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lunes, 4 de mayo de 2015

La Luz de Euskal Memoria

Existen las víctimas que el estado borbónico franquista promociona todos los días.

Y luego están las víctimas del terrorismo de estado desplegado por el estado borbónico franquista en contra del pueblo vasco.

Los unos cuentan con todos los medios disponibles a su disposición para darse a conocer y publicitarse.

Los otros, a partir de hoy, salen de la oscuridad.

Aquí lo que nos comparte Gara:


El jueves marcará un pequeño hito en la lucha por completar la verdad del conflicto. Euskal Memoria abre un centro de documentación inédito, y abierto a través de internet, con información diversa de los otros muertos muy pocas veces reconocidos. Un trabajo incesante, porque siguen apareciendo datos e incluso casos desconocidos.

Ramón Sola

Los periodistas vascos conocemos por experiencia, de primera mano, las dificultades que entraña recuperar las historias de ciertas víctimas del conflicto. Cuando no hay testigos directos, solo queda recurrir a recortes de prensa de la época, que a menudo obvian o distorsionan lo ocurrido, a archivos como el de los benedictinos de Lazkao y a algunos libros de estas últimas décadas, voluntariosos pero insuficientes para abarcar la realidad tan enorme y a veces lejana. Por eso el de este jueves supone un paso de gigante para completar el mosaico de la verdad del conflicto violento: por primera vez se abre un centro de documentación sobre las «víctimas olvidadas o no reconocidas». La fundación Euskal Memoria saca a la luz, en un portal de internet totalmente abierto, todos los datos que ha ido recopilando sobre unas 500 personas muertas en acciones policiales, atentados de guerra sucia, accidentes derivados del conflicto, cuando realizaban acciones armadas...

Aunque la dirección exacta de la web no se revelará hasta el jueves, GARA ha tenido acceso a este centro. Cada nombre esconde un pequeño o gran tesoro documental: además de una ficha técnica con los datos básicos, fotos diversas (en ocasiones desde la niñez de esta persona hasta sus funerales), informaciones de prensa, referencias bibliográficas, expedientes policiales o judiciales en caso de haberlos, y todo tipo de material añadido (desde la homilía de un funeral a un poema o una canción relativos al fallecido...).

Obviamente, en algunos casos la documentación existe es muy amplia por su propio eco masivo (Joxean Lasa y Joxi Zabala, Mikel Zabaltza..), mientras que en otros, sobre todo los de los años 60, ha costado incluso completar la ficha técnica básica. Como ejemplo, el primero, José Rey, un civil gallego, vigilante de profesión, muerto a tiros en Basauri.

Son todos los que están, pero a buen seguro no están todos los que son, porque el olvido e incluso la ocultación oficial han formado durante décadas un espeso manto que no siempre se consigue levantar. De hecho, ahora mismo se está investigando un posible nuevo caso de víctima del conflicto con características peculiares (militante, mujer, fallecida al norte del Bidasoa...). Esta semana también ha alcanzado cierto eco la aparición de documentación policial sobre el caso de Joxe Arregi, muerto en comisaría en Madrid en 1981, aunque habrá que esperar para ver si en ella existe alguna novedad relevante.

Y sobre todo, según explica Karmele Urbistondo desde Euskal Memoria, hay un trabajo ininterrumpido de búsqueda de datos y testimonios, y un gota a gota continuo de aportaciones de las familias. Por ejemplo, recientemente se ha actualizado el caso del terrible accidente de avión que costó la vida al hijo de tres años del deportado en Cabo Verde Emilio Martínez de Marigorta y a cuatro familiares más. Víctimas excluidas de cualquier recuento oficial, pero sin duda parte importante del drama de estos 55 años de conflicto.

Un primer paso

Por ello, es difícil incluso dar un número exacto de las víctimas mortales incluidas en este centro documental, impulsado por la iniciativa popular. Ahora son casi 500, pero incluso la cifra va evolucionando. Cuando la fundación puso en marcha esta labor –el libro ‘‘Gernikako seme-alabak’’ fue su primer gran monográfico en 2010– se contaban 474. La casuística es de lo más variado; desde militantes armados que fallecieron colocando un explosivo a delincuentes comunes abatidos en controles «antiterroristas», pasando por personas a las que les estallaron granadas, víctimas de los GAL, fallecidos por pelotazos o disparos, muertos a consecuencia de la dispersión... Solo les iguala haber perdido la vida a consecuencia directa del conflicto, y en la práctica totalidad de los casos seguir sin culpables e incluso sin reconocimiento.

Pese a su volumen, este centro de documentación únicamente supone una pequeña parte del trabajo de hormiga que va haciendo la fundación, sufragado con aportaciones de sus socios. La parte que se abre a todo el mundo este jueves es exclusivamente la relativa a las personas fallecidas desde 1960 hasta hoy, pero Euskal Memoria también recopila datos sobre las décadas anteriores (todo el siglo XX), sobre las personas heridas en estas últimas cinco décadas largas, sobre las que han sufrido tortura (y el censo se cuenta ya por miles), sobre las detenidas, sobre los ataques al euskara o la cultura vasca... Asuntos que han sido abordados en los sucesivos trabajos monográficos de Euskal Memoria desde 2010, pero que no dejan de actualizarse.

La intención de la fundación es que todo ello se vaya abriendo al público poco a poco, pero se ha decidido empezar por este capítulo concreto, especialmente relevante por su gravedad, pero también muy llamativo por su dimensión.

El trabajo que hay tras todo esto resulta enorme, porque no solamente obliga a encontrar las referencias, sino también a digitalizarlas. En el caso de las víctimas de los años 60, por ejemplo, hay que recurrir a menudo a publicaciones ya desaparecidas, como ‘‘Unidad’’ o ‘‘La Voz de España’’, y resulta realmente complicado llegar a contactar con familiares de la persona, testigos del hecho, obtener fotografías relacionadas con él o su muerte...

Accesible, fiable y de futuro

El centro de documentación de Euskal Memoria se ajusta a los criterios internacionales de archivística, tanto para facilitar la accesibilidad como para garantizar la fiabilidad. Es preciso cumplir normativas como la Ley de Protección de Datos.

«El objetivo final es dar a conocer a la ciudadanía de modo claro lo que las personas que han sido víctimas o testigos han contado directamente y lo que se ha obtenido mediante la investigación», explica Urbistondo. Desde su creación, Euskal Memoria marcó junto a la búsqueda de la verdad un compromiso paralelo de divulgarla.

La fundación Euskal Memoria asume completamente esta labor, sin implicación de instituciones como el Gobierno de Lakua. En cualquier caso, el trabajo ahí está, disponible para quien lo desee. Y se abre al público en un momento en que el Gabinete Urkullu acaba de anunciar una próxima ley sobre víctimas de violencia policial, después de que el Ejecutivo español cuestionara en los tribunales la credibilidad de los datos incluidos en el decreto actual, y cuando EH Bildu ha planteado la necesidad de una base de datos que recoja toda la verdad de las consecuencias del conflicto armado en este país, sin excepciones.






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