Ni en las fiestas puede el pueblo vasco estar tranquilo y divertirse sin que se cierna sobre el la violenta furia de las instituciones españolistas de acuerdo con esta nota publicada en Gara:
El encierro de la villavesa acaba en carga policial
Que a la alcaldesa de Iruñea no le gustan los actos populares en sanfermines quedó meridianamente claro ayer, tras la carga policial con la que finalizó el último encierro: el de la villavesa. La cita congregó a cientos de iruindarras que dan su propio cierre a los sanfermines bajo el lema «la calle es tuya».
Aritz INTXUSTA
Todo arrancó como de costumbre, con la procesión laica en la que se llevó en parihuelas sobre una valla de obra a un San Fermín de carne y hueso para colocarlo en la hornacina de Santo Domingo, donde entre 300 y 400 mozos, la mayoría de gaupasa, cantaron con sus periódicos en alto. El «A San Fermín venimos» se entonó en euskara y castellano, y el santo correspondió repartiendo su bendición con su cayado de plástico.
También estaban presentes los maceros del Ayuntamiento y el mono de la Taconera (bautizado como Txarli), para el que los organizadores de este peculiar encierro piden la beatificación desde que se hiciera santo a Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.
En lugar de los toros volvió a subir la cuesta el misimísimo Miguel Indurain con maillot de oro sobre su mítica «Spada». Y todos a correr por el recorrido del encierro, aunque algunos preferían empujar al fiero Jotas (Indurain) para ayudarle a pedalear entre la multitud.
Limpio, pese a las caídas
La carrera, por los primeros tramos, fue rápida y limpia. Sin complicaciones, salvo un sofá cruzado en la calle que los corredores tuvieron que sortear. La manada corrió compacta y sin romperse, pese a que todos se estamparon contra la pared y se tiraron al suelo en la curva de Mercaderes, a la entrada de Estafeta. Indurain derrotaba hacia ambos lados del vallado, pero más por alargar la carrera que con ánimo de embestir. No se informó de heridos por asta.
Todo se complicó a la llegada a Telefónica, cuando cientos de corredores irrumpieron en la carretera, que ya no estaba cortada, montando un pequeño atasco de camino hacia el callejón. De ahí hasta la plaza, para cerrar con éxito el último acto popular de las fiestas de San Fermín, que convoca el Movimiento 15 de Julio.
Pero en ese instante, la nostalgia invadió a varios de los corredores. Esta iniciativa comenzó corriendo delante de la línea del autobús urbano (conocidos en Iruñea como villavesas) número 6. Pero no se corría delante de un autobús desde los años 90, cuando el Ayuntamiento decidió eliminar la línea 6 los días 15 de julio. La iniciativa se mantuvo después, eligiendo como toro a un dos caballos con cornamenta y, desde hace años, es un Indurain quien persigue a los gaupaseros.
Con el encierro terminado, la aparición de una villavesa número 3 se hizo demasiado tentadora para muchos de los corredores. Decidieron que iban a por ella. Se plantaron enfrente, se sentaron y comenzaron a calentar para que comenzara de nuevo un encierro delante del autobús durante varios metros. El pasaje de la villavesa se bajó entre risas cuando el conductor tiró la toalla furibundo.
Dos detenidos
Había un joven subido en el techo del autobús al hacer su aparición la Policía Municipal, que decidió cortar por lo sano. Para la alcaldesa Yolanda Barcina los Sanfermines acabaron a las 12 de la noche del día 14 y todo lo demás es delincuencia callejera. Una primera furgoneta de policías paró y exigió a los jóvenes que despejaran la carretera. Éstos se negaron. Al llegar la segunda furgoneta, sin mediar palabra, comenzó la carga por la Avenida Carlos III y las paralelas. Los policías municipales golpearon con sus porras a varios de los corredores y se cebaron con una joven. Posteriormente, se llevaron detenidas al menos a dos personas que se habían refugiado en las cafeterías de los alrededores.
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