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sábado, 13 de mayo de 2017

Egaña | Compromisos, Servidumbres y Presupuestos

Con ustedes, el comentario por parte de Iñaki Egaña con respecto a la más reciente hazaña del Gunga Din vascongado, Don Iñigo Urkullu:


Iñaki Egaña

La negociación para los presupuestos generales del Estado ha concluido. Los números parlamentarios ya son suficientes para que el partido en el Gobierno, el PP de Rajoy y la corrupción sombreando desde todos los límites de la piel del toro, los pueda sacar adelante. El PNV ha ofrecido su apoyo al grupo político de la Moncloa, como lo ha hecho en otras coyunturas, en otras legislaturas. Nada nuevo bajo ese plomizo sol español que nos achicharra a raudales.

Han oído la excusa. El PNV es un partido pactista y la ocasión, al parecer, la pintaban excelente. Es cierto. Cualquier negociación en la que uno de los participantes se encuentre en situación de debilidad, y es el caso del PP, acosado por las denuncias de un saqueo organizado de lo público, en minoría parlamentaria en Madrid y con el flanco catalán enfilado a un escenario nada político como es el judicial, tiene ventajas para el otro. La necesidad es capaz de lograr resultados inesperados.

Pero no ha sido así. Lo extraño hubiera sido lo contrario, la falta de un acuerdo presente desde que la Reforma dio comienzo un miércoles del último mes del año de 1976. El PP se encontraba en situación de debilidad, y el PNV no ha hecho sino socorrer al hermano, siguiendo la máxima bíblica. Porque sus intereses comunes son mayores que los que les separan. El resto es teatro, es pantalla de la comedia donde se reparten los personajes, Polichinela, Arlequín, Scapino, Pantaleón e incluso el Capitán Matamoros.

Desde aquel miércoles de 1976 los grandes temas de nuestro país y los del vecino han sido monitorizados por un tándem que lleva ya 40 años activo, el que asocian a PNV, PSOE y PP, antes en su expresión AP. Fueron los pilares de la Reforma, de la Transición y de los grandes pactos de Estado, desde Maastricht hasta Ajuriaenea, desde el estado de las Autonomías hasta y sobre todo, el modelo social incrementado desde el 2008 en la obscenidad neoliberal.

Las excusas se retroalimentan una y otra vez, según la oportunidad. Con el ruido de fondo, como si proviniese nada menos que del big-bang, de los Conciertos Económicos de la época carlista. Con el aderezo del cambio de nombre de Vizcaya por Bizkaia, la titularidad de la autopista Bilbao-Behobia, la transferencia de la oficina de empleo (depende del nivel de paro) o la creación de una marca de telefonía autóctona (Euskaltel) para luego venderla a los verdaderos amos de la política vasca y española: Goldman Sachs, Banca March (los que apoyaron a Franco económicamente durante la sublevación en 1936), JP Morgan Chase y BlackRock, la madre de todas las empresas-buitre.

Hoy, PNV y PSOE gobiernan unidos en la Comunidad Autónoma Vasca, tanto en el ejecutivo regional como en los ayuntamientos donde es necesario. En Madrid coincidencia en los presupuestos entre PP y PNV, después de que en todas y cada una de las notas relacionadas con la crisis financiera, en todos y cada uno de los recortes auspiciados para reducir la deuda bancaria a cuenta de los recortes, entre otros, en educación, sanidad y servicios sociales, han florecido acuerdos en los años anteriores. Por cierto, en los presupuestos pactados, subida sonada a las aportaciones al Ministerio del Interior y a la Casa Real.

Ese es el escenario y tiene muchísima razón Joxe Elorrieta cuando habla del Mito de Malzaga (la posibilidad lanzada precisamente en 1976 por el ex jeltzale Telesforo Monzon de un camino compartido en la consecución de la soberanía, antes de que cada uno tomase posteriormente su vía propia) como una quimera imposible de alcanzar.

En Txiberta (1977) y en Lizarra-Garazi (1998), dos mojones en los que la historia de nuestro país pudo haber cambiado, marcando un futuro diferente al de la coyuntura presente, la elección jeltzale fue nítida: España, como marco y como proyecto. En 1977 con el Frente Autonómico para las primeras elecciones, en compañía del PSOE, y apoyando esa Reforma Política que había denostado sólo unos meses antes.

Y en 1998, apuntalando precisamente los presupuestos de Aznar en Madrid, concitando una sorpresa generalizada, sobre todo para los firmantes del Acuerdo Lizarra-Garazi. En la fotografía, Paco Álvarez Cascos, escudero de Aznar, artífice del acuerdo PP-PNV, el supuesto "hombre X" de la Trama Gürtel, la financiación paralela del PP durante dos décadas. En los titulares, la conclusión de las cesiones del Estatuto de Autonomía que, a pesar de que la firma fue en 1979, permanecían 20 años después sin transmitir. Varias decenas, según el clásico reproche. Ahí rompió el PNV el proyecto Lizarra-Garazi.

No quiero dejar fuera del tintero a la escisión del PNV, EA, de 1986. Que tuvo en su inicio, aún tenemos memoria para ello, el apoyo de la dirección del PNV a UPN, esa derecha rancia, golpista, etc. (que también se suma a Rajoy en los Presupuestos). En mayo de 1984 la Asamblea Nacional del PNV expulsó a toda su dirección en Nafarroa por no respetar el pacto previo por el que el Gobierno del Viejo Reyno hubiera quedado en manos de la derecha navarrista, de UPN.

El supuesto "pactismo" del PNV es falso. No hay bilateralidad, no hay cambio de cromos, no hay negociación alta o baja. Hay confluencia de sensibilidades que se vuelven más visibles en los momentos en los que el Estado español necesita avales suplementarios para hacer de su credibilidad y de su estabilidad interna y externa una necesidad. Los ejemplos son numerosos. Numerosísimos. Me viene, por la cercanía, el espectáculo bochornoso cuando la conversión de Kutxa en Kutxabank en Gipuzkoa, con esa apisonadora dirigida por el PNV, con el PSOE y el PP de comparsas (junto a CCOO, sindicato del régimen), para liquidar a la izquierda abertzale en un escenario donde el pensamiento único es indispensable para que el sistema neoliberal funcione.

Lo dijo con claridad meridiana la asociación empresarial vasca, la golpista CONFEBASK (recordarán su petición de ilegalización de los sindicatos ELA y LAB). El apoyo del PNV a los presupuestos del PP es fundamental, por el "bien de Euskadi" (lean por el buen desarrollo de la obscenidad neoliberal). Al sur, la CEOE, la patronal española, también aplaude esa "normalidad" que supone la superación parlamentaria de los presupuestos.

La normalidad conservadora (PP-PNV) conlleva en esta coyuntura un nuevo argumento en la criminalización de los soberanistas catalanes. Le falta al PNV el comodín de ETA para criminalizar a los soberanistas catalanes, porque de haberlo tenido lo hubiera ejercido a las primeras de cambio. Hoy, el acuerdo presupuestario entre la derecha vasca y española servirá para enjuiciar a los independentistas, meterlos en prisión si llega el caso, intoxicar a la opinión pública a través de fondos reservados o no y sostener esa "justicia" hispana vengativa. Como sirvió, de la misma manera, para criminalizar e ilegalizar al independentismo vasco, en aquella ocasión con el comodín de ETA, o dispersar a los presos políticos vascos para intentar romper su cohesión ideológica.

El argumento de mayor calado contra el proceso soberanista catalán (desafío independentista, según los aliados del PNV) es el ya lanzado por los poderes económicos y políticos: España tiene un único sujeto con varias particularidades. La vasca es el ejemplo. El ejemplo con mayúsculas. La fórmula para la concordia natural de ese ente histórico. Cataluña, en cambio, es la anomalía. La excepción a la que "reconducir" hacia el terreno común. La gran damnificada de la firma.

El acuerdo entre la derecha vasca y española (si es que hay documento, hecho improbable), tiene también una transmisión comunicativa. Los bancos y sus medios (Vocento, Prisa, ETB, Atresmedia...) que lo avalan. Con esas voces de trueno del Capitán Matamoros, el personaje de la comedia, que con su espada y su sombrero de plumas, sintetiza una de las características de lo castizo. La fanfarronería. De la que algunos vascos parecen haberse contagiado.






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