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Todo bien, con la excepción del poco afortunado comentario acerca de la izquierda abertzale, Cardona en este caso usa la misma visión que la de los trogloditas en Madrid.
Ha llegado la hora de hablar claro
Ramiro Cardona
La mascarada navarra una vez más, terminará como siempre. Los navarros, tan libres de ser navarros, serán lo que quiera Madrid que sean. Navarra está fuertemente colonizada desde su invasión por los castellanos que a la postre son los únicos españoles. Madrid es Castilla en todas sus esencias, con la misma obsesión de siempre, con la misma chulería y la misma elegancia cutre de traje estrecho.
El pacto neofranquista que aceptaron todos los partidos sin excepción, unos porque estaban en la movida y otros porque querían estar, nos ha traído esta esperpéntica situación de la España que no es España, de la España rota, de la España del trágala y el palo y tente tieso.Desgraciadame nte todos hemos entrado en el juego y pagamos sus consecuencias por admitir algo inadmisible.
Euskadi es la patria de los vascos, mal que le pese al presidente del EBB del PNV, que tantas veces nos recuerda la legalidad vigente española. Para ello Euskadi se debe liberar primero de sus partidos políticos, verdaderos engranajes para manejar el poder y disfrutarlo a su antojo el mayor tiempo posible. Los partidos en Euskadi no nos llevaran jamás a la independencia, ni los españoles, ni los vascos. Están totalmente incapacitados, conectan con la gente a través de su costosa maquinaria propagandística para las elecciones y sólo sirven para gestionar el ingente dinero que recaudan de los ciudadanos.
No voy a decir que todo lo hacen mal, hay muchos que lo hacen bien y hasta muy bien. Lo que yo digo es que jamás nos llevaran a la independencia porque eso perjudica enormemente sus intereses particulares y de grupo, porque es una propuesta que la mayoría de los políticos vascos la consideran suicida.
Por eso nos llaman a la sensatez, a la calma, al orden y todas esas excusas que sirven para mantener las promesas en el tiempo y no enfrían el corazón de sus gentes. Pero el tiempo pasa y pasa y cada vez estamos más lejos.
¿Ha llegado la hora de sustituir a los partidos políticos en la lucha por la independencia? Sería petulante por mi parte decir contundentemente que sí, pero podíamos ensayarlo y quizás logremos mover a los partidos en esa dirección.
Examinando la situación de los partidos de Euskadi y para ello excluiremos al PP/UPN y PSOE que son meras sucursales de Madrid, por mucho que nos digan o protesten, los nacionalistas escindidos PNV/EA están tratando con enormes dificultades de no perder la conexión con los ciudadanos. Por parte de IU y Aralar poco se puede decir porque están a la sombra de PNV/EA de momento, o a la sombra de los unionistas y contarán como meros números en la nomenclatura del poder. De la izquierda abertzale, lastrada por la actividad armada de ETA y totalmente maniatada por el Estado poco podemos esperar, si somos realistas.
Así las cosas, solo queda la ciudadanía que ligeramente autoorganizada podía llegar a inyectar un nuevo aire a la actividad política. Por supuesto esa autoorganización debiera ser mínima de lo contrario se transformaría en una nueva versión partidista. Debemos pensar que estos ciudadanos actuarían a través de los sentimientos con la razón y la inteligencia.
Se puede decir sin temor a equivocación que el sentimiento independentista, sin etiquetas, está arraigado en nuestro país Euskadi/Euskaherría y contaría con gran numero de adeptos que sin más compromiso que el de serlo podrían actuar en acciones coordinadas, perfectamente identificados y libres de pertenecer a tal o cual disciplina. La contundencia y trascendencia de sus acciones podía llegar a causar gran impacto y servir de altavoz en los medios.
Cientos o miles de taldes, unidos como cada uno considere más oportuno, repartidos por toda la geografía de Euskaherría, bajo la única autoridad de la ikurriña y una sola reivindicación, la independencia. No cabe duda que resultaría una experiencia tonificante y aclaratoria cuando menos.
Todo bien, con la excepción del poco afortunado comentario acerca de la izquierda abertzale, Cardona en este caso usa la misma visión que la de los trogloditas en Madrid.
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