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Zubeldia y Astarloza, dos vascos en el 'top ten'
El usurbildarra no pudo desbancar a carlos sastre de la cuarta posición. El pasaitarra remontó a Mauricio Soler y aguantó a Pereiro para acabar noveno.
A. Laiseka
Enviado especial
Angouleme. "Os puedo asegurar que no me queda ni un gramo de fuerza". El guipuzcoano Mikel Astarloza (Euskaltel-Euskadi) trataba de recuperar el resuello en la línea de meta de Angouleme. Su tiempo, espectacular, como en las dos contrarrelojes anteriores de este Tour de Francia. Sonreía entre jadeos porque sabía que había logrado desbancar al colombiano Mauricio Soler (Barloworld), que le precedía en la clasificación general, además de aguantar la embestida del gallego Óscar Pereiro, su sombra (Caisse d'Epargne). Al final, noveno en el Tour.
"Era un sueño y lo he cumplido. Mañana -por hoy- voy a hacer la entrada más dulce en los Campos Elíseos de mis cinco Tours", explicó el pasaitarra, que ha completado una carrera para descubrirse; sobresaliente en las dos contrarrelojs largas y el prólogo y sufridor, luchador en la montaña, sobre todo en los Alpes, en el Galibier (se escapó en el Telegraphe del grupo de escapados en el que viajaba inmerso), que coronó por delante del grupo de favoritos, a la estela de Alberto Contador, ganador final de la Grande Boucle. Luego, en Pirineos se puso el buzo de trabajo y se preparó para sufrir lo indecible y aguantar, como hizo, entre los diez mejores.
Cuatro puestos por delante suyo entrará hoy en París otro corredor del conjunto naranja, el guipuzcoano Haimar Zubeldia, que no pudo ayer recortar los 23 segundos de adelanto con los que partía Carlos Sastre (CSC). El usurbildarra perdió en la contrarreloj de ayer 42 segundos con respecto al escalador madrileño y repetirá hoy en los Campos Elíseos la misma posición que conquistó en el Tour de Francia de 2003, pues será quinto (en aquella ocasión el igorreztarra Iban Mayo, por aquel entonces también en las filas de la escuadra de Miguel Madariaga) acabó sólo un puesto por detrás.
El corredor de Euskaltel-Euskadi tiene motivos más que suficientes para acabar satisfecho un Tour de Francia que arrancó con la idea de ganar una etapa y entrar, por tercera vez en su carrera deportiva, entre los diez mejores de la clasificación general final. No ha logrado el primero de los objetivos marcados, pero camino de la meta de Loudenvielle, en la segunda etapa de Pirineos, jaleado por miles de gargantas naranjas, mostró su cara más ambiciosa al luchar por el triunfo, mano a mano con el kazajo Alexandre Vinokourov (Astana). Finalmente tuvo que conformarse con acabar en tercera posición, porque en el sprint por la plata se vio superado por el luxemburgués Kim Kirchen (T-Mobile).
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