El ejercicio de memoria con respecto a los diferentes hitos que el pueblo vasco ha vivido a lo largo de los siglos pero, más específicamente, durante décadas recientes, sienta las bases para que ciertos objetos que en otro contexto no tendrían valor o significado alguno de pronto, en las circunstancias propicias tomen otra dimensión, como es el caso de estos de los que se habla en este reportaje histórico que Iban Gorriti ha dado a conocer en su medio habitual, Deia.
Aquí la información:
Los platos de la Guerra Civil en Euskadi
La asociación Euskal Prospekzio Taldea valoriza estos enseres de aluminio que algunos combatientes personalizaban hace ocho décadas con su nombre y con dibujos con el fin de tenerlos controlados
Iban GorritiCada persona que sufrió la Guerra Civil tiene recuerdos para protagonizar un libro. Una parte de aquellas fueron soldados, caso del constituido como Gobierno Provisional del País Vasco presidido por el lehendakari José Antonio Aguirre. Los combatientes de aquel ejército en muchas ocasiones realizaban marcas en su equipamiento con el fin de tenerlo controlado. Un ejemplo eran los platos en los que comían. Algunos de aquellos hombres –a las mujeres solo se les permitió luchar en las primeras semanas de guerra– no se limitaban a grabar su nombre, sino que también los adornaban con dibujos, "cosas que probablemente les gustaban", valoran miembros de Euskal Prospekzio Taldea que han expuesto en ocasiones algunos de estos equipamientos, como días atrás en unas jornadas memorialistas en Fika.
En aquella interesante muestra, se pudo escudriñar el plato del miliciano Elías Corral Ruiz de la UGT y este necesario colectivo atesora otro que perteneció a un gudari zornotzarra llamado Jesús Azkuna Cenitacelaya.
En el plato de Elías Corral se ve el antiguo lema del PSOE. Desde Euskal Prospekzio Taldea, Alberto Sampedro Ixile detalla que "el PSOE en la década de los años 20 del siglo pasado no usaba el puño y la rosa como logotipo. El emblema entonces era un yunque con un libro y un sol naciente". Además, el investigador pormenoriza que ese conjunto significaba la unión del trabajo intelectual y físico.
Además, también un ancla, un animal cuadrúpedo –"¿un ciervo quizás"?–, una rama bifurcada o árbol con hojas y lo que según este colectivo "parece un nido entre ellas, las siglas UGT y el nombre y apellido del propietario: Elías Corral".
De este hombre que estuvo en el frente, Euskal Prospekzio Taldea ha podido saber que su segundo apellido era Ruiz. Fue miliciano de la cuarta compañía del Batallón número 25 González Peña, número 3 de la UGT y tenía asignada la chapa 41.345.
Por otra parte, durante unas salidas rutinarias de este grupo de prospección de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Eduardo Sardón y Alberto Sampedro Ixile encontraron el plato de otro combatiente. Ocurrió poco antes de que llegara la pandemia del covid19. Apareció en una zona de "relativa calma, no muy movida y por eso mismo olvidada por todos los entendidos en la materia. Así que nos dirigimos a una zona en la que hubo fuertes combates y desde allí continuamos caminando y observando el terreno en dirección a la siguiente zona de fuertes combates".
Según detallan, al poco rato Eduardo comentó que había marcado algunas vainas percutidas del calibre 7,92 x 57 checas para fusiles tipo máuser, lo que evidencia que allí hubo disparos. Justo en ese momento Alberto localizó una bayoneta checa para fusil máuser. Se siguieron sucediendo pequeños hallazgos: más vainas, algún cartucho entero, otra bayoneta, esta vez alemana, los dos extremos del auricular de un teléfono de campaña y cerca un plato. "Nos gustan este tipo de objetos ya que sus propietarios, a veces, solían marcarlos para poder reconocerlo", valoran.
Después de marcarlo y tomar las correspondientes fotografías in situ, lo extrajeron y limpiaron el barro con agua de un arroyo tras permanecer más de ochenta años tapado. "Se le intuyen unas letras, más concretamente un nombre: Jesús. El resto aún están ilegibles, pero a pesar de la alegría que el hallazgo nos ha dado, preferimos no precipitarnos y lo guardamos con cuidado para limpiarlo".
Días después, en la sede, procedieron a limpiar el plato y en cada pasada iban apareciendo más letras, poco marcadas pero bastante legibles. Junto al nombre de Jesús fue apareciendo, poco a poco, su apellido: Azkuna.
"Estábamos exultantes, un nombre y un apellido eran buenas pistas para tratar de localizar al dueño en las nóminas del Euzkadiko Gudarostea, pero justo debajo se intuían más letras. Primero una A, después una M, seguido una O, una R, una E, para terminar leyéndose Amorebieta".
Podía ser el segundo apellido o el lugar de residencia del combatiente. "Aquí nuestro compañero Alberto ya estaba emocionado, ya que él vive en esta localidad", sonríen. El siguiente fue comunicar los datos al resto de compañeros y comenzar la búsqueda en las nóminas de los batallones a Jesús Azkuna. En una segunda línea de investigación y aprovechando que Alberto es de Amorebieta?-Etxano, se pone en contacto con personas del pueblo para tratar de recabar datos. Comenta el hallazgo con Egoitz Larrea, vecino zornotzarra y persona que investiga lo sucedido en el pueblo durante la contienda. Le suena el nombre y consulta con conocidos.
Mientras, han localizado en las nóminas del batallón Nº15 del Euzkadiko Gudarostea Ibaizabal, formado por gentes de Durangaldea, a un combatiente llamado Jesús Azkuna Cenitacelaya. "Y unos días después nos comenta Egoitz que efectivamente tiene un conocido cuyo tío combatió en la guerra y se llamaba Jesús Azkuna".
Según lo averiguado Jesús Azkuna Cenitacelaya, pertenecía a la 1ª Compañía, también denominada Iñaki San Miguel Oyarzabal, del Batallón Nº15 Ibaizabal, adscrito al PNV y que a finales de 1936 tenía su cuartel en Durango. "A Jesús lo encontraron por primera vez en la segunda nómina del mes de septiembre de 1936, esta nómina solo se corresponde a los 9 últimos días del mes y solo aparece reseñado como "miliciano, Jesús de Azkuna".
"La compañía tomó su nombre de un niño asesinado en Usansolo en 1933 a manos de socialistas radicales", detallan. Iñaki San Miguel Oyarzabal era el segundo de ocho hermanos y contaba con 13 años cuando fue alcanzado por un disparo en la zona lumbar mientras se encontraba en el balcón del batzoki de Usansolo.
sobrevivió a la guerra
Mientras tanto, Egoitz Larrea, ha conseguido contactar con Garikoitz Azkuna, sobrino nieto de Jesús Azkuna y este familiar le traslada lo siguiente: "Azkuna combatió en el batallón Ibaizabal. No murió en combate. Estuvo en Intxorta y Legutio a las órdenes del comandante León Salaverria natural de Ermua y de un tal Isusi de Amorebieta, que era su teniente y amigo".
Según este familiar también combatió en Bizkargi y Peña Lemona. Posteriormente se entregó en Santoña. Tanto él como su comandante estuvieron a punto de ser fusilados. Más tarde ambos coincidieron trabajando en Forjas de Amorebieta.
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