez más la importancia de tejer alianzas que faciliten los objetivos, tanto los tácticos como los estratégicos.
El PNV confirma el escaño de Izaskun Bilbao, que estaba garantizado gracias a su alianza con CIU. Sus resultados en Euskal Herria han sido razonablemente buenos en general y muy buenos en Bizkaia. No obstante, pierde posición en Araba respecto al frente amplio y su estrategia de acoso en Gipuzkoa no obtiene los resultados esperados, excepto en sitios muy concretos.
La polarización entre las fuerzas abertzales ha logrado activar a sus respectivos votantes, hasta el punto de revertir la tendencia histórica de estas elecciones, donde los partidos estatales solían obtener mejores resultados que las fuerzas vascas. Los partidos unionistas están en descomposición, como el régimen que deviene de la Transición, y en el caso vasco, catalán y gallego la falta de una oferta clara para esas sociedades distintas se suma a la decadencia que irradian desde la Metrópoli. En el caso vasco la participación también ha sido un poco mayor de la que auguraban las previsiones, algo mayor que en el Estado, aun sin llegar a las cifras de Catalunya, movilizada por la dinámica del proceso más que por los propios comicios europeos.
Mención aparte merece el caso de Nafarroa, donde el cambio político parece cada vez más viable. EH Bildu se sitúa como segunda fuerza y, junto a Izquierda Unida y Podemos igualan en votos a PP y PSOE. Todo ello a falta de Geroa Bai. Si se atiende a datos concretos de pueblos y barrios, estos resultados son aun más significativos. Existen condiciones objetivas y subjetivas en este herrialde para un cambio político, pero durante este año, hasta las elecciones forales y municipales, es obligatorio tejer alianzas, impulsar liderazgos compartidos, diseñar alternativas y programas, marcar la agenda política y ser capaces de ilusionar a la ciudadanía.
Podemos también merece su propio análisis por la fuerza con la que irrumpe, también en Euskal Herria y pese a no haber hecho apenas campaña en nuestras tierras. Está por ver cómo se desarrolla un partido muy condicionado por el liderazgo de un grupo de ilustres e ideológicamente demasiado ecléctico, pero que ha logrado capitalizar el descontento y atraer a sectores diferentes. Quienes han despreciado al partido de Pablo Iglesias deben analizar seriamente a qué responde el apoyo obtenido, llamativo en muchos lugares. Comprender las motivaciones de esos 72.000 votantes puede servir, como mínimo, para entender mejor a una parte de nuestra sociedad.
Estos resultados no se pueden extrapolar a otras elecciones, pero marcan tendencias que se pueden confirmar o revertir dependiendo de cómo se trabaje. A los ejes abertzales/unionistas e izquierda/derecha hay que sumarle la posición respecto a la resolución del conflicto, la cuestión del derecho a decidir y la vertebración de los territorios. Son las mismas cuestiones de siempre, pero formuladas en un contexto político muy distinto y con equilibrios de fuerzas cambiantes. Un análisis pormenorizado de estas elecciones, de los aciertos y los errores, debería dar a las fuerzas vascas instrumentos para acertar en sus estrategias.
Europa, sin rumbo y polarizada
La victoria de Syriza en Grecia y la del Frente Nacional en el Estado francés muestran una Europa polarizada, contradictoria y en la que los partidos del sistema ven cómo sus políticas errantes les llevan a perder paulatinamente la centralidad política. Siguen manteniendo el poder, pero van camino de perder el control. La alternancia ya no está garantizada y no parecen tener alternativa. Los gobiernos de concentración, como el propuesto por diferentes líderes del PSOE y PP, parecen ser la única propuesta para retener su cuota de poder, pero ese esquema tiene fecha de caducidad corta.
Urge establecer alternativas en un programa. Victorias como las del Sinn Féin, Syriza o EH Bildu potencian esa posibilidad, que deben saber materializar.
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