Este escrito aparece en inSurGente, es una historia de fantasmas:
El fantasma de Ermua
Manuel F. Trillo
Han pasado diez años desde que enterraron a un concejal de Ermua. Han pasado veinte desde que enterraron a Lucía Urigoitia. Han pasado treinta desde que enterraron a los abogados de Atocha. Han pasado algo más cuarenta desde que enterraron a los anarquistas Joaquín Delgado y Francisco Granados, y al comunista Julián Grimau… Hace cincuenta años enterraron a Juanín y Bedoya (“los del monte”). Hace sesenta años -en 1947- enterraron a los muertos por disparos de la Guardia Civil aplicando la ley de Bandidaje, y no pasaba nada, aunque los muertos fueran los familiares de los que estaban en el monte. Hace exactamente ese tiempo fue cuando se produjo el mayor exterminio de guerrilleros contra el fascismo mientras los países “democráticos” miraban hacia el lado que más les convenía, es decir, al color rojigualda de El Pardo. Pero ayer, 10 de julio de 2007, en la democrática España de los principios y los derechos fundamentales un joven fue detenido acusado de ser -como dice Rubalcaba- centro nuclear de la kale borroka, y a las pocas horas ingresaba en el hospital. ¿Por qué? ¡Pero qué flojos son estos vascos! Año 2007.
El fantasma de Ermua, si existe, es un puro cuento inventado para que los niños se asusten. Lo sacan a pasear de vez en cuando, no son pocas las ocasiones, y como hace la abuela con sus nietos para que se callen, les habla del que “viene a comerte las asaduras, duras”. Los niños se callan y al final se quedan dormidos porque no aguantan más tiempo tanta agitación, y cansados de la monserga de la abuela -o de las decenas de debates y noticias sobre algo ocurrido hace un decenio- duermen y ruegan no soñar con el fantasma. “Llega el fantasma a la cama y te dice: niño debes ser como el fantasma de Ermua”. El niño da un grito de espanto, y la abuela agitada por tanto terror pretende calmarlo, pero el niño ya no duerme hasta el alba.
El fantasma de Ermua recorre los campos ibéricos –menos en Portugal, donde al menos los niños duermen- y su paseo por la estepas, los valles y los riscos de Sierra Morena y los altos del Moncayo, y en los rayos catódicos el fantasma dejó estupefactos a los españoles. Porque volvieron a rememorar un acontecimiento con todas sus imágenes. Cómo se quedarían si vieran la muerte en garrote vil de Salvador Puig Antich, de Granados y Delgado, o los fusilamientos en pleno centro del pueblo de Nerja de familiares de “fugados” por el padre de los hermanos Jiménez-Reyna (caso Gescartera), a la sazón coronel de la Guardia Civil. El fantasma de Ermua puede enseñarnos en qué condiciones quedan los torturados por los cuerpos de seguridad del Estado, caso de Mikel Zabalza, o cuánta cal viva hay que echar en un agujero para que desaparezca un cadáver.
El fantasma de Ermua podría mostrarnos qué piensan esas personas -jóvenes o no- que siendo detenidas pasan dos años en prisión - o cuatro- y luego son absueltos de los delitos que se les atribuían. El fantasma es un fantasma, pues hablan de espíritus, y ejemplos hay a mansalva, algunos recordarán el “espíritu del 12 de febrero” propiciado por el “Carnicerito de Málaga” (Arias Navarro); hasta Juan Carlos Borbón hablaba hace poco del “espíritu de la Transición”; aquél otro del “espíritu de España” de H. Raley; lleno de espíritus me pierdo, pues desde que me hablaron del Espíritu Santo y su naturaleza intanginble he llegado a la conclusión de que prefiero fantasmas.
El fantasma de Ermua sale todos los años por estas fechas, pero yo podría colocar cada día del año un fantasma tan digno y tan saleroso que en nada tendría que envidiar al otro. Todos los días sacamos nuestros fantasmas a relucir, pero algunos tienen la fortuna de que los radian y televisan. De ese modo, hoy, el fantasma ha tapado algunas noticias importantes para el año 2007, y la que me parece que quedó estupendamente escondida y de la que mañana nadie dirá una sola palabra es la que condena a la Iglesia Católica al pago de la indemnización como responsable civil subsidiaria por el delito de pederastia de uno de sus curas en Madrid.
El fantasma tiene una capa muy amplia y llega cubrir con su sombra cuanto acontece. Tengamos un fantasma para cada ocasión y hagamos de este planeta, de este país, de esta tierra, de esta calle, un inmenso cementerio de silencios. El fantasma de Ermua se ha ido -se irá mañana- hasta el año que viene. Los fantasmas de cada uno de los 8.200 pueblos de esta España masacrada vagan solos por las cunetas y no tienen ese derecho a salir en la pantalla de mi vecino. Hay fantasmas vencedores, y hay fantasmas vencidos.
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