Bueno, tal vez no de piratas precisamente, pero este artículo publicado por el Diario Vasco nos narra una historia que nos cuenta la muerte de varios navegantes vascos al servicio de España.
Aquí la tienen:
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Elegoibar / Martín Íñiguez de carquizano: 480 años de su fallecimiento
Una tumba en las Molucas
El 12 de julio de 1527 finalizó en las lejanas islas de las Molucas la aventurera vida del capitán Martín Íñiguez de Carquízano
AITOR ZABALA
ELGOIBAR. DV. Hoy hace 480 años murió envenenado en Tidore, un enclave situado en las lejanas islas Molucas (Indonesia), el navegante elgoibarrés Martín Íñiguez de Carquízano.
Soldado, navegante y aventurero, forma parte de un linaje del que salieron personajes que se hicieron con un lugar en la historia de España, como Martín Sánchez Carquízano, secretario de Cámara de los Reyes Católicos, Sebastián, veedor de los Reales Ejércitos, que murió peleando contra Malta, o Juan Martínez, capitán de un galeón en la expedición de Magallanes.
Pero, sin lugar a dudas, quien tuvo una vida más azarosa y aventurera fue Martín Íñiguez de Carquízano, miembro destacado de la expedición del Comendador Loaisa a las Molucas y, según algunos historiadores, capitán de la compañía formada en Elgoibar para defender Hondarribia del sitio al que los franceses sometieron a la localidad fronteriza el año 1521 y que se saldó con su rendición el 18 de octubre del mismo año.
Cuatro año después, en concreto el año 1525, Martín Íñiguez de Carquízano vuelve a hacer acto de presencia en los anales de la historia como miembro de la expedición que el comendador García Jofre de Loaisa había organizado con destino a las islas Molucas, y en la que también participaban otros navegantes vascos como el propio Juan Sebastián Elcano o Andrés de Urdaneta.
El objetivo era llegar hasta estas remotas tierras en busca de las codiciadas especias, pero para ello iban a tener que hacer frente a los peligros del mar, a la amenaza de los pobladores de las tierras que iban a encontrarse en su recorrido, y al ejercito portugués que, al igual que los españoles, pugnaba por hacerse con esas mismas riquezas.
Todo ello, además, en un viaje que tenía previsto durar varios años y que se presentaba con escasas garantías de éxito para buena parte de los que componían la expedición. A pesar de ello, el 17 de julio de 1525, siete navíos ocupados por 450 hombres abandonaron el puerto de La Coruña empujados por el ansia de gloria y riqueza.
No fueron pocas las penalidades que tuvieron que vivir los oficiales y miembros de la tripulación durante la travesía del Atlántico y, en especial, al adentrarse en el Océano Pacífico. Poco antes de atravesar el estrecho de Magallanes, la expedición ya sufrió su primera baja, con el hundimiento del galeón Sancti Spiritus que capitaneaba Juan Sebastián Elcano, que salió indemne del naufragio.
Semanas después, la San Gabriel perdió el rumbo y decidió volver a España al no encontrar al resto de la flota, arribando al puerto de Bayona el 28 de mayo de 1527. Finalmente, la lista de bajas se incrementó con pérdida de La Anunciada, embarcación capitaneada por Pedro de Vera que desapareció sin dejar rastro.
Motín
La menguada flota perdió a dos de las cuatro unidades que le restaban, la nao San Lesmes y al Santiago, el 1 de junio de 1526 a raíz de una fuerte tormenta. La tripulación del Santiago logró llegar a tierras de México y buena parte de sus miembros consiguieron salvarse. Los que no tuvieron tanta suerte fueron los componentes de la tripulación del San Lesmes, que desaparecieron en el mar sin dejar ninguna huella.
Estas penalidades se cobrarían también su tributo en forma de vidas humanas. La marinería se vio diezmada, pero tampoco los oficiales se libraron del cruel destino de la expedición. Así, el 30 de julio de 1526, un año después de la partida, murió el Capitán General de la Armada, García Jofre de Loaisa. Su lugar pasó a ser ocupado por Juan Sebastián Elcano que, a la sazón, también se encontraba enfermo, y moriría cinco días después, dando paso en la capitanía a Toribio Alonso de Salazar por elección de la propia tripulación. Pero su mandato duró poco más de un mes ya que el 13 de septiembre también moría, siendo elegido para dirigir la tripulación el elgoibarrés Martín Íñiguez de Carquízano.
Llegada a Las Molucas
Para entonces, sólo continuaba en la expedición una de las siete embarcaciones que había partido de La Coruña, la Santa María de la Victoria, pues la otra superviviente, la Santa María del Parral, había encallado en la isla de Cebú a consecuencia de un motín en el que murió su capitán, Jorge Manrique de Nájera.
A pesar de lo delicado de la situación, el capitán Martín Íñiguez de Carquízano siguió adelante en su empeño, llegando a alcanzar las costas de Mindanao y la isla de Cebú, así como al archipiélago de Las Célebes, y arribando a las ansiadas islas Molucas, en las que terminaría por encontrar la muerte, el 29 de octubre de 1526.
El veneno portugués
Durante su su estancia en la actual Indonesia, Carquízano se encontró con la oposición de los portugueses. Los dos potencias navales de la época codiciaban las especias que ofrecían con profusión los lejanos Mares del Sur y ponían todo su empeño en la consecución de esta objetivo. El enfrentamiento no se hizo esperar al reclamar Carquízano a los portugueses que se encontraban instalados en las islas Molucas que abandonaran aquel territorio al considerar que aquellas tierras e islas caían dentro de la demarcación del rey de España. Los portugueses no aceptaron estas peticiones y conspiraron para acabar con el capitán elgoibarrés, que moriría envenenado por Fernando de Baldada, factor de la fortaleza del rey de Portugal, el 12 de julio de 1527.
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