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jueves, 20 de mayo de 2021

Gil de San Vicente | Eva Forest

Desde el portal de Rebelión traemos a ustedes este texto que Iñaki Gil de San Vicente ha dedicado al legado de la gran internacionalista Eva Forest.

Adelante:


Eva Forest, la revolucionaria que nos abre horizontes

Iñaki Gil de San Vicente

«Generar miedos parece lo propio de esta nueva forma de represión, miedos vagos, amenazas imperceptibles, que se notan en el ambiente, complicaciones que podrían poner en peligro la seguridad…Pequeños temores que contribuyen a frenar los impulsos y la imaginación. El clima ya hace tiempo que se viene creando y el ciudadano medio es muy sensible a esta clase de propaganda. Enseguida se contagia y ve fantasmas por todas partes […] Se empieza teniendo miedo de lo que pueda perturbar las pequeñas costumbres cotidianas y se pasa pronto a sentir alivio al ver en la esquina al jeep que controla el barrio […] He aquí el porvenir que nos preparan si no intervenimos a tiempo. Un largo proceso hacia la insensibilización y la anestesia. Ahora se nos revela lo que había detrás del marcado interés en sembrar la confusión y fomentar el miedo.»

Eva Forest, «Preludio para una temida democracia» (1977). Diez, 10, años de tortura y democracia, Gestoras Pro Amnistía, Estella, 1987, pp. 12-13.


Eva Forest murió un 19 de mayo de 2007, hace 14 años, sin embargo, sigue abriéndonos horizontes de libertad, como se aprecia en la cita escrita en 1977 que acabamos de leer. Hace 54 años se nos prometía que la democracia llamaba a nuestras vidas, que nuestra estrenada juventud estaba en el umbral de un universo inconcebible desde la negrura gélida del franquismo que se materializaba en la tortura, esa muerte en vida que nos había terminado de confirmar que dios no existía o, para decirlo en la verdad esencial, que dios era el mismo torturador. Pero la promesa tenía trampa: debíamos ceder en la radicalidad de nuestros deseos y proyectos para consensuar una «transición», de lo contrario lo más probable era que el «poder fáctico» eternizara la dictadura. Y en esto apareció Eva aconsejándonos temer a la democracia «que nos preparan si no intervenimos a tiempo». ¿Qué era «intervenir a tiempo»?

Desde que Eva nos comentara que su primera formación había sido en un entorno anarquista, nos preguntamos en qué medida aquella época tan decisiva le había vacunado contra el virus de la obediencia y a la vez le había inoculado el deseo de conocer. Sabemos de los hilos rojos que relacionan anarquismo y marxismo, y es muy probable que la bella y polifacética cultura crítica que fue desarrollando desde su juventud en años de dogmas se basara en aquellas raíces profundas y flexibles ante los temporales de la vida. Cuando alguien realice una biografía de Eva tendrá que partir de aquellas primeras exploraciones de la libertad para entender por qué pudo aportar tanto y por qué ahora seguimos orientándonos hacia los horizontes que nos enseñó.

En efecto, bien pronto tuvo que enfrentarse a la represión y al exilio, cuando Alfonso Sastre fue detenido en 1956. París le facilitó ampliar su formación anterior de modo que, ya de nuevo en el Estado español, aquel acervo teórico capaz de dominar críticamente varias disciplinas le llevó, como no podía ser de otro modo, a su primera estancia en la cárcel en 1962 por organizar un colectivo de mujeres en apoyo a las huelgas obreras. Un feminismo obrero clandestino, una directa relación en medio de la lucha de clases entre la emancipación de la mujer y la emancipación proletaria en la que la maternidad era una praxis que se vivía entre los muros, porque Eva cuidó allí a su hija recién nacida. Su conciencia feminista era anterior a esta detención, pero es muy posible que aquella experiencia le convenciera de la necesidad de estudiar en detalle las especiales represiones que sufre la mujer trabajadora, sobre todo por razones sociopolíticas y en especial durante el proceso de detención, tortura, juicio y cárcel, como veremos.

El contexto sociopolítico internacional y español estaba cambiando con rapidez en la década de 1960, es por ello comprensible que una revolucionaria como Eva avanzara también hacia otro horizonte: el internacionalista. Conocía París y sus luchas sociales y culturales, había sufrido detenciones, malos tratos y cárcel, pero la realidad le exigía profundizar en las contradicciones imperialistas. Es muy posible que lo estudiado en su viaje a Cuba le confirmara la necesidad de fusionar la lucha revolucionaria en el Estado con la lucha internacional de apoyo a pueblos antiimperialistas, como el vietnamita y tantos otros.

El feminismo obrero, comunista, de Eva le había enseñado que no se puede ser revolucionario en la calle y reformista en casa, es decir, que no se puede apoyar la independencia vietnamita, por ejemplo, y negar el derecho de las naciones catalana, vasca, galega, andaluza, etc., a su independencia. Es una contradicción insoportable que se vuelve contra el proletariado del pueblo nacionalmente opresor, como ya advirtiera en 1812 el delegado indio Dionisio Yupanqui en las discusiones en Cádiz para redactar la primera constitución española: «Un pueblo que oprime a otro pueblo nunca será libre», les advirtió, y la historia le dio la razón. Esta fue una de las razones que le llevaron a ella y a su compañero a romper con el PC de España, siendo otras razones sus agudas denuncias del reformismo, el más íntimo conocimiento de las opresiones nacionales en el Estado español, etc.

Fue en este vórtice en el que ella creaba su vida libre donde contactó con miembros de ETA. Las relaciones internacionalistas, los espacios críticos en los se decidía la suerte del franquismo y de las contradicciones capitalistas, exigían organización y contactos, y, como hemos dicho, ese vórtice de vitalidades y peligros le llevó a dar un salto cualitativo en su praxis. Como sucede cuando se da un salto cualitativo en la libertad revolucionaria, más temprano que tarde lo dan también, pero en sentido contrario, los sistemas represivos que detectan el nuevo peligro para el capital. De este modo, Eva y otras personas fueron detenidas por colaborar con ETA, torturadas y encarceladas.

Un impresionante fruto de aquella praxis fue su insuperable investigación de campo, es decir, realizado en la cárcel, superando infinitas dificultades, sobre la específica opresión sociopolítica de la mujer luchadora, que se enfrenta al sistema. El arsenal intelectual creado por años de militancia, sus estudios de sociología, psicología, arte y cultura, teoría política, etc., le capacitaron para realizar esta investigación impactante sobre las aterradoras experiencias de una treintena de mujeres, ella incluida. El resultado fue y es esa joya titulada Información 179-Testimonios de resistencia. Yeserías 75-77. Esta joya, como decimos, lleva un prólogo de Alfonso Sastre titulado Palabras sobre la tortura. Fue la editorial Hordago la que lo publicó en 1979.

Decimos que es el resultado porque es una obra permanente. Un abismo insondable que separa al marxismo del academicismo es que el primero se desarrolla en el interior de las contradicciones, mientras que el segundo lo hace en la industria educativa. Las aportaciones teóricas marxistas fundamentales se han elaborado en las llamaradas, en los hornos de la explotación y represión, lo que les confiere una objetividad cualitativa inalcanzable por el academicismo. Metodológica, teórica y políticamente Información 179 está a la altura de Marx arruinado y vigilado por todas las policías, de Engels redactor de la Situación de la clase obrera en Inglaterra, de Vera Zasúlich y su clandestinidad armada, de Louise Michel en la Comuna, de Rosa Luxemburg escribiendo en la vorágine de la lucha, de Lenin criticando la sociología en el destierro y las Tesis de Abril en el exilio, de Krupskaya llevando el aparato de seguridad, de Gramsci encarcelado, de Mao a punto de ser cercado, de Trotsky confinado, de Fidel Castro, Che, Argala, Ulrike Meinhof, Marulanda…

En la introducción Alfonso Sastre denuncia el papel que ha tenido y tiene la tortura en la cultura político-religiosa de la clase dominante española y nos trae aquella frase de Teodoro de Beza en el siglo XVI: Libertas conscientiae diabolicum dogma (p.17), que podríamos traducir rápidamente como que la libertad de conciencia es un dogma diabólico. Aún hoy, el Estado español es denunciado internacionalmente cada año por el uso del tormento. Paginas después, Eva escribe: «La gran noticia nos ha sacudido: Euskadi está en pie. Todo un pueblo ha parado y ha salido a la calle a exigir la libertad de sus presos. Esta espiral nos toca demasiado cerca el corazón. Nos hemos mirado en silencio. Alguien ha dicho: “Con un pueblo así no importa la muerte”. No, no importa la muerte con un pueblo así… Nos hemos abrazado llorando. Es para sentirse orgullosos, muy orgullosos» (p. 148)

Afincada en Euskal Herria, ella y su familia continuaron impulsando varios frentes de emancipación. Eva se centró en tres grandes campos: la lucha político-institucional, la lucha política contra la tortura y en defensa de los derechos humanos básicos que esta aberración destruye, y la lucha teórico-política y cultural. En los tres desarrolló las constantes que le habían identificado desde siempre: el feminismo comunista, la lucha internacionalista, la explicación pedagógica, la interacción de saberes, la lucidez crítica, etc. Mención especial tenemos que hacer de la editora HIRU, que ha publicado obras imprescindibles. Y en 1986 escribió:

«La reinserción, en principio, parece no ocultar nada: se presenta tal cual, habla incluso de sus objetivos: regresar, aceptar la reforma… Al reinsertado le basta con corregir el desvío. Ni tan siquiera tiene que arrepentirse de su pasado; al contrario, son muchos los que públicamente, ahora que tienen los medios de información tan predispuestos, se enorgullecen de ese pasado. No son ellos sino la situación la que ha cambiado (pese a la contradicción de la palabra), argumentarán después. […] La medida represiva conocida como “reinserción” es sólo una parte, formulada en voz alta, de una política general de doma llevada desde hace tiempo en silencio […] en apariencia, al reinsertado se le pide poco: el reconocimiento de que ya hay “democracia” y, si es que estuvo en ella, el abandono de la lucha armada» («Reflexiones sobre la reinserción (I)». Diez, 10, años de tortura y democracia. Ídem, Pp. 250-253).

Como hemos visto, en 1977 Eva Forest nos urgía a intervenir a tiempo contra la democracia temible que nos estaban preparando. Entonces, en medio de una crisis tremenda, jugaba un papel clave el miedo a un nuevo golpe militar que mantuviera el fascismo, terror manipulado también por la «izquierda» para que se aprobase la constitución monárquico-militar que ya estaba redactada en lo básico. Ahora, salvando todas las distancias, también se recurre al miedo al fascismo para apoyar al gobierno español en la defensa de la «democracia». Es tarea nuestra intervenir a tiempo impulsando la independencia de los pueblos y la democracia socialista para impedir otra consolidación durante medio siglo de la monarquía militar española.

EUSKAL HERRIA, 17 de mayo de 2021 





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