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sábado, 31 de enero de 2015

Una Constitución Indefendible

Gara trae a nosotros este reportaje acerca del más reciente tropezón del franquismo borbónico en Euskal Herria.

Lean ustedes:


No cabe duda de que mil razones diferencian a Hasier Arraiz y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, y eso hizo muy curioso que lo que el primero dijo el sábado en Ficoba y el segundo ayer en Donostia no resultara tan lejano. Bien llamativo es también que uno de los padres de la Constitución decline defenderla y prefiera poner en valor «pueblo vasco» o «democracia».

Ramón Sola

Algo está pasando, el suelo político se debe estar moviendo más de lo que parece cuando entre los discursos de un joven líder independentista vasco y de un viejo estadista español aparece una amplia base común al imaginar el futuro de Euskal Herria. En Ficoba el sábado y en el Museo San Telmo ayer, tanto Arraiz en nombre de EH Bildu como Herrero de Miñón en el suyo propio hablaron de un pueblo vasco que existe, de voluntades populares que tienen la llave del futuro, de diferentes territorios que pueden cooperar y acercarse, de procesos graduales y constituyentes. Incluso entrevieron, allá al fondo, la independencia. Una palabra «con pico y garras» según Herrero de Miñón, por lo que prefiere no mentarla mucho y, además, ser práctico: «De las cuestiones que no hay que decidir ya, lo mejor es no hablar de ellas ahora». Implícitamente, quedó claro que como opción futura la independencia existir, existe.

El Instituto de Gobernanza Democrática y las Juntas Generales de Gipuzkoa reunieron en una misma mesa a cuatro voces reflejo de otras tantas opiniones sobre el derecho a decidir. Estaba Herrero de Miñón, exdirigente de UCD y PP destacado estos últimos años por posiciones aperturistas y reformistas; también Elixabete Piñol, representante del PNV y presidenta de la Ponencia de Autogobierno que trabajó en el Parlamento de Gasteiz hace una década; luego Carlos Fernández de Casadevante, catedrático de la Universidad Juan Carlos I y que ha colaborado con la FAES de José María Aznar; y Abel Muniategi, soberanista convencido y que fue viceconsejero de Justicia en el equipo del fallecido Sabin Intxaurraga. Todos sin pelos en la lengua, de modo que no faltaron interpelaciones mutuas sobre un tema apasionante.

De todos, era Herrero de Miñón el más esperado y quizás también quien más sorprendió. Primero por lo que dijo: el pueblo vasco existe, el autogobierno tiene futuro en la línea de reforzar la identidad vasca «sin forzarla más allá de lo posible y sobre el principio de la realidad», puede ir más allá del territorio de la CAV ganando «la voluntad de los vecinos», cabe también fomentar relaciones de cooperación sin caer en la trampa de «eurorregiones tentadoras pero que también pueden diluir identidades»... Un recorrido, en suma, no muy diferente al que acaba de dibujar EH Bildu en su Vía Vasca.

La democracia o la ley

Pero también resaltó lo que no dijo. ¿Dónde quedan los topes de esa Constitución que Herrero de Miñón contribuyó a diseñar? Llamó la atención que rehusara defenderla o entrar en el omnipresente debate sobre su reforma. Así que por ese flanco atacó Fernández de Casadevante, que llegaba con ganas de pelea: «He echado de menos la referencia al marco. Todo eso está dentro de la Constitución. El problema es que en los colegios franceses se enseñan los valores republicanos, pero aquí no».

El catedrático no solo se enfadó con Herrero de Miñón. Tampoco le gustó cómo fue presentado en el acto, porque no cree que represente una «sensibilidad». Discrepó de la tesis de que el Constitucional abriera la puerta en marzo de 2014 a la demanda soberanista catalana: «Solo dijo que era una `aspiración política' y eso no es un derecho». Se quejó de que se pusiera sobre la mesa el caso quebequés, «porque Canadá es un Estado federal y España no». Y, ya lanzado, además de cargar contra «la mierda del terrorismo» y afirmar que «aquí no ha existido respeto a las identidades desde hace décadas», se preguntó si acaso «el autogobierno es ilimitado y hasta cuándo» y cuestionó «qué es `pueblo vasco'. Porque yo no lo veo claro. Yo soy ciudadano, los conceptos de pueblo son del siglo XIX».

Su argumento reiterado frente al derecho a decidir fue el parapeto legal. «El principio de la legalidad es la base de la democracia», afirmó. Y aquí ya saltó Herrero de Miñón, que daba la impresión de llevar un rato mordiéndose la lengua: «No es la base; la legalidad es la consecuencia de la democracia». Casadevante no encontró réplica. Fue el momento cumbre de la mesa redonda, y seguramente lo que resumía absolutamente las dos horas de discusión.

A la espera de otra cosa nueva, el Plan Ibarretxe del que ha pasado ya más de una década fue evocado en varios momentos. Piñol lo destacó tras reivindicar las conclusiones de aquella Ponencia de Autogobierno de la primera mitad de la pasada década que cree igualmente válidas ahora, sobre todo «porque la involución y la recentralización van ahora más allá de lo que se veía hace diez años».

Para Herrero de Miñon, aquel proyecto de reforma estatutaria «tenía una gran virtualidad que la ceguera política no supo aprovechar. Yo fui el único que lo defendió en Madrid». Destacó la filosofía del procedimiento, que también ve utilizable ahora: «Decidir aquí [en Euskal Herria], pactar allí [en Madrid]».

La queja de Muniategi

Piñol abogó por ese pacto con el Estado, «de igual a igual, sin subordinación y con bilateralidad». Pero advirtió en paralelo de que «si hay un bloqueo infinito, existe riesgo de saltos unilaterales». Abel Muniategi, de hecho, se pregunta por qué ya no estamos en esa fase.

Reivindicó la libertad de palabra que dan los años para dirigirse a algunos políticos presentes en la sala: «La voluntad política es lo fundamental. ¿Hasta qué punto hay voluntad política en nuestro país? ¿Hasta dónde queremos llegar? Si se quisiera llegar a la independencia, habría que trascender la Constitución, así que nuestros políticos tienen mucho trabajo. En el Parlamento vasco actual hay una mayoría absoluta de un determinado signo. Como ciudadano me pregunto: ¿A qué se dedican? ¿Por qué no se entienden? ¿Qué se ha hecho en estos dos-tres años y qué se va a hacer en el que queda de legislatura?»

«Vista la actitud cerril del Gobierno de Madrid, alguna decisión habrá que tomar», se respondió a sí mismo el veterano exviceconsejero. Y Casadevante torció el gesto una vez más.
Eguiguren teme una reforma constitucional perjudicial

Radio Euskadi reunió ayer la opinión de siete veteranos políticos vascos sobre los movimientos que se van produciendo en el espacio político estatal, y concretamente sobre la opción de una reforma constitucional. Destacó la impresión general, salvo en el caso de Francisco Letamendia Ortzi, de que podría concluir en un retroceso para las aspiraciones vascas.

Es lo que estima, por ejemplo, Jesús Eguiguren; pese a que es su partido, el PSOE, quien impulsa esta vía, cree que «la Constitucional actual permite prácticamente todo, es cuestión de política», y teme que si se abre ese melón «no haya la misma comprensión que en 1978 y se tienda a igualar». También el exdirigente de HB y Aralar Iñaki Aldekoa expresa un elocuente «Virgencita, que me quede como estoy» porque considera que podría llegar a formarse una mayoría retrógada con PP, UPyD y Ciudadanos.

Jon Larrinaga, exdirigente de Euzkadiko Ezkerra, cree que «si quiere que Catalunya siga en España, la derecha española se tiene que mover». Para la exportavoz de Lakua Mari Carmen Garmendia, es más conveniente avanzar en acuerdos en Euskal Herria, «con dos dedos de frente, superando conflictos y aprendiendo a ceder».






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