Ellos mencionan el Guggenheim en Bilbo, pero el "Guernica" muy bien podría tener su nuevo hogar en la misma Gernika, en el Museo de la Paz por mencionar un ejemplo.
Aquí está la carta tal como apareció en El Correo Ilustrado de La Jornada:
Solicitan devolución del Guernica, de Picasso
Señora directora: Los vascos quieren lo que es de ellos: su libertad, su patria, su lengua, su arte. Gernikako arbola, ¡eman ta zabaltzazu munduam frutua! (Arbol de Gernika, da tu fruto y extiéndelo por el mundo). Al hecho la poesía le da vida. Por igual, aunque obligaran a la historia a hacer un libro muerto, la memoria del pueblo, como la poesía, le volvería a la vida.El hecho, la poesía y la historia son del 26 de abril de 1936. Han asaltado a la noble República Española, militares, las JONS, la Falange y Francisco Franco, generalísimo del ejército; Caudillo (Duce como Mussolini), una patria, un Estado, un caudillo (Fin Reich, em Vojk, em Fuhrer, como Hitler). A la noble República la hiere por la espalda su hijo Caín con un nuevo Estado autoritario como los de Italia y Alemania. Y la noble República, constituida legalmente, vuelve sus ojos hacia Estados Unidos, Francia e Inglaterra, pero estos no tienen oídos ni ojos ni palabras. La intervención nazi-fascista apoya la infamia.
El hecho es el 26 de abril de 1936. La Legión Cóndor de la aviación alemana lanza sus bombarderos con la esvástica. Franco los ha llamado para destruir la ciudad vasca de Guernika. Cuatro horas lanzan bombas de sus fortalezas aéreas despiadadas, Junker de la Luftwaffe, cuatro horas de exterminio, de muerte dirigida contra la población: niños, mujeres, jóvenes de la villa desprotegida. Es la primera vez de la mayor vergüenza del mundo desde un aire de potencias genocidas. Es el dolor de la muerte colectiva inmisericorde de la primera ciudad borrada del mapa, aniquilada entre el grito, sin más seres humanos, sin lugar. Franco culpó, cobarde, a los republicanos. Había que probar en fuego real el poderío bélico, la capacidad de matar, la efectividad de estallar la Segunda Guerra Mundial, el dominio de la zona norte en sus manos, con excepción de la Cataluña heroica del noreste, hoy independiente.
A 70 años de esta atrocidad, en un momento en que los genocidas del mundo entercan repetirse, y para que no vuelvan estos hechos, el pueblo vasco solicita al pueblo español, de manera formal, la obra plástica de Pablo Picasso, Guernika, para exponerlo en el museo Guggenheim de Bilbao, en este aniversario de su cuota de sangre por la vida. El Guernika que Picasso pintó para ellos, que lo llamó como ellos, que denuncia al mundo el hecho, la historia y la poesía, como él mismo señala: "Expreso claramente mi horror... es la batalla de la reacción contra la gente, contra la libertad". Y los ocho metros de largo por 3.5 de ancho en la perspectiva de un niño, que es quien realmente mira el cuadro (basta ver la proporción); con los 45 dibujos preliminares necesarios y la fuerza del caballo pueblo y la violencia cruel del toro brutal y el portador libre de la luz. El Guernika que contiene la libertad que durante siglos hace ver al pueblo vasco; el que solicita, el que hoy pide, el que está en pie para sentir de cerca, vivir, gritar y hablar.
¿España sigue siendo la misma? ¿Ha cambiado? ¿Reconoce el derecho vital de los vascos a seguir siendo vascos? Para todos la solicitud es digna, sublime, plena de sentido humano y justa. Entonces por qué la ministra de Cultura, Carmen Calvo, responde: "No hago política con piezas del patrimonio nacional", "El Guernika de Picasso no se va a mover del museo Reina Sofía", "Es para todo el pueblo español". Repreguntamos: ¿Y para el pueblo vasco?
Como mexicanos nos solidarizamos con la petición de los compañeros vascos y, de corazón, decimos: Euskal Herria ¡Gora!
Fausto Trejo, Leopoldo Ayala, Comité 68
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