Extendemos nuestro más sentido pésame a la familia de Iñigo Cabacas Liceranzu, víctima de la brutalidad policíaca del régimen español, asesinado fríamente por el "delito" de celebrar el triunfo de su equipo de futbol con la "agravante" de hacerlo en las inmediaciones de la herriko taberna.
A su memoria, les compartimos este texto publicado en La Haine:
Borroka Garaia
Hoy iba a escribir sobre Iñigo Cabacas Liceranzu. Lo iba a hacer desde la incredulidad. Sin saber como era posible que hubiera un joven al filo de la muerte y en Euskal Herria estaba siendo tratado aparentemente como si fuera una noticia de sucesos en segundo plano. Lo iba a relacionar por ser semana santa, porque la gente está de vacaciones o quizás por las distorsiones policiales y del gobierno vascongado que han intentado arrojar la duda. Pero no es posible. Tampoco entendía muy bien y no se si se debía a todo lo expuesto que no había leído ni visto apenas por ninguna parte una denuncia contundente de los terribles sucesos acaecidos en Bilbo. Y eso me parecía grave y no me lo podía creer.
Sin embargo hoy hablamos ya de un muerto. Iñigo Cabacas Liceranzu.
Vecino de Bilbo, de 28 años que celebraba junto a miles de personas el pase a semifinales del Athletic de Bilbao en la calle Maria Diaz de Haro, lugar habitual de celebraciones rojiblancas en las cercanías de la Herriko Taberna, sede social de la izquierda abertzale. Según informaron amigos y familiares varias furgonetas de la tristemente conocida brigada movil de la ertzaintza irrumpieron en la zona cargando brutalmente contra los cientos de personas que se encontraban ahí sin que mediara ningún tipo de provocación.
Iñigo recibió el impacto de una pelota de goma a bocajarro disparada a menos de 20 metros por los policías. Cayó al instante inconsciente y sangrando abundantemente, sus amigos rogaron a la policía que llamaran a una ambulancia y la respuesta policial fueron porrazos. Ahí se quedó tumbado en el suelo y sus amigos golpeados. Tras varios días en coma con «fractura craneal por estallido con importantes lesiones cerebrales» y mediante respiracion asistida hoy ha sido imposible ya mantenerlo con vida. Hace escasos días el joven gaisteiztarra de 19 años Xuban Navarrete sufrió una agresión parecida que le hizo perder el conocimiento, hoy contaríamos ya con dos muertos, pero en esa ocasión hubo suerte.
Para los socios y simpatizantes del athletic, especialmente para los más jóvenes no son extrañas ni poco habituales las agresiones policiales. Ya desde la época cuando la policía nacional española se encargaba de crear inseguridad en los aledaños de San Mamés hasta que la ertzaintza se dedicó a tal menester, las agresiones, humillaciones y ataques han sido comunes. Los jóvenes han sido tratados como perros en incontables ocasiones. Objetivos fáciles para saciar la bestialidad policial, para dar rienda suelta a operaciones de castigo o de venganza. Obviamente políticas. Pues no es más que violencia política el hilo común de esta violencia y lo que ha llevado a Iñigo a la muerte. Los seguidores del athletic saben bien de lo que hablo. Saben de ikurriñas y banderas robadas, de porras en la cara, de insultos y provocaciones, de palizas sin mediar palabra, de cargas porque sí.
Y es que nos hemos acostumbrado a que la labor de la policía sea machacar al pueblo, no se espera otra cosa de ellos. Se ven con normalidad las cargas policiales, las bocachas a bocajarro, las porras, los estirones de pelo, los empujones, la amenaza. Es todo parte ya del paisaje, tan natural como la vida misma. Pero no lo es.
Han sido ya prácticamente medio centenar de personas las que han perdido un ojo a consecuencia de impactos de pelotas de goma. Muchos han estado a punto de morir como aquel joven de Iruñea al que le lanzaron un bote de humo a la cara quemandosela en el proceso, otras resultaron muertas como Rosa Zarra. La impunidad policial es lo que hace, que la sociedad vasca sea un títere en manos de las fuerzas represivas y puedan hacer lo que les de la gana. Nadie les va a pedir cuentas. Y cuando alguien se las pide todos sabemos que en Euskal Herria la física no funciona, los proyectiles policiales trazan una elipse hacia el cielo y desaparecen ahí. Pero estamos ya cansados. Muy cansados.
Desde muy jóvenes nos han educado a base de pelotazos y porrazos. A base de una violencia invisible para el sistema y la mayoría de los medios. Una violencia con la que nos hemos acostumbrado a convivir.
Esa violencia hoy ha causado un muerto más, que se añade a la lista de los cientos de muertos a consecuencia de la represión. Lista sin justicia sin verdad sin reconocimiento sin reparación sin nada.
Esta nueva víctima no ha sido fortuita. Es lo que termina ocurriendo cuando se aplican estrategias de terror contra la población civil. Estrategias en activo de una violencia de estado despreciable pero no por ello menos gratuitas para sus autores e impulsores. Iñigo Cabacas Liceranzu podías ser tu, o yo, ha muerto cualquiera de nosotros. Y lo peor de todo es que mañana puede ocurrir igual. A no ser que lo evitemos. Y la juventud vasca no se va a ir de las calles. Está claro quien sobra, y los primeros no son solo los mercenarios policiales sino los políticos que los mandan.
Hoy han intentando robar otro cachito más de la juventud vasca. Pero Iñigo caminará siempre con ella. Y algun día esa juventud será libre.
Por cierto, no nos olvidemos de Xuban Nafarrete.
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