José María Aznar se identifica a sí mismo como el salvador de España, tal como en su momento lo hizo su predecesor ideológico Francisco Franco Bahamonde.
Pero a diferencia de Franco, Aznar quiere ir más lejos, expandiendo las fronteras a sus antiguas demarcaciones, emulando así las hazañas de otros genocidas, como lo fueron Hernán Cortés y Francisco Pizarro.
Por eso se ha inmiscuido tanto en asuntos internos de Cuba y de Venezuela, sin olvidarnis de la tarea de Celestina que llevó a cabo en Centroamérica a favor de la aventura belicista de George W. Bush en Irak.
Ahora Aznar va por la grande, nada más y nada menos que por México. Solo así se explica que entre los invitados de honor a la presentación de su panfleto haya estado presente el destapado Felipe Calderón Hinojosa, quien por cierto no estaba solo, se encontraba acompañado por su fiel escudero, el tribilinesco Germán Martínez Cázares. Recordemos que ambos son michoacanos de familias Cristeras. Lo más retrograda del PAN, que ya es un decir. Igual y vino a pasarles el cepillo para financiar la Medalla de Oro del Congreso estadounidense.
Una vez dicho lo anterior, ampliamos lo relativo a la visita non grata de Aznar a México con esta reseña publicada por La Jornada:
La lucha contra el terrorismo debe ser con firmeza: Aznar
Llegó ayer; molesto por la indiferencia con que fue recibido
Georgina Saldierna y Triunfo Elizalde
Al presentar en México su libro José María Aznar: Ocho años de gobierno. Una visión personal de España, el ex gobernante de aquel país dijo anoche que la mayor amenaza que enfrenta el mundo es el totalitarismo del terrorismo, el cual procede del fanatismo religioso, étnico e ideológico y pretende chantajear al Estado y a los ciudadanos.
Horas antes el ex mandatario español llegó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México donde la ausencia de la embajadora ibera, Cristina Barrios, el tener que hacer fila para la revisión de sus documentos migratorios y equipaje, y la escasa presencia de elementos del Estado Mayor Presidencial le causaron un visible malestar.
Miguel C. Díaz-Bache Pumareda, cónsul general de la embajada de España en México, tuvo a su cargo recibir al ex mandatario español. A manera de justificación, el diplomático comentó que la embajadora Barrios "se encuentra en Los Pinos, atendiendo un asunto que ya estaba concertado".
Ante unas 300 personas, entre ellos los dirigentes del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, Felipe Calderón Hinojosa y Germán Martínez, Aznar señaló que en España se ha sufrido el terrorismo desde hace décadas y el mayor riesgo de ello es sucumbir ante sus pretensiones, que la sociedad se rinda, se acostumbre al derramamiento de sangre o acepte que tiene alguna culpa, "cuando son ellos (los terroristas) los culpables".
En un conocido hotel de Reforma, resguardado por un fuerte dispositivo de seguridad, el ex mandatario pidió no caer en un síndrome de Estocolmo colectivo, y consideró que frente a las prácticas terroristas debe actuarse con firmeza, pues cuando no se toma esa posición se alienta dichas acciones.
Rechazó que el terrorismo responda a situaciones de injusticia e invitó a ver el mapa mundial para corroborar que las zonas de mayor pobreza no coinciden con aquellas donde prevalecen prácticas terroristas.
El terrorismo, insistió, nace del fanatismo. "No nos equivoquemos: una cosa es la lucha contra la pobreza y otra el terrorismo que asesina para conseguir poder". Así, manifestó que las políticas de apaciguamiento hacen a la sociedad más vulnerable. La lucha contra el terrorismo debe darse con firmeza, subrayó.
Sobre su libro, difundido por la editorial Planeta, José María Aznar consideró que tal vez sorprenden algunas de las tesis que contiene, pero subrayó que las sostiene. Tras ocho años de permanecer al frente del gobierno español, enfatizó que cierra un importante ciclo de su vida, que es el de político en activo, aunque seguirá abordando el tema desde otros frentes.
El ex mandatario concluyó la presentación de su libro sin que diera la oportunidad de que los asistentes emitieran algún comentario y sin emitir ninguna declaración a la prensa. Eso sí, permaneció más de una hora autografiando los textos que compraron un gran número de lectores.
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