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lunes, 30 de julio de 2007

Boludez Real

Este escrito ha sido publicado en inSurGente:

El rey de los boludos

por Daniel C. Bilbao

Cuando uno es muy pero muy tonto, en Argentina se lo suele calificar como «el rey de los boludos». Si dicho rey nos hace «fuck you» con el dedo medio en ristre, no irá preso. En otros países, se respeta la investidura y tampoco se los encarcela.

En Argentina, a nadie se le ocurriría hacer causa común con dicho rey, ni declararse admirador. Debe ser porque no tenemos tradición monárquica. O para no quedar como un boludo. Además, la gente preguntaría «¿Este es boludo o se hace?». Y automáticamente pasaría a ser considerado vasallo del rey de los boludos. Me parece que debiera aclarar que boludo es una especie de sumatoria de gilipollas y capullo, elevado a un cierto grado de potenciación ligeramente inferior a enésima. Y rey es por definición algo tan inútil como un parásito.

Por distintas razones, en Argentina, los boludos forman –formamos- legión, pero no tenemos rey. Es que somos, entre otras cosas, muy irreverentes, y no quedaría rey con cabeza, por más boludos que fuéramos. Si nos atrevimos a exigir un juicio por mala praxis contra San Cayetano, patrono protector del trabajo, qué no haríamos con un rey, parásito succionador que no cumple en la sociedad ninguna finalidad benéfica y que además, es un boludo.

El alcoholismo, aunque resulte lamentable reconocerlo, sigue siendo un flagelo en nuestro país. Es de imaginar lo que ocurriría si el rey de los boludos, además de rey y de boludo, fuera borracho, un beodo consuetudinario. Cuán caro nos saldría, si además debiéramos pagarle la bebida.

Como el rey de los boludos es un boludo, si alguien se burlara de él haciendo mofa callejera, dedicándole graffittis o publicando caricaturas en las revistas de humor, no iría a parar a los tribunales, y nadie saldría a protestar. Porque como he dicho, no tenemos tradición monárquica y, además ¿a quién se le ocurriría defender a un parásito, boludo y/o borracho?

Cuando se nos aparece un tonto de ésos que solemos calificar como rey de los boludos lo mandamos de paseo, por decirlo de alguna manera. Pero siempre a su cuenta, claro. Gracioso sería que al rey de los boludos, parásito y/o boludo y/o borracho, encima tuviéramos que pagarle el paseo. ¡Flor de boludos seríamos!

Es verdad que nos ha gobernado a la fuerza algún borracho -que nos involucró en una guerra-, tuvimos nuestro gobernante boludo -que nos puso al borde de la disolución- y los hay parásitos -se ruega revisar la lista de funcionarios-, pero casi nunca se dieron todas esas virtudes juntas en una sola persona. Y menos en un rey. Será porque no tenemos tradición monárquica, como decía.

Nos llaman la atención -diría mejor que nos desconciertan-, algunas culturas que cuentan con un régimen de monarquía, especialmente si se trata de culturas del llamado «primer mundo». No sería capaz de decir que son boludos, porque las ingentes riquezas que se roban de aquí -desde Colón a nuestros días- me estarían desmintiendo. Tontos no son, evidentemente. Pero, tienen rey... ¿Qué clase de rey? ¿Y qué clase de vasallos?

Me entero de que en uno de esos países monárquicos, el Reino de España, por hacer mofa de la familia real hay que desfilar por los tribunales de justicia. Debo pensar que se debe a la tradición monárquica del país. Interesado en el tema, leo que un senador llama a la familia real "pandilla de vagos", "institución caduca", "impresentables" que "con el presupuesto público veranean de gorra dos meses". Si hasta "bribón" lo llama (¿o era el nombre de un yate?).

Lo cierto es que no me lo puedo creer. Aún así, un vago que vive de arriba, en Argentina sería el rey... pero de los "vivillos". Acabo de leer la defensa que hace del rey uno de sus vasallos, es decir, uno de los vivillos. Según lo que dice el diario, se trata del secretario de Organización y Coordinación del PSOE, José Blanco, quien califica de «despropósito» las acusaciones comentadas más arriba. «Son unas palabras desmedidas, sin sentido y espero que rectifique». No tengo más remedio que preguntarme, aunque el tal Blanco no sea argentino: ¿Éste es boludo, o se hace? Y a partir de ésto se pueden sacar conclusiones tan escalofriantes que prefiero dejar el tema. Después de todo, es un asunto de países monárquicos. Yo, argentino.


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