Se ha dicho adiós a uno de los grandes del futbol, uno con el que solo rivalizan Pelé, Franz Beckenbauer y Diego Armando Maradona.
En recuerdo de Johan Cruyff, les compartimos este artículo a modo de elegía, el mismo ha sido publicado en el Correo Vasco:
«Un equipo siempre debe contar con un vasco»
Hace 17 años el genio holandés nos contó una curiosa reflexión sobre cómo sería su equipo perfecto
Jon Uriarte
«Hay un flaco que va a ser muy bueno». La frase la dijo, en 1969, el árbitro y paisano Jose Maria Ortíz de Mendibil. Acababa de arbitrar en el Santiago Bernabéu el partido de Copa de Europa entre el Milán y el Ajax de Amsterdam. Habían ganado los italianos, pero el equipo del que acabaria naciendo la «naranja mecánica» empezaba a forjar su leyenda. Y en él estaba aquél flaco, llamado Johan Cruyff. Uno de los mitos del fútbol que trasciende a los clubes en los que jugó. Porque pertenece al equipo de las leyendas. Un cáncer de pulmón se lo ha llevado a los 68 años. Sabíamos de su enfermedad, pero no de la gravedad. Por eso, hay una cierta sorpresa, además del sentido pésame. Ahora entendemos mejor el debatido penalti de Messi de hace unas semanas, con el que buscaba homenajear al holandés. Dicen que Cruyff se emocionó al verlo. Él lo había hecho tiempo atrás y el astro argentino quiso hacerle un guiño. Y el Flaco, por segunda vez en su vida, se quedó sin palabras.
La otra fue el 10 de marzo de 1999. El dia que se cerró con una noche que un servidor y sus compañeros de aventuras televisivas de entoces jamás olvidarán. Porque hablamos con el mito. Con el tulipán rebelde. El cromo ansiado de un jugador que nunca fue nuestro pero que, en el fondo, no era de nadie. Johan Cruyff. El hombre del chupa-chups. El del idioma que no era castellano, sino otra cosa. Al fin y al cabo, siempre le gustó inventar. Fueran palabras, acentos o tácticas en la pizarra.
Tributo al Dream Team
Por entonces nosotros estábamos en la treintena, pero ya saben lo que sucede cuando tienes delante a una leyenda del balón. Vuelves a ser un tímido niño. Y así, como si fuésemos cuatro chiquillos en pantalón corto, escuchamos aquellas palabras que supongo estarán guardadas en los archivos de ETB. Pero antes de recordarlas, situemos los hechos. Con un Camp Nou hasta la bandera y 98.000 espectadores entregados, el FC Barcelona le rindió tributo a Cruyff y a su Dream Team aquella tarde de 1999. Pero allí no solo había culés. Gentes de diversos y lejanos lugares acudieron a la cita. Porque, si de jugador fue grande, de entrenador logró cambiar el fútbol. «No corras tú, que corra el balón. Ataca y presiona. Esa es la mejor defensa». Y ya nada fue igual. De alguna manera, la Selección Española le debe las Eurocopas y el Mundial. Porque el 'tiqui-taca' de ahora, fue antes 'rondo' con él. El que hacían los jugadores del Barcelona ante su atenta mirada, mientras se sentaba al fondo del campo de entrenamiento sobre un balón. Es difícil no conocer su mediática figura, aunque no les guste el fútbol, pero no está de más recordar su carrera.
En Holanda logró tres Copas de Europa, nueve Ligas, seis copas holandesas, una copa Intercontinental y una Supercopa de Europa. Méritos, más que suficientes, como para que el Ajax retirara el dorsal 14. El suyo. Hasta para eso fue diferente, en un tiempo donde todos querían lucir uno de los 11 primeros. Llegó al FC Barcelona en 1973 y se despidió en 1978. En esas 5 temporadas disputó 184 partidos y anotó 51 goles. Pero tan sólo consiguió una Liga, en 1974, y la Copa del Rey, en 1978. De hecho, a lo largo de aquellas Ligas, al Athletic solo le marcó dos goles. Uno en San Mamés y otro en el campo blaugrana. pero aun asi le temiamos. Y a veces nos desquiciaba, tanto por su eléctrico juego como por su carácter. Que se lo pregunten a Villar que le arreó el famoso sopapo en la vieja Catedral. Aunque el Flaco se desquitó cuando regresó para dirigir al conjunto blaugrana. Cuatro Ligas, tres Supercopas y una copa del Rey. sin olvidarnos de la primera copa de Europa, lo que ahora llamamos Champions, para las vitrinas del club catalán. Pero no solo le dio trofeos al FC Barcelona. Le convirtió en lo que hoy es. Un referente mundial. Algo que pocos imaginaban, cuando de niño, llegó a la cantera del Ajax.
El escogido
A los 10 años fue escogido entre 300 niños. Enseguida vieron que tenía algo. Aunque su madre tuvo mucho que ver. Trabajaba como limpiadora en el club y, al parecer, convenció al entrenador para que le seleccionara. El técnico le hizo caso, pero eso no cambió su situación económica y social. Johan siguió llevando una vida humilde. Mientras los otros niños estrenaban botas, él reutilizaba las viejas que caían en sus manos, mientras limpiaba las de sus compañeros y cuidaba del vestuario. Dicen que eso forjó su carácter y le hizo llegar a la primera plantilla, para debutar con 17 años frente al Groningen. Y como los mitos dejan huella desde el principio, marcó el único gol de su equipo ese día. Fue el primero de muchos. Algunos tan recordados como importantes. De ahí que, estos dias, no solo la familia culé llore su adiós.
Jamás ganó un Mundial. Y aún así consiguió tres Balones de Oro en 1971, 1973 y 1974, estos dos últimos vistiendo la camiseta del Barcelona. Lo que demuestra que los grandes no necesitan las copas mas relucientes para conseguir El Dorado. Pero todo eso fue antes de que jugara el partido más importante de su vida. El de la lucha contra el tabaco. Imposible olvidar su anuncio golpeando con el pie una cajetilla. Por desgracia, y por una vez, no chutó lo suficientemente bien como para meterle un gol al cáncer. Y eso que llevaba décadas alejado de los pitillos. Como aquella noche de su homenaje, con la que empezábamos estas líneas. El núcleo principal del Barça al que bautizaron como 'Deam Team' era vasco. Zubizarreta, Alexanco, Bakero, Begiristain, Julio Salinas y Jon Andoni Goikoetxea. De ahi que al equipo se le conociera en la calle y en los medios como el 'Euskalona'. Una circunstancia que subrayó nuestro interés por acudir al homenaje. Txiki fue nuestro pase y salvoconducto para acceder a la cena que se celebró tras el partido. Apenas había periodistas y nosotros éramos los únicos foráneos con una cámara al hombro.
El ambiente era distendido pero ni los propios autóctonos se atrevían a preguntar a un reservado Guardiola que vivía días de furia tras ser acusado de dopaje en Italia. Pero fue saber que éramos vascos y la cosa cambió. Sonrió al conocerlo y charlamos sobre fútbol, valores y hasta de gastronomía. Y en estas, apareció Cruyff. Apenas preguntamos. Fue más bien una reflexión del holandés en voz alta y ante los allí presentes. «Para mí un equipo de fútbol perfecto siempre tiene que contar con algún vasco», soltó a modo de entremés. Pensamos entonces que acto seguido añadiría aquello de que somos gente trabajadora, comprometida...lo habitual, vamos. Pero no. Nos habló de la filosofía de trabajo, de la capacidad de enfrentarse a la adversidad, de la fidelidad a una idea o concepto, de la fe en uno mismo...
Como ejemplo de lo que quería decir mencionó a Begiristain.«Hay muchos mejores que él en mi equipo. Pero ninguno es más listo que él. Por eso confió en Txiki cuando todo va mal». Acto seguido continuó explicando su personal visión de los vascos en general y de su presencia en el fútbol en particular. No hace falta decir que admiraba el espíritu de San Mamés. Y eso pese a que él siempre subrayaba que los que juegan son los que calzan botas. Por lo que el piropo merecería un aparte. Lo mismo que otros asuntos que surgieron, tanto con la cámara encendida como apagada.
-Nosotros dos estuvimos en Wembley cuando ganaron ustedes la Final a la Sampdoria-apunté tras bajar los micrófonos.
-¿Para animar al Barça?, preguntó Guardiola.
-No. Íbamos con la camiseta del Athletic para disfrutar de una final en ese mítico campo. Nos gusta el futbol. De hecho cantamos nuestro himno. Que el Athletic no jugara era circunstancial, respondimos con cierta jocosidad.
Y entonces, mientras Pep reía, el Flaco nos miró y exclamó: «Lo que yo decía. Los vascos sóis así. Y lo admiro». Acto seguido se dio la vuelta para continuar recibiendo abrazos.
Descanse en paz Johan el hombre. Porque Cruyff el mito permanece. El Flaco seguirá muy presente en ese deporte que él convirtió en arte. Falleció el jueves 24 de marzo. Pero el número que siempre recordaremos es el 14. El de un genio que, como tal, fue y será amado y odiado, aplaudido y discutido. Pero nada de todo eso importa. Hace mucho que entró en las páginas mas selectas de la Leyenda.
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