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martes, 25 de mayo de 2004

Miguel | Dos Bodas

Al trosko mexicano Pedro Miguel se le comienza a mover la sangre en las venas, irrigando sus neuronas pensantes hace tiempo inutilizadas por su arrogante indolencia intelectual.

Antes de que se arrepienta, compartimos con ustedes su texto publicado en La Jornada en el que recurre a dos bodas - una en específico en la localidad de Mukaradeeb de la martirizada Irak - para mostrar todo lo que está podrido en nuestro globalizado planeta:


Dos bodas

Pedro Miguel

En días recientes hubo dos fiestas matrimoniales que se convirtieron en sendos éxitos mediáticos internacionales. La primera, realizada en la aldea iraquí de Makradheeb, en tiendas levantadas a mitad del desierto, involucró a tres parejas y duró varios días: empezó el lunes 17 de mayo y el miércoles 19 habría proseguido la tercera jornada de los festejos. La segunda se realizó de un solo golpe, el 22 de mayo, en Madrid, España, en la catedral de La Almudena.

En el primer caso la familia de uno de los novios, de apellido Obeid, decidió tirar la casa por la ventana e invitó al evento a decenas de familias de la región, habitada por pastores que desde siempre han transitado por la frontera oficial sirio-iraquí. El señor Rikat Obeid contrató en Bagdad a la banda de los hermanos Alí, un conjunto de músicos especializados en fiestas nupciales.

Alguien se encargó de grabar el video del recuerdo. En la cinta pueden verse, entre otras escenas, a las tres novias, ataviadas con sus velos blancos, descendiendo de una camioneta; al músico Alí, frente a su teclado electrónico, anunciando los tres enlaces matrimoniales; a una docena de niños jugando; a hombres que fuman en narguiles y a otros que bailan al ritmo de los tambores; a algunos invitados, felicitando a los familiares de los desposados, en el interior de una tienda. Salvo la toma fugaz de las novias, y en acatamiento de ancestrales tradiciones misóginas aplicadas a la tecnología del video, no aparecen mujeres en las tomas.

Al anochecer del martes los asistentes a la celebración se fueron a dormir. A las dos de la madrugada del miércoles, la casa de los Obeid fue atacada por aviones de guerra de Estados Unidos. Los aparatos extendieron la agresión a otras construcciones de la aldea. Después el lugar fue bombardeado por helicópteros. Ya con luz de día apareció una columna de vehículos blindados. De ellos descendieron soldados extranjeros, quienes se pusieron a hurgar en los escombros del pueblo.

Hay otra cinta de video que muestra los efectos del ataque: niños y bebés muertos al lado de los cadáveres de sus madres, el cuerpo del tecladista Hussein Alí envuelto en una mortaja, así como "más de dos docenas de hombres en edad militar", según un reporte del mayor general James Mattis, comandante de la primera división de la infantería de marina estadunidense, quien sostuvo que el bombardeo fue dirigido contra "una casa de seguridad utilizada por combatientes extranjeros que penetran en Irak procedentes de Siria".

Durante varios días los mandos militares de Estados Unidos se atrincheraron en la versión de que sus fuerzas descubrieron un reducto de combatientes "sirios" en Makradheeb y que, cuando acudieron al lugar, fueron recibidas a tiros, por lo que se ordenó a la aviación que bombardeara la zona. No fue sino hasta el sábado que el brigadier general Mark Kimmitt reconoció que seis mujeres habían muerto en el ataque y que una celebración podría haber tenido lugar: "los malos también hacen fiestas," dijo.

A los "malos" su celebración nupcial les costó 41 muertos -bebés, niños, mujeres, ancianos y "hombres en edad militar"-, así como una cantidad indeterminada de heridos. Fue la cuota que hubieron de pagar para que el nombre de su localidad apareciera en los medios informativos internacionales y para que las fotos de sus difuntos amortajados dieran la vuelta al mundo.

Felipe de Borbón y Letizia Ortiz contrajeron nupcias tres días después de la tragedia en Makradheeb. Miles de integrantes de las noblezas europeas, estadistas y dignatarios concurrieron a la ceremonia. En la calle, cientos de miles de madrileños entusiasmados rodearon el recinto y bardearon el recorrido de los novios, desafiando la lluvia, para sentir que habían sido testigos de un momento histórico. La Casa Real se ha negado a declarar el costo total de la fiesta -desde el maquillaje de la novia hasta el alimento para los perros entrenados de la policía, pasando por el avión radar de la OTAN que vigiló los cielos de Castilla-, pero cálculos conservadores estiman que el festejo costó a los ciudadanos españoles no menos de 29 millones de euros. En círculos oficiales se argumenta que la inversión es un excelente negocio, porque significa una masiva promoción turística de la capital de España. El espectáculo fue cubierto por más de 5 mil medios informativos del planeta y, en el momento culminante de la transmisión televisiva, fue observado por más de 25 millones de peninsulares. La actuación de los novios fue calificada de "fría" y "tímida" por los cronistas especializados. Por fortuna, en Madrid no hubo muertos ni heridos.

 

 

 

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