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miércoles, 11 de julio de 2007

Preguntas Difíciles

Gloria Totoricagüena es una persona a la que respeto y admiro, es por eso que me alegra tanto que sea ella la que haya dado el primer paso para dignificar y democratizar los colectivos vascos de la diáspora mismos que desde mi punto de vista se han convertido en castillos de la pureza donde poco o nada importa la convivencia con las sociedades en las que están presentes y la cultura vasca es vista como pieza de museo.

De la actualidad y de lo que es hoy Euskal Herria ni hablar, y atreverse a mencionar los derechos humanos de los que luchan por la autodeterminación de nuestra nación es considerado pecado capital con pena de ostracismo y expulsión.

La juventud no tiene espacios y una visión católica se ha apoderado del calendario de festividades.

Todo esto claro para beneficio de Madrid y Paris que ven a la diáspora vasca como un aliado en su represión de todo lo vasco, si a algo hay que llamarle ironía.

Pero bueno, aquí tienen la nota publicada en Gara, pero les advierto, las respuestas tardarán en llegar y eso si es que algún día llegan:

Preguntas Difíciles Para Una Reflexión Autocrítica Sobre Las Euskal Etxea

El IV Congreso Mundial de Colectividades Vascas sirve esta semana de punto de encuentro para la diáspora. Una de las figuras centrales del foro, Gloria Totorikaguena, anima a los congresistas a trabajar duro en Bilbo para responder a preguntas nada sencillas.

Anjel ORDOÑEZ

El Gobierno de Lakua reconoce oficialmente la existencia de 161 centros vascos en todo el mundo, algunos con tanta tradición como el de México D.F., que acaba de cumplir un siglo de vida. Aunque con una esencia común, cada euskal etxea subsiste como una realidad diferente, cargada de una trayectoria histórica que siempre enriquece pero que en ocasiones también puede lastrar y limitar su desarrollo.

Ésta aparece como una de las principales preocupaciones de Gloria Totorikaguena, considerada como uno de los referentes centrales del IV Congreso Mundial de Colectividades Vascas. Esta investigadora, hija de emigrantes que sobrevivieron al bombardeo de Gernika y partieron en 1960 hacia Boise (Idaho), habla frecuentemente de «reinventar» las euskal etxea, de adaptarlas a los nuevos tiempos y, sobre todo, a las necesidades reales de las nuevas generaciones.

En su discurso inaugural del congreso, pronunciado delante de los 150 representantes oficiales llegados desde 18 países -y también del lehendakari del Gobierno de Lakua, Juan José Ibarretxe-, Totorikaguena habló sin ambages de la necesidad de abordar una «profunda reflexión autocrítica» por parte de los centros vascos de todo el mundo.

«¿Están ustedes satisfaciendo las necesidades e intereses de sus miembros?». Ésta fue la primera de las preguntas lanzadas a los asistentes al congreso. Por su parte, advirtió de que «ninguna organización eficiente es monolítica o completamente homogénea» y añadió que los centros vascos deben ser «motores de desarrollo que animen a los individuos a buscar su vasquidad de la forma que deseen».

Construyendo puentes

Enlazando con el lema elegido para encabezar el congreso que se desarrolla en el Palacio Euskalduna, «Zubigintzan», Totorikaguena manifestó que «la euskal etxea es un puente que conecta generaciones de vascos entre sí, a emigrantes vascos con sus generaciones posteriores, con su país de acogida y con Euskal Herria; en definitiva, un puente que conecta la identidad vasca actual con las identidades pasadas».

En palabras de la investigadora, «este puente soportará mucho tráfico, que en ocasiones se desplazará en sentidos opuestos, se detendrá o cambiará de dirección». Abundando en el plano de la necesidad de autocrítica, comentó que «el papel de las euskal etxea no debe ser dirigir ni controlar el tráfico, sino ofrecer nexos de conexión que vinculen con las instituciones, y a la gente de los siete territorios con todos los vascos que viven repartidos por el mundo».

Su análisis crece en profundidad cuando manifiesta que «la diáspora ni puede ni debe concebir una identidad homogénea, cuando la propia tierra de origen es muy rica en diversidad. Somos un pueblo plural».

El primer Congreso Mundial, celebrado en 1995 en Gasteiz, se cerró con una declaración final, en uno de cuyos puntos los asistentes se comprometían a «trabajar denodadamente para asociar a los jóvenes vascos del exterior, dándoles un papel relevante de manera que se asegure el relevo generacional».

Con este punto de partida dirigió Totorikaguena su segunda pregunta a la tribuna: «¿Su euskal etxea funciona con eficacia?». Concretó que «para nuestros padres y abuelos, las instituciones de la diáspora vasca estaban preparadas para responder a sus necesidades; pero las generaciones actuales y futuras de la diáspora están interesadas en estas instituciones por motivos diferentes y ustedes tienen que encontrar los mecanismos para satisfacer esos intereses».

Añadió en este mismo sentido que «el futuro está planteando preguntas que el pasado es incapaz de responder, cada generación requiere soluciones diferentes; no podemos dudar en eliminar secciones de nuestras instituciones que, simplemente, ya no hacen falta; el presente y el futuro son dinámicos y, sin embargo, algunas euskal etxea, acostumbradas a las jerarquías y a la rutina, tienden a improvisar».

Totorikaguena aconseja a los centros vascos alejarse de estructuras «trasnochadas del pasado» y dirigirse hacia «formas organizativas más fluidas y eficaces». Y pregunta de nuevo: «¿Qué abanico de actividades organiza su euskal etxea? Ustedes deben definirlas y ponerlas en práctica, pero siempre teniendo en cuenta qué es lo más adecuado para sus miembros. Los contenidos no necesariamente tienen que estar siempre bajo el control absoluto de la institución».

También opinó que «los nuevos miembros de nuestras organizaciones no deben ser meros aprendices de segundo nivel, sino que hay que concederles responsabilidad; al mantener la jerarquía de la vasquidad, del ser más vasco o menos vasco según categorías subjetivas y más que discutibles, a menudo se deslegitima a personas que tienen ideas diferentes y eso es contraproducente».

La revisión debe alcanzar, según expuso, a los parámetros con los que se determina el éxito de las euskal etxea. «¿Cómo lo medimos? ¿Por la cantidad? ¿Por el número creciente de personas que se aprovechan de las ventajas de la institución? ¿Por el número y diversidad de las actividades? No. Debemos emplear indicadores de calidad, como por ejemplo el incremento en la comprensión de la vasquidad por parte de los miembros y la mayor implicación sicológica y espiritual con la identidad vasca».

A quienes, en la diáspora, manifiestan que la identidad vasca de sus comunidades está en declive, dedicó la carga de profundidad más potente, nuevamente entre interrogaciones. «¿Realmente es así? ¿no será que la identidad se transforma constantemente y que es la euskal etxea la que no se está adaptando a las necesidades y expectativas de sus miembros?».

Totorikaguena finalizó invitando a los presentes a plantearse «preguntas difíciles» en clave de autocrítica y añadió una última: «¿Qué estamos haciendo realmente para difundir la historia y la cultura vasca en nuestras comunidades?». Quedan cuatro días para encontrar las respuestas.


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