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viernes, 11 de enero de 2019

Las Víctimas Valencianas del Sionismo

Es duro sí vivir con la amenaza de terminar en la cárcel durante años sin saber realmente por que. Solo hay que ir a Altsasu a preguntar, por puntualizar este caso emblemático entre los muchos que se han multiplicado en Euskal Herria. ¿O ya se olvidaron del hostigamiento a Fermin Muguruza, impedido a participar en festivales de música una y otra vez?

Esa es la situación que viven hoy ocho internacionalistas valencianos que están sintiendo en carne propia los excesos del fascismo. Hoy, ellas y ellos son víctimas por un lado del genocida fascismo israelí y por otro del fascismo colaborador del franquismo borbónico, mismo que ha decidido extender la estrategia represiva de la Zona Especial Norte a toda la geografía del estado español, a sabiendas que nadie en Europa va a hacer o a decir nada.

La directriz, no lo olvidemos, viene de Washington. Baste recordar que en su ciudad natal han retirado un reconocimiento a la lucha por los derechos civiles a Angela Davis.

Esta nota del portal Levante les da voz:


Ocho activistas están imputados por pedirle al Rototom que cancelara la actuación del cantante pro-israelí Matisyahua a través de tuits

Mónica Ros

Jorge Ramos Tolosa es profesor de Historia Contemporánea en la Universitat de València; Irene Esteban es técnica de Desarrollo Local en una entidad y trabaja en la Casa de la Dona; e Imma Milán es profesora de secundaria.

Los tres tienen entre 30 y 35 años y son activistas y defensores de los derechos humanos y de diversas causas sociales. Por ello, los tres se sorprendieron de que un festival como el Rototom Sunsplash de Benicàssim contara en 2015 con la participación de Matisyahu, un cantante pro-israelí que niega la existencia del pueblo palestino.

Además, ha colaborado en la recaudación de fondos para el ejército a través de la asociación de Amigos del Ejército Israelí (FIDF) y ha justificado públicamente algunos ataques como el que sufrió la Flotilla de la Libertad en 2010.

Por eso los tres participaron, sin dudarlo y de forma activa, en la campaña Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), que lucha por la defensa del pueblo palestino a nivel internacional y que inició una campaña centrada en pedirle «coherencia» al festival de Benicàssim, en exigir que cancelaran su actuación y en recalcar que este artista «no debería formar parte de un festival que defiende los derechos humanos, porque esa es la esencia del Rototom o al menos, la teoría». Y lo hicieron mediante las redes sociales. Ni tan siquiera acudieron al concierto que, finalmente, sí se celebró sin altercados, ni episodios violentos.

Sin embargo, se enfrentan ahora a una pena de 4 años de cárcel e inhabilitación. Y no lo comprenden. Y se preguntan: «¿Y la libertad de expresión?, ¿y la posibilidad de utilizar el boicot como acción pacífica?». Los tres irán a declarar el lunes al juzgado de Instrucción número 19 de València por supuestos delitos de amenazas, coacciones e incitación al odio. Pero no irán solos. La querella criminal señala a 8 personas. Jorge, Irene e Imma son 3 de los 5 valencianos imputados en un caso que no tiene precedentes en España. «Somos 8 acusados pero podríamos ser 200 o 2.000», apuntan.

La querella presentada por el abogado Abel Isaac de Bedoya Piquer, presidente del Comité Legal contra el Antisemitismo y la Discriminación, reúne 166 páginas y 6.000 folios a doble cara como documentos adjuntos donde se detallan las publicaciones de los acusados y del movimiento BDS (aunque no formen parte de la asamblea del País Valencià pero sí simpaticen con la causa, como es el caso de Imma) llamando al boicot. En este caso, un boicot cultural.

Pero no porque Matisyahu sea judío, ni mucho menos, «sino porque justifica y defiende los crímenes que sufre el pueblo palestino, actuaciones racistas y violentas que vulneran los derechos humanos ante la pasividad de la comunidad internacional. Pues los ciudadanos hablamos. Y lo hacemos de forma pacífica y en todo el mundo. Y sí, el movimiento BDS persigue el boicot institucional, económico, comercial y cultural a Israel. Nuestra crítica no es al artista por ser judío, eso es lo primero que debe quedar claro».

Primera causa judicial

Esta es, además, la primera causa judicial de estas características. «Nos denuncian por instar a un festival a que cancele una actuación, por dar a conocer la ideología que defiende este cantante en un festival que ha llevado a personas de renombre que defienden los derechos humanos», aseguran. «Nos enfrentamos a cuatro años de cárcel por defender al pueblo palestino. La intención de conseguir silenciar el debate que crea el BDS y criminalizar sus actos. No tiene nada que ver con el antisemitismo», afirman los investigados, que continúan sin entender nada.






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