Damos continuidad a la campaña emprendida por el Cid Rajoyador para arrancar Gibraltar de las garras del demonio británico con este texto publicado en las páginas de Gara:
César Manzanos Bilbao | Doctor en SociologíaMi querido Artur vive desde hace muchos años en la franja del Peñón, frente a África, ese continente que no por ser el más grande del mundo deja de ser el más expoliado, masacrado y olvidado. Su relación con los británicos, a pesar se serlo, es tan cordial, por indiferente, como su relación con los españoles. Artur está asqueado por la decrepitud gubernamental y le provoca nauseas ver cómo trata de enterrar el malestar existente ante la fatal de dirección política y sentido de la realidad, cómo potencia el incremento de la desigualdad, de la explotación, de la corrupción. Lo está porque frente a las aplastantes evidencias, lo único que se le ocurre al Gobierno es resucitar el pasado, paseando tópicos y manidos fantasmas ante millones de televidentes con el fin tratar de sedar sus mentes y, de paso, aprovechar para, exacerbando su españolismo, tener carnaza barata y fresca para alimentar la basura mediática.Efectivamente, como dice Artur, cualquier disculpa es buena. Pero ahora ya no puede tirar de cuestiones antaño recurrentes como la «campaña de atentados terroristas en Levante» o, ante la inconveniencia coyuntural, del «terrorismo islamista», dado lo escabroso de los acontecimientos en lo que ya es el «verano árabe» debido a las terribles consecuencias que están sembrado de incontables e inocentes cadáveres países como Siria, Irak, Afganistán, Pakistán, Libia, Túnez, Palestina o Egipto, casi siempre con la inestimable ayuda de gobiernos occidentales como el español y, desde luego, siempre con el patrocinio del complejo militar-industrial estadounidense.¿Qué hacer? Muy fácil, desempolva el supuesto contencioso sobre la propiedad española de Gibraltar, como si a lo largo de las últimas décadas los sucesivos gobiernos no hubieran continuado e intensificado lo que el franquismo inició. Como si los gobiernos posfranquistas no hubieran sido los colaboradores imprescindibles con una guerra comercial que, además de haber asesinado la soberanía española y por tanto el sueño de la democracia, ha llevado a «vender la madre patria», haciendo que más del 40% de la propiedad de tierras, materias primas, fuentes de energía, edificios, viviendas, negocios... estén ya en manos de capital y titulares no españoles o nacionalizados ex profeso con el fin de apropiarse de lo que el propio gobierno denomina «patrimonio nacional». Por supuesto que para ello no ha preocupado cuestión ambiental alguna e incluso se han modificando cuantas normativas legales fuera necesario con el fin de consumar y extender la desnacionalización de ese supuesto patrimonio español.Su intencionalidad resulta evidente. Azuza con el palo a una dormida serpiente, cual es el ridículo y dantesco «contencioso de Gibraltar» para que pique en el maltratado cerebro de los espectadores virtuales de su propia vida y malgasten su energía en calentar su cabeza con venenos que ellos mismos digieren creyendo que son otros los que se envenenarán. Todo sirve para evitar que la multitud hastiada y anónima se movilice con el fin de desenmascarar y derrocar a este Gobierno que nos está destruyendo.
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