Lectura recomendada acerca del pasado medieval de Nabarra y las expresiones de ese pasado en la actualidad. Les traemos el texto desde Naiz:
Palacios de Iruñerria, un pasado nobiliario con un presente hostelero o incierto
Aunque a lo largo y ancho de Nafarroa se conservan varios inmuebles nobiliarios relevantes, Iruñerria cuenta con tres destacados ejemplos de los llamados palacios de cabo armería. Unos edificios que atesoran curiosas historias y cuyo presente pasa por un uso hostelero o se presenta incierto.
Pello Guerra
El rico pasado medieval de Nafarroa se hace presente a través de los palacios de cabo de armería, de los que en Iruñerria destacan tres inmuebles con un pasado de historias nobiliarias que viven en unos casos un presente de reconversión hostelera y en otros, de futuro incierto.
Sus propietarios o palacianos constituían la base de la nobleza rural navarra. Esos señores eran cabeza de linaje y cabos de los hombres de armas que podían movilizar en los territorios bajo su dominio, de ahí la denominación de estos inmuebles.
Además, gozaban de notables privilegios, ya que estaban exentos del pago de algunos impuestos, tenían derecho a doble porción en los aprovechamientos comunales, incluso de los pastos y aguas; gozaban de lugares de preeminencia en la iglesia y muchos de ellos contaban con asiento en las Cortes de Nafarroa.
En el herrialde llegaron a existir unos 300 palacios de cabo de armería, divididos en cuatro tipos teniendo en cuenta su fisonomía: la torre exenta, la casona señorial y los dos más clásicos: el de dos torres en la fachada y el de cuatro, con una en cada esquina de la planta cuadrangular con patio central. A estos dos últimos modelos corresponden tres de los palacios más destacados de Iruñerria.
Uno de ellos es el de Mendillorri. Situado a «dos o tres tiras de ballesta de distancia» de la capital, como se recoge en los antiguos legajos, el actual barrio iruindarra figura en un documento de principios del siglo XI sobre la cesión hecha por Sancho el Mayor a la catedral de Santa María de Iruñea, otorgando al obispo la propiedad de ciertas tierras y unas viñas en la zona.
En el Libro de Fuegos de 1366 se señalaba que contaba con tres vecinos que participaron en cierta ayuda al rey Carlos II. Casi veinte años más tarde, en 1384, el obispo Martín destinaba una parte de las mil libras recibidas de su clavero o tesorero de Iruñea, Juan de Abarzuza, para reparar la torre de Mendillorri.
A las alturas de 1427, solamente vivía en este lugar Martín Miguel, que residía en el palacio del obispo, donde solía habitar su propietario durante algunos periodos de tiempo.
Las guerras en las que se vio inmersa Nafarroa en la segunda mitad del siglo XV pasaron factura a Mendillorri, hasta el punto de que quedó abandonado. Sin embargo, a finales de la centuria pasaría a vivir en la zona Arnalt de Larrasoaña, que ocupaba el cargo de oidor de la Cámara de Comptos. Él se encargaría de reedificar el palacio. Su presencia hizo que en el año 1507, los reyes Juan de Albret y Catalina de Foix le concedieran el privilegio de nombrar cura o protector para su parroquia.
A principios del siglo XVI, el palacio estaba habitado por caseros, que solían tener ordinariamente dos o tres ‘mozos de soldada’ para el cuidado de su hacienda. Pedro de Burlada declaraba en 1572 que al año siguiente de la batalla de Noain, librada el 30 de junio de 1521, pasó su padre a Mendillorri de casero de Juan de Larrasoaña, hijo y sucesor de Arnalt y padre de Juana de Larrasoaña, que a continuación pasó a ser propietaria del lugar junto a su marido, el abogado Liédena. A los Liédena les sucedieron en la propiedad del palacio la familia de los Vélaz de Medrano, que seguían siendo sus dueños a finales del siglo XIX.
Con el paso de los años, el palacio dejó de estar habitado y en la actualidad está clausurado, a la espera de que se le dé algún tipo de uso.
A unos ocho kilómetros de Iruñea se encuentra el palacio de Olloki, otro inmueble nobiliario cargado de historia, en especial la de los irreductibles familiares de San Francisco de Xabier.
De los García Olloqui u Olloqui a secas se tienen noticias desde el siglo XIV, ya que se encargaron de varias misiones para la Corona navarra.
A comienzos del siglo XIV, el palacio pertenecía a Miguel García de Olloqui, quien estableció en su testamento que para poder ostentar la propiedad del palacio, era imprescindible adoptar el apellido Olloqui y sus armas (su escudo).
En el siglo XV comenzó el vínculo del palacio con los Jaso, la familia de San Francisco de Xabier, a través del matrimonio de Juan de Olloqui, caballerizo mayor del rey, con Margarita de Jaso, tía del santo. De ese enlace nacieron cinco hijos y tres hijas.
En 1497 falleció el señor del palacio y le sucedió su primogénito, también de nombre Juan, quien fue uno de los nobles navarros que más se resistió a la conquista española de Nafarroa, junto a sus hermanos Francés y Remón, haciendo honor al emblema del linaje del palacio, ‘Potius mori quam foedari’ (Antes la muerte que la dehonra).
En esa lucha combatieron junto a sus primos Miguel de Xabier y Juan de Azpilkueta, hermanos de San Francisco, y Juan y Valentín de Jaso, hijos de su tío Pedro.
Juan y Francés figuraban en el grupo de caballeros capturado en 1516 durante el fracasado segundo intento de recuperación del reino lanzado por los legítimos reyes navarros, Juan III y Catalina I. Fueron hechos prisioneros junto al mariscal, aunque, a diferencia de Pedro de Navarra, consiguieron recuperar la libertad para seguir combatiendo en favor de la Nafarroa independiente.
En 1524, tras la rendición de Hondarribia, donde resistían los últimos legitimistas, buena parte de los caballeros navarros que habían defendido los derechos de los Albret frente a la conquista española se acogieron al ‘perdón’ otorgado por Carlos V. Sin embargo, Juan y Remón de Olloqui decidieron seguir fieles a los legítimos reyes de Nafarroa, lo que supuso que se mantuvieran su condena a muerte y la confiscación de sus bienes.
Juan de Olloqui se naturalizó francés y sirvió en el ejército de Francisco I, en cuyas filas ascendió al grado de maestre de campo. Se casó con María Bautista de Miranda y tuvo cuatro hijos: Juan, Miguel, María y Juana.
Mientras, en la Nafarroa ocupada, su madre Margarita de Jaso consiguió evitar la confiscación de su patrimonio, incluso a pesar de que el palacio había llegado a ser entregado por el duque de Alba a un tal Andrés de Barrionuevo. Así que la tía de San Francisco de Xabier siguió viviendo en él.
Veinte años más tarde, en 1544, se presentaron en Olloki María y Juana, las hijas de Juan que se habían criado fuera de Nafarroa. Su padre las enviaba temporalmente con Margarita, mientras combatía al rey de Inglaterra en la campaña de Boulogne.
Ellas acompañaron en sus últimas horas a Margarita de Jaso, quien murió el 21 de marzo de 1545. Ese mismo año, pero el 25 de diciembre, perdía también la vida su hijo Juan en Abbevjlle.Durante centurias se mantuvo la disposición del siglo XV de que solamente alguien apellidado Olloqui podía ostentar la propiedad del palacio. De hecho, cuando en el siglo XVII le llegó su posesión a un tal Martín de Elorz, este renunció a su apellido original para poder hacerse con el señorío.
Finalmente, el palacio terminó abandonado y se fue deteriorando hasta que recientemente ha sido restaurado y reconvertido en un espacio para grandes celebraciones, como banquetes de boda. Una adaptación a la hostelería que han vivido también otros palacios históricos, como el de Gorraiz.
En el extremo opuesto de las lealtades de los Olloqui se situó en el siglo XVI el palacio más destacado de Iruñerria, el de Arazuri, ya que fue señorío de una de las ramas de los Beaumont que más activamente iba a colaborar con los conquistadores españoles de Nafarroa.
El germen de este palacio podría remontarse hasta el siglo XI, cuando se documenta el linaje ‘Araçur’. En el siglo XV, este inmueble, calificado por algunos expertos como castillo por estar especialmente fortificado, perteneció a Lancelot de Navarra, hijo bastardo del rey Carlos III el Noble y que llegó a ser patriarca y protonotario del Papa Luna y administrador apostólico del obispado de Iruñea. Cuando falleció en 1420, el tesorero Juan de Monreal pasó a ser su palaciano.
Más adelante caería en la órbita de los beaumonteses a raíz del matrimonio de Luisa de Arazuri y Monreal con Juan de Beaumont y Navarra, hermanastro del conde de Lerín.
Ese vínculo familiar hizo que Juan apoyara la invasión española de Nafarroa en julio de 1512, de tal manera que el día 24 de ese mes acogió al duque de Alba en su camino hacia Iruñea para conquistarla.
Curiosamente, unos meses más tarde, en el otoño de ese año, albergó el cuartel general del legítimo rey Juan III cuando el soberano lanzó su primer intento de recuperación del reino, que terminó fracasando al no conseguir entrar en Iruñea, donde se habían atrincherado el duque de Alba y sus tropas junto a los beaumonteses fieles a Fernando el Católico.
Unos años más tarde, en concreto en 1521, el que pasaría una temporada en el palacio sería André de Foix, señor de Lesparre o Asparrots, el general que había dirigido el ejército franco-navarro derrotado en la batalla de Noain.
Herido durante el combate, Lesparre se rindió al primogénito de Juan, Francés, un joven que había hecho carrera militar en Francia y España, y que había resultado decisivo para que los españoles se impusieran en Noain.
Precisamente durante el siglo XVI se realizaron importantes obras en el palacio, que vinieron a reforzar una estructura tan destacada que fue declarada monumento histórico-artístico el 6 de octubre de 1966.
En la actualidad, alberga una vivienda de uso privado, aunque hay partes en desuso y que presentan cierto abandono.
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