Un blog desde la diáspora y para la diáspora

sábado, 21 de mayo de 2005

En la Europa Moderna

Gracias al diario Gara nos llega este relato del estado tan deplorable de la justicia en la orgullosa y democrática Europa.

Lean y juzguen por ustedes mismos:

En Gara:

«Pido que al menos me dejen dormir»

Incomunicación, aislamiento interno y externo, pésimas condiciones higiénico-sanitarias, vigilancia especial noche y día con tintes de persecución

Es un resumen de las condiciones de vida en la que se hallan Jon López y Diego Ugarte, jóvenes vizcainos presos en Bélgica. A la espera de ser juzgados en ese Estado, sobre ellos pende además la amenaza de una probable entrega al español.

Jon López y Diego Ugarte son dos ciudadanos vascos que fueron detenidos en Bélgica hace 14 meses. Sobre ambos pende una demanda del Estado español, que pide que les sean entregados. Mientras, permanecen encarcelados. El primero en la prisión de Tournai y el segundo en la de Mons.

El jueves, el padre y la madre de López, junto al abogado Joseba Agudo, se reunieron en Bilbo con la cónsul belga en esta ciudad, Sylvie Lagneaux. En la cita, los familiares del joven vizcaino expusieron su preocupación ante la situación jurídica en la que se hallan estos dos ciudadanos vascos y ante las condiciones de vida que sufren.

Muestra de ello es la carta remitida por Jon López a su letrado, a la que GARA ha tenido acceso. Estos son algunos extractos de la misiva:

«No salgo de la celda. En principio, tengo derecho a una hora de patio. El patio al que puedo salir es del tamaño de mi celda, la diferencia es que el techo y una pared son todo barrotes, los primeros días salí al patio, estaba al lado de la celda, con dos o tres funcionarios mirándome continuamente mientras estaba allí. Un día dije que no quería salir más y ya no me volvieron a preguntar si quería salir.

La ventana de mi celda tiene doble fila de barrotes más una chapa metálica de pequeños agujeros en la parte exterior. Teniendo en cuenta que la puerta siempre está cerrada la ventilación es nula. Si hace viento puede entrar un poco de aire, pero en los días secos el ambiente aquí es irrespirable.

Además, mi celda no dispone de wáter, todo lo que tengo es un cubo para cagar y mear que me cambian todos los días. Y encima tengo que aguantar las risas de algunos funcionarios porque mi celda huele mal.

Puedo ir a la ducha dos veces por semana de 20.00 a 20.15, a partir de las 20.00 horas los demás presos ya están en sus celdas.

El agua de la ducha suele estar fría.

No puedo escribir ni recibir cartas por correo, sólo con los abogados, la dirección de la prisión me sigue diciendo que es el Juez Instructor el que ha ordenado que cualquier cosa que me llegue por correo se la entreguen a él, también, según la dirección de la prisión, es el Juez Instructor el que ha decidido que solamente puedo tener visita de mi padre, mi madre y mi hermana y no puedo tener visitas de amigos, primos, tíos, etc.

También puedo llamar por teléfono a casa de mis padres, siempre que sea a partir de las 20.00. El tiempo para hablar depende del funcionario de turno.

Cuando tengo visita, una vez al mes, más o menos, los funcionarios tienen que asegurar que no hay presos en el camino hasta la cabina de visitas, y que no haya ninguna celda abierta o cualquier cosa, y es que no puedo ver a otro preso ni de lejos.

El hecho de que sólo puedan venir tres personas a visitarme y teniendo en cuenta que es el único contacto humano que tengo, supone un sacrificio para esas tres personas, problemas económicos, problemas con el trabajo por tener que pedir un sábado libre, etc., pero entienden que por lo menos una vez al mes tienen que venir.

Pero aparte de la incomunicación, el aislamiento y la penosa condición higiénica, lo peor de todo es la vigilancia especial a la que estoy sometido.

Esta vigilancia especial consiste en lo siguiente: los funcionarios tienen que mirar por la trampilla de la puerta cada 15 ó 20 minutos, durante todo el día, día y noche. Si estoy tumbado en la cama o sentado en la silla, suelen levantar la trampilla y mirar un par de segundos, pero si no estoy así, si por ejemplo tengo un día animado y me dedico a andar en la celda o alguna otra cosa, se me quedan mirando más tiempo, incluso cuando estoy meando o cagando se quedan mirándome.

Lo que es un verdadero infierno son las noches. Por la noche encienden la lámpara que hay en la celda, el interruptor está fuera, cada vez que me miran; la lámpara es un tubo de un metro de luz fluorescente muy potente. Además, al subir y bajar la trampilla hacen muchísimo ruido, por lo que me despiertan continuamente, y esto es así durante toda la noche, todos los días. Y llevo más de un año así.

Estoy en un estado de ansiedad continuo, durmiendo a ratos por el día o por la noche. Cuando le hablo al director sobre cómo estoy, cuando le pido que por lo menos me dejen dormir, me dice que él está obligado a hacer esto, que no es su responsabilidad, que él no puede hacer nada por cambiar esto y que él no ha decidido esto».

Estas condiciones son similares a las que vive Diego Ugarte en la cárcel de Mons. Además, el movimiento pro amnistía destaca que Bélgica va a ser el primer estado, al margen del español y el francés, en juzgar a presos políticos vascos.

Ante esta situación, insta a las autoridades belgas a «no trabajar en clave represiva y a aportar en clave de defensa de los derechos humanos y en la búsqueda de soluciones al conflicto».

Asimismo, solicita que López y Ugarte puedan acceder al mismo régimen de vida que el de los demás presos. -

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