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sábado, 27 de mayo de 2017

Creer en la Alternativa al Capitalismo

Recordemos que la izquierda abertzale no solo lucha por la autodeterminación del pueblo vasco frente a la ocupación tardo-colonialista de los estados español y francés, también lo hace en contra del brutal neoliberalismo que a la fecha ha definido la realidad que vivimos actualmente.

Les invitamos a leer este artículo dado a conocer por Naiz, la información es de interés para todos, pero se lo dedicamos especialmente a los que blanden el espantajo del "si se independizan, no podrán pertenecer a la UE" ante los procesos de autodeterminación vasco y catalán.

Aquí lo tienen:


¿Hay alternativa al capitalismo? ¿Se puede hacer frente a las políticas que Bruselas dicta como inevitables? ¿Cómo hacer frente al poder de las transnacionales? Un seminario internacional previo al Congreso de LAB abordó ayer estas cuestiones con varios invitados de sindicatos y movimientos sociales.

Pablo Ruíz de Aretxabaleta

Contando con las experiencias de diferentes organizaciones sindicales y movimientos sociales, el seminario internacional organizado por LAB la víspera de su IX Congreso abordó ayer en Gasteiz cómo articular alternativas al capitalismo y hacer frente al poder de las empresas transnacionales. Desde Irlanda, el secretario general del sindicato Mandate, John Douglas, relató la otra cara del ejemplo que la Troika pone como modelo a seguir en austeridad. Douglas subrayó que el Gobierno irlandés ha sido desprovisto del poder de decisión, que ha pasado a instituciones no elegidas, como el FMI o el Banco Central Europeo.

Y una de sus directrices llevó a socializar la deuda bancaria de 64.000 millones de dólares, que supone que «a cada ciudadano de la República de Irlanda le corresponden 9.000 euros».

«Irlanda ha salido del programa de rescate, pero con cicatrices. Los ciudadanos siguen pagando», advierte Douglas, que menciona la reducción del salario mínimo, los recortes de los derechos de los trabajadores, «el nivel de subempleo solo por debajo del de España», la falta de inversiones en hospitales o colegios y la demonización del sector público que ha acompañado la reducción de sus salarios. «Ni durante las hambrunas del siglo XIX ha habido tanta gente sin vivienda», destaca. Varios sindicatos, Sinn Féin y comunidades locales encontraron un elemento simbólico en la lucha contra la privatización del agua «en un país donde llueve 364 días al año». «Organizamos protestas masivas, actos de desobediencia civil, impagos de facturas...» que frenaron el proyecto gubernamental y que ha constituido un elemento aglutinador al que ahora tratan de dar continuidad.

Jone Etxeberria (Sortu) afirmó que «hay alternativa, pero hay que creer en ella», y fijó tres objetivos: cambiar el modelo socio-productivo, hacer frente a las consecuencias del capitalismo y poner los medios de producción al servicio de los trabajadores. «En este momento de opresión brutal, hay que centrarse en el segundo punto, pero teniendo la vista puesta en el cambio del modelo productivo, de lo contrario será poner tiritas». Añadió que «se esta volviendo a hablar de soberanía y no podemos dejar la soberanía en manos de la ultraderecha», recordando a Trump, el Brexit y el Estado francés. «Debemos potenciar lo que nos une en lugar de lo que nos desune», sostuvo Milagros de la Caridad, de la Central de Trabajadores de Cuba, citando a Fidel Castro. Subrayó el cambio de correlación de fuerzas por la «fuerte arremetida capitalista contra gobiernos progresistas» en Latinoamérica. Aun así, observó «síntomas de recuperación en capacidad de movilización de trabajadores .

En el caso de Cuba explicó el proceso de actualización validado en 2016 en la consulta a miles de trabajadores y las dificultades del último año, una situación que «exige que los sindicatos cubanos profundicen en la producción, en la sustitución de productos para evitar importaciones, el ahorro energético y el mayor control obrero contra el robo, la corrupción y la indisciplina».

Las trasnacionales

En la segunda parte del seminario, el europarlamentario de EH Bildu, Josu Juaristi, subrayó cómo los tratados de comercio como el TTIP o el CETA suponen «más trabas para desarrollar legislaciones progresistas» hasta en los ámbitos más locales, ante la posibilidad de las multinacionales de recurrir a tribunales privados. La imagen de Juaristi, como el resto de europarlamentarios, entrando uno por uno, en una pequeña habitación sin ventanas, con una caja fuerte y solo con un papel y un bolígrafo, después de firmar un documento comprometiéndose a no divulgar el contenido de las negociaciones comerciales bajo la amenaza de graves sanciones reflejó el secretismo en las instituciones comunitarias, «muy curioso y vergonzoso».

«Con las filtraciones hemos podido saber hasta dónde están metidas las transnacionales en la negociación». Explicó que la Comisión Europea está esperando una señal del reticente Donald Trump para negociar el tratado, a la vez que las multinacionales presionan. «No podemos estar esperando a Trump, sus motivos no tienen nada que ver con los nuestros», afirmó Juaristi, quien estimó que la UE ha fracasado en la cohesión social «y para darle la vuelta a esta situación es imprescindible el trabajo conjunto de sindicatos, movimientos políticos y sindicales».

Una de las acciones de esta dinámica conjunta la relató la boliviana Mónica Vargas, del Transnational Intitute, al explicar la campaña global sobre el Tratado Internacional para el Control de Empresas Transnacionales. Se trata, dijo, «de una respuesta desde abajo. Armar nuestro propio derecho, el derecho de los pueblos». El tratado identifica delitos y plantea propuestas jurídicas, como un tribunal vinculante sobre derechos sociales al que someter a las transnacionales. «Por ejemplo el Gobierno de Euskadi, que apoya internacionalización de empresas vascas, estaría obligado a vigilar para que respeten los derechos humanos allí donde se instalen». La iniciativa ha dado pie a que un grupo de gobiernos trabaje en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre este tipo de instrumentos. «No quiere decir que solo apoyamos esto. Es un espacio de lucha más», advierte Vargas.

Para el argentino experto en relaciones internacionales Alejandro Teitelbaum, «los trabajadores deben desempeñar un papel decisivo en esta lucha, que es una lucha contra el sistema capitalista». Y es que este miembro de La Federación Internacional de Derechos Humanos indicó que las transnacionales «son el núcleo del sistema capitalista contemporáneo, imperialista y superexplotador».

El hecho de que las políticas de los estados y de instituciones internacionales se subordine a sus estrategias «explica por qué han fracasado en los últimos decenios sucesivos intentos de establecer un control social» sobre sus actividades.

Aunque reconoció que los trabajadores se hallan actualmente en «una relación de fuerzas desfavorable» y que incluso «buena parte de los mismos parecen carecer de conciencia de clase», sostuvo que «este estado de cosas, ya insoportable, no puede modificarse positivamente de otra manera que socializando la propiedad y la gestión de los medios de producción».

Del saludo de Rafa Díez al relevo en la dirección del sindicato

Medio millar de representantes del sindicato abertzale y una larga lista de invitados tomarán parte en el IX Congreso de LAB, que se desarrollará entre hoy y mañana en Gasteiz. En la sesión inaugural, que dará comienzo a las 9.30, se recibirá a las delegaciones internacionales. A continuación, desde la prisión de El Dueso llegará el saludo de Rafa Díez Usabiaga, el ex secretario general de LAB que permanece encarcelado por sus actividades políticas en favor de la resolución del conflicto que sufre Euskal Herria. Luego se dará paso a la defensa del informe de gestión por parte de Ainhoa Etxaide, quien, en la jornada de mañana, dejará el liderazgo del sindicato en manos de Garbiñe Aranburu. Hoy también se votarán la ponencia sociopolítica y la composición del nuevo Comité Nacional.






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