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lunes, 30 de junio de 2014

¿Lloran los Vascos?

Les vamos a compartir el siguiente texto, publicado en el ABC, para que ustedes saquen sus propias conclusiones. Es tan abigarrado, que nos hemos quedado confusos acerca del verdadero mensaje, a ver si alguno de ustedes nos lo aclara.

Aquí está:


El enigma de la conserva de pato 
Luis Ventoso

Vascos y navarros son los alemanes de la Península Ibérica. Los distingue su buena organización y cumplimiento. Además, poseen un arraigado espíritu comunal, que facilita la colaboración solidaria (las cooperativas agrícolas navarras son un gran ejemplo). Tener lazos familiares allí supone un privilegio, pues permite disfrutar de unas tierras extraordinarias. Navarra, con su altísimo nivel de vida y su felicidad un tanto ensimismada en su yo, recuerda la Tierra Media de los hobbits de Tolkien, con los que los navarros comparten una lealtad a prueba de bombas y su gusto por el buen yantar y el generoso soplar.

Recorrer Navarra de punta a punta resulta inolvidable, por el brusco cambio paisajístico, insólito en una provincia. En menos de dos horas de coche puede pasarse del desierto de las Bardenas Reales al umbrío bosque semiatlántico de Vera de Bidasoa. Pateando Navarra, sorprende siempre la opulencia escandinava que se percibe hasta en los pueblos más ignotos. En cierta ocasión, en una pequeña localidad prepirenáica en una zona poco habitada, observaba admirado la calidad de su mobiliario urbano, la limpieza extrema de las calles, la arquitectura moderna y funcional del pequeño ambulatorio; la iglesia monumental, restaurada al detalle; las soberbias instalaciones deportivas, con piscina cubierta incluida; un restaurante coqueto (de receta de susto al pagar), su frontón, por supuesto; tractores de alta competición; los imponentes caseríos, rehabilitados y salpicados de flores... Maravillado ante aquella Disneylandia foral, interrogué a mis cuñados navarros: «Vaya pueblo, ¡que nivel! ¿Pero de qué viven aquí?». Tras escrutarme sorprendido, como si estuviese hablando con un ornitorrinco, uno de los cuñados lo explicó: «Bueno, en esta zona es muy potente la conserva del pato». Por educación, asentí con complicidad: «Ya, el pato, claro». Aunque mi cabeza maquinaba. Navarra tiene una planta de Volkswagen, con una poderosa industria auxiliar; una huerta muy fértil, base de una industria conservera arrolladora; buenas áreas logísticas y parques industriales, con un denso tejido empresarial; la vecindad con Francia... Ya. Pero yo venía de Galicia, que cuenta con el plus de los puertos y los astilleros, con las conservas de pescado más potentes del mundo, una enorme factoría de Citroen en Vigo, dos centrales térmicas y una planta de gas, Inditex, el liderazgo lácteo y forestal español... Pero todo eso palidece ante la lucrativa conserva del pato y el espárrago, pues Navarra y el País Vasco lideran el nivel de vida en España, mientras Galicia se pierde en la parte media baja.

Habrá malandrines que sospechen que tanta bonanza podría guardar relación con que los fondos autonómicos por navarro doblan la media española y los vascos la superan en un 60 por ciento, merced a un concierto fiscal privilegiado, consagrado por la Constitución contraviniendo el principio de que todos los españoles somos iguales y asentado sobre unos fueros arcaicos. Otorgarle lo mismo a Cataluña supondría arrumbar el principio de solidaridad sobre el que reposan los cimientos del Estado moderno e instaurar una norma singular: «El que no llora, no mama».



Solo por iniciar el debate, un pequeño detalle a Luis Ventoso... vascos y navarros son lo mismo, decir "vascos y navarros" es, como mínimo, un pleonasmo.



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