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domingo, 24 de mayo de 2015

Vascos Libertadores

Desde el portal Télam traemos a ustedes este artículo muy pero muy digno de la etiqueta Arzalluz Kurlansky:


Cuando a los chicos se les enseña en la escuela que en la Primera Junta patria surgida del Cabildo del 25 de mayo de 1810 dos de sus integrantes, Domingo Matheu y Juan Larrea, eran españoles, si bien es cierto, cuando se va más al fondo de la cuestión se encuentra con que eran catalanes tan separatistas como los que hoy pugnan por romper con la dependencia de Madrid.

Fernando del Corro

Del mismo modo también lo era Blas Parera, el compositor de la música del Himno Nacional argentino quién, aunque nacido en Murcia, había sido llevado por sus padres a Barcelona donde vivió la mayor parte de su vida y a la cual regresó luego de su paso por este país donde quedó inmortalizado por esa obra.

Pero tampoco faltaron los vascos. Miguel de Azcuénaga era descendiente de ellos y estaba influido por esa cultura. Y ya antes, en 1809, Martín de Alzaga, nacido en Euskadi, fue el primero en reclamar no una suerte de autonomía formalmente dependiente como la aprobada en el Cabildo Abierto del 25 de mayo de 1810, sino una independencia absoluta de la corona española para el entonces Virreinato del Río de la Plata bajo la matriz de una democracia republicana.

Y aunque en forma indirecta, a través de sus ideas, también el notable economista vasco Valentín Tadeo de Foronda tuvo una importante presencia en el Virreinato en virtud de que en ellas se inspiraba Manuel Belgrano, director del Consulado durante la última etapa colonial, y el primer gran economista surgido del Río de la Plata, hijo de genoveses, razón por la cual hoy, en la ciudad de Oneglia, de cara al mar Tirreno, se encuentra la segunda estatua más importante que en el mundo honra su memoria.

Como lo muestran los estudios del economista e historiador económico, Manuel Fernández López, las propuestas de Valentín de Foronda fueron claves para el desarrollo económico impulsado por Belgrano, del mismo modo que fueron clave para el que tuvieron los Estados Unidos de América cuando el presidente Thomas Jefferson, quién gobernó entre 1801 y 1809, contó con el asesoramiento de ese pensador vasco a quién sus ideas le costaron, al regresar a España, ser enviado a prisión por el entonces rey Fernando VII.

Matheu y Larrea, que integraron el grupo liderado por Alzaga, en el que también participaba Mariano Moreno, se unieron a éste en la Primera Junta en sus diferencias con el presidente de la misma, Cornelio Saavedra. Alzaga financió de su peculio la creación de dos regimientos para luchar por la independencia, uno integrado por vascos y el otro por asturianos. En 1812 fue ahorcado por encabezar un levantamiento popular contra el Primer Triunvirato.

El rol de Larrea fue muy importante en la Asamblea de 1813 donde presidió las sesiones en las que se oficializó el Himno Nacional escrito por el futuro presidente Vicente López y Planes y musicalizado por Blas Parera, como ya se señalara; fue el inspirador de una Ley de Aduanas sancionada por dicha Asamblea para facilitar la importación de máquinas para imprentas y libros como así de pertrechos, además de normas como la que eliminó los títulos nobiliarios, la que prohibió la aplicación de torturas y la que estableció la creación de un colegio militar.

Siendo síndico del Consulado de Comercio dirigido por Belgrano y dedicándose como comerciante a los negocios de azúcar, cuero y vino, en 1806 luchó contra la Invasión Inglesa de ese año como oficial y fundador del Tercio de Miñones de Catalunya con sus coterráneos Jaime Llavallol, Jaime Nadal y Guarda y José Olaguer Reynals, entre otros y en 1809 participó de la movilización independentista impulsada por Alzaga.

Desterrado a San Juan tras el alzamiento popular alzaguista del 5 y 6 de abril de 1811, el 5 de abril de 1813 fue designado para integrar el Segundo Triunvirato y en 1814 fue ministro de Hacienda. Desde ese cargo fue el responsable de la creación de la flota naval cuyo liderazgo se dio al irlandés Guillermo Brown y luego de desempeñar diferentes cargos y actividades privadas fue designado en 1828 cónsul en Francia por el poco después asesinado gobernador Manuel Críspulo Dorrego. Años más tarde, el 20 de junio de 1847 se suicidó en Buenos Aires.

Matheu llegó a reemplazar a Saavedra como presidente de la Junta Grande. Antes, como vocal de la Primera Junta, ayudó con recursos propios a la financiación de las expediciones militares de Belgrano al Paraguay y de Juan José Castelli al Alto Perú. Más tarde fue director de la fábrica de armas y fusiles y estuvo a cargo de la confección de los uniformes militares. En 1817 se retiró a la vida comercial y falleció en 1831.

El vasco descendiente Azcuénaga fue un destacado militar que también militó en el banco popular y como tal también fue desterrado a San Juan en 1811. En 1810 fue organizador del primer ejército argentino para lo cual reclutó, forzadamente, a las personas sin ocupación, luego conocidas como “vagos y mal entretenidos”. Participó en la guerra contra el Brasil y tras el asesinato de Dorrego a manos de Juan Galo de Lavalle, a raíz de sus posiciones políticas, fue expulsado de Buenos Aires por este último. La chacra donde vivía es la actual Residencia Presidencial de Olivos.

Se puede hacer una mayor enumeración de vascos y catalanes importantes en la historia argentina, como la del oriental José Gervasio de Artigas, de familia de aragoneses, primos hermanos de los segundos, e, incluso, más tardíamente, en el marco de la independencia económica impulsada por Juan Domingo Perón quién tuvo como figura clave durante sus primeras etapas de gobierno al barcelonés José Miguel Figuerola, quién condujo el Congreso Nacional de Posguerra de 1944, presidido por el propio Perón, y luego fue el principal responsable de la elaboración del Primer Plan Quinquenal en 1946 en su calidad de secretario de Asuntos Técnicos del entonces presidente.

Pero también fueron muchos los hoy mismo partidarios de una independencia de la metrópoli castellana que impulsaron la liberación de los territorios de hispano américa de la corona española. El vasco Lope de Aguirre, apodado “El loco” ya había expuesto, desde el Perú, ese reclamo al rey Felipe II junto con un reclamo por el avasallamiento de los pueblos originarios.

El propio libertador Simón Bolívar, vasco descendiente, durante una visita a Bilbao, la tierra de sus ancestros, destacó la importancia de esa herencia. También la visión euskara se expresó en México a la hora de su independencia a través de Agustín Iturbide, primero presidente provisional y luego emperador. Y si se quiere avanzar más al norte, en los propios EUA la influencia vasca en la independencia no fue sólo en el pensamiento de Foronda trasmitido a Jefferson.

En 1776 fue Diego Garboki de Arrikibar quién proveyó a George Washington de 215 cañones, 30.000 mosquetes, 30.000 bayonetas, 51.314 balas, 137.000 kilogramos de pólvora, 12.868 granadas, 30.000 uniformes y 4.000 tiendas de campaña. Y por si fuera poco, frente al intento británico de reconquistar su ex colonia en 1812, fue el vasco francés Jean Lafitte, jefe de la pirata República de Barataria, en el delta del rio Mississippi, quién resultó una pieza decisiva para conservar la libertad de la hoy primera potencia mundial.






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