Desde Gara traemos a ustedes la crónica de las movilizaciones convocadas ante el nuevo embate por parte de Madrid:
Las sacas de Sare y los petos amarillos fueron elementos comunes de las marchas de Donostia y Bilbo. También hubo diferencias, derivadas de la redada del lunes y de la ausencia de familiares, una vez más de viaje a las cárceles.M. Iantzi - T. FernándezLa solidaridad, que siete días después inundó las calles de otra capital, en este caso Donostia, sigue creciendo. A la gran movilización que reunió a 80.000 personas en Bilbo para exigir que se respeten los derechos humanos de las presas y presos vascos, ayer se sumó la que integraron más de 30.000 ciudadanas y ciudadanos, llenando de optimismo a los voluntarios que se vistieron otra vez los petos amarillos de la organización.Después del cálido apoyo trasladado a los prisioneros y del impulso dado a la reivindicación «Derechos humanos, paz y solución», el lunes la respuesta del Estado español llegó con la Guardia Civil, que completó su operación «Jaque Mate» deteniendo a doce abogados y a otros cuatro ciudadanos, de los cuales tres -Fran Balda, Javier Carballido y Jon Mintegiaga- están ahora en prisión.Además, el instituto armado difundió un vídeo que recordaba la imagen de unos piratas contando su botín. Su «tesoro», 90.000 euros, era el dinero de miles de personas que en Bilbo llenaron las sacas que llevaban impreso el nombre de Sare y que iba destinado a sufragar los gastos de la manifestación. Las mismas sacas de Sare se volvieron a ver en Donostia, como si, de nuevo, hubieran pasado de las manos de la Guardia Civil a la gente.Sare ha presentado un recurso en instancia judicial exigiendo la devolución de todo el dinero requisado, pero calcula que esto se demorará en el tiempo, mientras que las empresas que colaboraron en el montaje necesitan que se les abonen los trabajos realizados. Por eso, apelaron otra vez a la solidaridad de la gente y esta respondió. Con creces.Envueltos en abrazosLa solidaridad se percibió ya en los alrededor de 80 autobuses que fueron llegando al Antiguo desde distintos puntos de Euskal Herria, en los aplausos de quienes llenaron las aceras hasta los topes al paso de la marcha y en la confianza que tenían todos de que las bolsas acabarían estando a rebosar.También se notó en los abrazos y en el cariño que recibieron las abogadas y los abogados detenidos y que se unieron a la convocatoria realizada por diversos agentes políticos, sindicales y sociales. Así le sucedió a Amaia Izko, quien -desde antes de abrirse la pancarta con el lema «Giza eskubideak. Bakea. Konponbidea» hasta que se terminó el acto en el Boulevard y, seguramente, hasta más tarde- no paró de recibir gestos de agradecimiento por la labor que ejercen estos letrados en la defensa de los derechos de presas y presos.Hay fuerza suficienteLa marcha congregó a una multitud. Para las 16.30 los aledaños del túnel estaban repletos de gente y también de periodistas, que aguardaban con gran expectación la noticia. Cuando llegó la hora de las declaraciones de los convocantes, se creó una pequeña lucha de micrófonos, grabadoras y cámaras. Nadie quería perderse ninguna palabra, ninguna imagen.Entre otros, hablaron los secretarios generales de LAB y ELA, Ainhoa Etxaide y Txiki Muñoz, dos de las personas que sostuvieron la pancarta. Etxaide ahondó en la idea de que aquí «hay un pueblo que tiene fuerza suficiente para llevar adelante el proceso» de paz y resolución, y que es ahí donde se sitúa la posibilidad de superar hechos como las últimas detenciones.En la línea de lo expresado por la secretaria general de LAB, la ciudadanía reunida en Donostia resaltaba el valor de la solidaridad y la fuerza de la gente. Por ejemplo, un vecino de Arrasate, Javier, que también se manifestó en Bilbo, expresó que, «por supuesto» ayer vino «con rabia», después de que la Guardia Civil fuera «directamente a por el dinero», ya que «lo que les preocupa es que no se construya la solidaridad con los presos». Pero, en su opinión, hay una cosa con la que «nunca aciertan» y es «hasta qué punto es solidario el pueblo». Él, por ejemplo, no dudó en volver a dar dinero para esta causa.Salida entre aplausosLa marcha dio sus primeros pasos entre aplausos y gritos como «Presoak kalera, amnistia osoa!». En los primeros momentos, casi no se veía la pancarta entre la multitud que ocupaba, además de la calzada, el carril bici y gran parte de la acera del paseo de La Concha. Ikurriñas, banderolas, distintas pancartas como la que colgaron del túnel del Antiguo y que provocó gritos y más aplausos, envolvían la comitiva que, en general, marchó silenciosa y tranquila.Cuando salían del túnel del Antiguo las últimas personas, la cabeza de la marcha se encontraba a la altura del Palacio de Justicia de la calle San Martín. Al llegar, entre irrintzis, los manifestantes a la catedral del Buen Pastor, les dio la bienvenida un grupo de saharauis. Los aplausos fueron de unos a otros y viceversa, creando un momento muy emotivo.Desde el pelotari Aritz Lasa hasta la presentadora Maddalen Iriarte, pasando por el sociólogo Ander Iturrioz o el editor Xabier Mendiguren, el puzle de la movilización estuvo compuesto por muchas caras conocidas, además de una amplia representación de los agentes políticos, sociales y sindicales convocantes.Sobre sus cabezas, durante todo el recorrido, retumbaba el ruido de un helicóptero y, a ambos lados, al igual que en Bilbo, sendas hileras de petos amarillos alumbraban el camino en la penumbra, desde San Martín hasta Los Fueros y desde allí a la República Argentina, hasta la meta: el Boulevard.Cuando la cabeza llegó al escenario luminoso montado junto al ayuntamiento, la cola todavía estaba en La Perla.Salir de la espiralEn el mensaje final, las portavoces de los convocantes remarcaron que «es el momento de que este pueblo salga de la espiral a la que pretende tenerle atado el Estado español; es el momento de mirar adelante, de comprometerse y dar pasos para avanzar hacia un futuro en paz, libertad y democracia». Entre las ovaciones que interrumpían las intervenciones, dejaron claro que «no todo vale» y que no están dispuestas a entregar su futuro a «los irresponsables políticos» del Gobierno español.Resumieron las actuaciones del Estado esta semana -la redada del lunes, el mismo día en que iba a comenzar el juicio contra 35 ciudadanos vascos, deteniendo también a las abogadas que se encontraban en Madrid para defenderlos, y la decisión del Tribunal Supremo, tomada el martes, de mantener en la cárcel a quienes ya han cumplido su condena en el Estado francés- y resaltaron que, a medida que se van incrementando los gestos de solidaridad, el Estado los criminaliza y los convierte en delito. Concluyeron con un llamamiento: «Salgamos de la espiral».Antes de finalizar, al igual que en Bilbo, dos artesanos de la palabra, los hermanos Unai y Beñat Gaztelumendi, dieron forma a los sentimientos. Este es el bertso de Beñat: «Madriletik lukete hemen ikusiko/ errege gabeko eta peoi ugariko/ herri bat dagoela zutik eta tinko/ nahiz eta mehatxuka diren etorriko/ ez diegu indar hau gelditzen utziko».
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