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domingo, 23 de mayo de 2021

Esclavitud Equiparada en Iruñea

En el corazón mismo de Euskal Herria se da a conocer un caso de trata de personas con fines de explotación laboral, la víctima, una mujer búlgara traída con engaños, el victimario, un burgués dedicado a la hostelería, industria en la que se ha vivido la rebelión de las Kellys desde hace años.

Suponemos que, a pesar de que ya hay sentencia en el caso, por razones legales se están ocultando el nombre tanto de la víctima como del victimario.

Aquí la información que provee Deia por el momento:


Pepa, Kelly explotada en Navarra: "En 6 años de trabajo no tuve ni un dia de descanso"

El director del hotel Castillo de Javier fue condenado a 9 meses de cárcel por explotar laboralmente a Pepa, una 'kelly' búlgara cuya vida se arruinó en ese trabajo

Iban Aguinaga

Pepa, búlgara de 57 años, llegó a España en 2008 engañada por una amiga para que trabajara en el hotel Castillo de Javier de Iruñea. Fue explotada laboralmente, de sol a sol, de kelly de la limpieza, de cuidadora y de recepcionista, hasta terminar con la salud quebrada.

"Me han arruinado la vida", reconoce ahora, con la ayuda de una traductora, que se brinda a colaborar en esta entrevista. Dormía en el cuarto de la limpieza del hotel, en un lugar angosto sin luz natural ni ventilación.

¿Por qué vino a Iruñea?

Llegué porque tenía una amiga búlgara que trabajaba en el hotel. Me llamó de forma insistente para que viniera. Yo trabajaba entonces como cocinera en un restaurante, no necesitaba salir de Bulgaria. No lo había hecho nunca. Tenía una buena vida. Ella me llamó para cuidar de su hija, que acababa de nacer y para trabajar en el hotel. Durante varios meses le dije que no, pero pasado un tiempo me empezó a llamar con más frecuencia, a diario, porque no tenía a nadie para cuidar de su hija. Empezó a pedirme por favor que viniera. Me convenció porque me dijo que iba a ser un trabajo cómodo y fácil, sin esfuerzo. Nunca me contó que no fuera a tener días de descanso.

¿Cómo se marchó de su país?

Me fui muy triste de mi país porque tenía un trabajo muy bonito e iba a un sitio en el que no sabía ni el idioma, ni dónde iba a caer. Tenía miedo.

Nada fue como imaginaba.

Desde el principio el trabajo que tenía que hacer no era nada de lo que me habían prometido. Al no saber español, mi supuesta amiga me hizo una lista con las obligaciones y tareas que tenía que hacer en el hotel y nada era como esperaba. Desde el primer día me dijeron que tenía que dormir en el hotel y fue cuando pensé en irme, porque eso nunca me lo habían dicho hasta que llegué aquí. Muchas veces preparaba la maleta para irme y lloraba. Dependía para todo de esa amiga que me engañó por completo y de eso se aprovechó el hotel

A la explotación hay que añadir que dormía en el ático del propio hotel en unas condiciones indignas.

Dormía con la ropa puesta, en una habitación que no tenía ni baño, ni ventana, en la que no me llegaba el aire y estaba rodeada de productos de limpieza. Tenía una sensación continua de estrés y angustia. Me encargaba dela recepción por las noches, para abrirle la puerta a parejas que venían o borrachos que timbraban. Nunca descansé como una persona. Solo descansaba el sábado a la noche, y era para cuidar de la hija de mi compañera.

¿Cuándo descansaba?

Vivía una jornada laboral continua durante todo el año. El mes de agosto me daban vacaciones y regresaba a Bulgaria, pero en lugar de quedarme decidía volver porque tenía que cumplir con mis obligaciones laborales, con un contrato que había firmado y no iba a romper (la traductora interviene para hablar de la disciplina propia del régimen comunista que aún hoy pervive en muchas mujeres de su paísy que por eso están más pendientes de no faltar al trabajo que de denunciar sus condiciones). Además mandaba el dinero que ganaba a mi familia a Bulgaria.

¿Sabe por lo que ha pasado?

Era un trabajo muy duro. Era recepcionista de noche, limpiadora de día y por las tardes cuidaba a la hija de mi compañera. Fue una experiencia horrible, muy mala. Estoy tratando de asimiliar todo lo que me ha pasado. Desde entonces no he podido volver a trabajar por el factor psicológico. Sigo viviendo con mucho estrés y angustia. Cuando vine aquí yo estaba perfectamente. Ahora, padezco una depresión, tuve tres accidentes de trabajo y arrastro muchas secuelas físicas de todo lo que tuve que trabajar.

Un día su salud dijo basta.

Fue una noche en la que sentí mucha angustia. No podía respirar, tenía taquicardias y no sabía a dónde acudir. Cuando una compañera entró a trabajar me vio en tan mal estado que me llevó a Urgencias. Y ahí fue cuando una compañera de trabajo me animó a denunciar a Inspección de Trabajo. Yo ya le había cuestionado a mi supuesta amiga que no era normal que no tuviera descansos, pero ella siempre me decía que se trabajaba así. Después de aquella denuncia en Inspección, tuve otro accidente laboral por una caída cuando limpiaba en una habitación. Me dieron la baja laboral y seguí trabajando de manera oculta. Lo hice cinco días, pero me operaron de la rodilla y estuve un año de baja. Cuando acudí a Inspección, el jefe me llamó para ofrecerme 8.000 euros para acabar. No lo acepté.

¿Qué sensación tiene ahora?

La sensación de que no hay justicia. Estoy muy indignada, se ha ido mi salud al carajo y me arruinaron la vida y ahora el sistema judicial es muy decepcionante. Que tarden tanto tiempo en juzgarle y condenarle parece una jugada hecha para beneficiar al acusado. Me ha costado mucho dinero todo este proceso, incluso más del que me tienen que indemnizar. No hay Justicia, todo lo que he pasado no se puede pagar con dinero.

 

 

 

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