Este texto ha sido publicado en Kaos en la Red:
La situación de Euskal Herria
¿Por qué Estrasburgo da el visto bueno a un Estado torturador y represor como el español? ¿Por qué la UE silencia la desaparición de un militante vasco en el Estado francés?
Iñaki Gil de San Vicente
Hace casi dos meses y medio, el pasado 7 de junio, la izquierda independentista y socialista vasca volvió a demostrar a toda Europa que es una de las fuerzas sociopolíticas más potente, arraigada y sólida de la UE, si no la que más. Lo hizo además concurriendo a unas elecciones europeas bajo toda clase de presiones intimidatorias, sin apenas tiempo para realizar una campaña electoral en igualdad de condiciones que el resto de fuerzas presentes. Fue una campaña marcada por cuatro condicionantes negativos de primera magnitud: uno, Euskal Herria no pudo presentarse como una único y específico marco electoral, no existiendo legalmente como tal, sino solamente en dos trozos territoriales para dominación de los Estados diferentes, con otras dificultades añadidas en las que no podemos extendernos; dos, la izquierda vasca tuvo que pedir el voto para una candidatura internacionalista revolucionaria y consecuente, digna, con la que existía una muy profunda identidad de criterios políticos, democráticos y humanos, pero que no era vasca; tres, apenas tuvo tiempo, justo dos semanas, para realizar una campaña intensa en medio de una deleznable y reaccionaria política de cerco, silencio, desprestigio y mentira realizada por todas las instituciones “democráticas”, por la prensa y por los partidos electoralistas, auténticos carroñeros a la espera de lo que creían iba a ser un festín necrófago de votos abertzales desencantados y perdidos; y cuatro y último, una corta campaña precedida por años de represiones e ilegalizaciones, detenciones, torturas y encarcelamientos de decenas y decenas de militantes y voluntarios políticos.
Aún así, el resultado fue espectacular en las dos partes en las que está dividida Euskal Herria y en las dos partes que, a su vez, está dividida la zona vasca bajo dominación española. En Iparralde, tanto la tarea aglutinadora en una sola candidatura abertzale como los votos obtenidos, ambos logros, muestran la tendencia al alza del sentimiento nacional vasco en un país azotado por la histórica campaña de desindustrialización y desnacionalización impuesta por París. En Nafarroa los resultados superaron todas las expectativas, y en Vascongadas el logro electoral superó la media del optimismo. Teniendo en cuenta la abstención vasca, en los dos Estados y a nivel europeo, los resultados porcentuales sitúan a la izquierda independentista y socialista vasca en los niveles más altos de su historia. Pero no tenemos que partir solamente de estos datos más recientes, sino de, como mínimo, otros tres datos anteriores: uno, el magnífico éxito de la huelga general convocada por el sindicalismo abertzale, mayoritario, en protesta contra la salida capitalista a la crisis; otro, los resultados en las pasadas elecciones autonómicas en Vascongadas, en donde la izquierda vasca obtuvo un éxito cualitativo con 100.000 votos nulos en una de las campañas clandestinas e ilegalizadas más duras que se recuerdan; y último, la clara tendencia al alza de una confluencia de fuerzas democráticas, progresistas, soberanistas e independentistas, avance que es la primera vez que se logra en la historia de nuestra nación desde la sublevación militar de 1936 y de la inmediatamente posterior invasión de un ejército internacional nazi-franquista.
Son estos cuatro acontecimientos acaecidos en lo que va de año, y que nos remiten a la larga historia de la lucha de liberación nacional vasca, los que tenemos que tener siempre en cuenta a la hora de analizar el presente de Euskal Herria.
1).- Con respecto al contexto europeo hay que partir del hecho objetivo de la repartición de nuestro pueblo entre dos Estados, pero fundamentalmente del hecho doble de que, primero, la victoria electoral ha sido en las elecciones europeas, y segundo, de que luego esta Europa capitalista ha avalado el endurecimiento represivo realizado por el Estado español. ¿Por qué Estrasburgo da el visto bueno a un Estado torturador y represor como el español? ¿Por qué la UE silencia la desaparición de un militante vasco en el Estado francés? Estas y otras muchas más preguntas en las que no podemos extendernos, nos llevan a una cuestión clave: el pueblo trabajador vasco, columna vertebral de la lucha de liberación, es hoy por hoy una de las fuerzas revolucionarias más sólidas, conscientes y autoorganizadas de la UE, pese a los muchos decenios de represiones de toda índole en ascenso. Si analizamos los vectores básicos de la praxis revolucionaria, a saber, conciencia de clase, nacional y antipatriarcal, autoorganización, autodefensa, proyecto estratégico socialista e internacionalismo, en estos vectores la lucha vasca supone tanto un serio toque de advertencia para una UE en retroceso autoritario y volcada servilmente a satisfacer las exigencias financieras y patronales, como una esperanza y un campo de debate y aprendizaje internacionalista para las fuerzas revolucionarias europeas.
De hecho esto es lo que ocurre. Las fuerzas represivas europeas, azuzadas por las españolas y francesas, son conscientes de ambos peligros y quieren, necesitan, atajarlos, reducirlos, aislar la lucha concienciadora vasca. Hoy Euskal Herria es uno de los fundamentales laboratorios de experimentación en paradigmas, doctrinas y sistemas represivos, de contrainsurgencia de diversos niveles, que existen en el capitalismo imperialista mundial, en lo que la verborrea reformista define como “centro” o “norte”. Solamente los miopes doctrinarios lo desconocen, obcecados en querernos imponer pócimas mágica, ungüentos librescos que han fracasado en sus países porque desconocen los mínimos de la dialéctica materialista. Con pose docta, nos dicen qué debemos y qué no debemos hacer, mientras son incapaces de una mínima autocrítica creativa sobre sus fracasos estratégicos. Pero no todas las izquierdas cometen estos errores de soberbia ignorante, de hecho la victoria electoral, esos 150.000 votos, ha sido lograda mediante una candidatura internacionalista consecuente y sincera, en la que han tenido un peso decisivo los pueblos oprimidos, los internacionalistas organizados y crecientes sectores de intelectuales dignos de tal nombre.
2).- Con respecto al marco político hay que decir que el acelerón represivo surge de la mezcla entre el odio frío y metódico de los Estados hacia Euskal Herria, y el espíritu de venganza por el fracaso de sus sucesivos ataques represores. Especialmente en el caso español en el que el espíritu de venganza medieval pervive en la conciencia burguesa, esta mezcla se refuerza con su nacionalismo imperialista, resultando un fanatismo antidemocrático y neofascista emparentado directamente con la Inquisición, base material del nacionalismo español. Se sabe que la definición de herejía era deliberadamente laxa e imprecisa como para que abarcase todo aquello que el inquisidor de turno tuviera el capricho de condenar, exactamente igual que la legislación represiva vigente: se detiene, se tortura y se encarcela a pedido, a la carta. Además, como durante la Inquisición, el reo actual es vejado mediante los nuevos autos de fe que son los medios de prensa.
El pacto de Estado para imponer el pucherazo político en las pasadas elecciones autonómicas, amputando lo poco que quedaba de democracia, para acceder así con trampas dictatoriales al gobiernillo vascongado, esta maniobra cuartelera tiene el objetivo de llevar la represión hasta la raíz de la nación vasca, su identidad lingüístico-cultural, su memoria colectiva, su simbología en algo tan importante como es su historia militar y de autodefensa. El Estado francés hace lo mismo pero con algo más de sutileza, por ahora. Una vez más tenemos que volver a la Inquisición rediviva: entonces se sabía lo que iba a ocurrir en la inmensa mayoría de las detenciones; ahora se sabe con mucha más certeza, con total certeza, porque es el Estado quien anuncia que el independentismo no podrá ejercer la limitada democracia española nunca más, ni aunque se arrepienta y condene al diablo, al maligno. Bajo el tormento, siempre quedaba una esperanza de alcanzar el perdón o al menos el purgatorio mediante el arrepentimiento en el último suspiro, ahora, como un nuevo Dante, el Estado advierte que no queda ya esperanza alguna, incluso ni con arrepentimiento. ¿Estado fuerte? No, desesperado, al menos con Euskal Herria.
Las cadenas mentales y físicas, los intereses de clase en suma, que conectan la Inquisición con la cultura y el nacionalismo españoles, con su Estado, se muestran en la desaparición de Jon Anza, en la reaparición de la guerra sucia, en la persecución de los nuevos brujos y brujas a perseguir, en la nueva censura político-informativa, en el miedo creados por el poder estatal para buscar delatores, colaboradores y para paralizar al resto. Los marxistas sabemos que el terror del pasado liquida la valentía del presente, y que las raíces psico-culturales basadas en la explotación sistemática castran la conciencia y los deseos de las clases explotadas. La izquierda y los intelectuales estatales tienen que reflexionar sobre cómo cuatro siglos de explícito poder monárquico-inquisitorial, y más de cinco siglos de poder real, político, económico, religioso y militar, moldean la estructura política y su nacionalismo imperialista. El servilismo, la docilidad y la doblez, virtudes todas ellas del converso, se unen a las virtudes de la corrupción, sadismo y dogmatismo del cristiano viejo, sustentando los pilares de política española.
3).- Con respecto a la democracia burguesa española tal cual yace moribunda, hay que decir que está a disposición de una reducida parte de la población vasca, la que aplaude que el pacto de Estado PP-PSOE haya actualizado la vieja política geoestratégica imperial de las “plazas militares” guardianes de las fronteras. Ceuta y Melilla, y las Canarias, son plazas militares clásicas, fortalezas con población civil de la Antigüedad prefeudal para defender los límites remotos del imperio en tierras de las naciones invadidas pero rebeldes. Euskal Herria es una plaza militar en la que la democracia es un privilegio exclusivo del poder y de sus siervos. Para ejercitar la democracia, aunque sea burguesa, primero debe existir una mínima libertad de pensamiento, debate y crítica, y cuando esto no existe, toda reflexión democrática está viciada de raíz. Aún peor, cuando la democracia burguesa es una parte de la opresión nacional por cuanto niega oficialmente el derecho de autodeterminación, el ejercicio del voto sólo tiene sentido práctico desde la radicalidad independentista, pero ésta está prohibida, perseguida.
En la Grecia clásica, los amos practicaban su democracia directa, y el senado romano votaba democráticamente; los jefes militares del alto medioevo elegían entre sí al rey, y en la edad media la nobleza y la burguesía urbana pedían cuentas al monarca; los reyes absolutistas tenían miedo a las Juntas Generales, y la primera democracia burguesa era censataria y machista, además de racista. Los opresores eran demócratas solamente para ellos, y hasta Hitler y Franco tenían que doblegarse a la democracia del dinero, de los empresarios que votaban con sus cheques. Hoy, la democracia efectiva funciona en las cloacas del Estado, en la gran banca y en la Bolsa, en las organizaciones empresariales, en los pasillos y cafeterías del Parlamento y en la industria mediática. La Conferencia Episcopal española vota democráticamente sobre cómo aterrar con el miedo al infierno eterno, y el rey es la democracia en acción porque decide por todos. ¿Qué queda para el resto? La “conformidad automática” según Fromm, cumplir con el ritual del “voto libre” cuando el poder lo ordena.
En la plaza militar española en tierras vascas, la democracia burguesa en un derecho del ocupante, es el privilegio que el Estado concede a los obedientes, y es un momento de pseudo libertad que tolera a los regionalistas y autonomistas siempre que voten con la boca porque andan a cuatro patas.
4).- Con respecto a las libertades específicas de esa mitad de la población que es el sexo-género femenino, la situación, los derechos y la democracia están empeorando todavía más. La crisis estructural del capitalismo les golpea con especial virulencia, descarga sobre ellas más jornada de trabajo doméstico, peores sueldos y condiciones de trabajo asalariado, más presión psicológica y agresiones machistas, más terrorismo patriarcal. La crisis azuza el miedo y la agresividad masculina contra las mujeres, que busca compensar su cobardía masoquista ante el patrón y su ley armada mediante su valentía sádica frente a “sus” mujeres y a los emigrantes. Pero la opresión nacional añade un macabro “toque de distinción”: la especial vigilancia que las mujeres jóvenes vascas sufren por ser vascas, mujeres y trabajadoras, es decir, por tener muchos boletos en el sorteo diario de la represión aleatoria, fortuita e indiscriminada que los Estados español y francés practican en Euskal Herria.
La sociología ha cifrado en un 15% el porcentaje de juventud vasca que acepta el derecho de rebelión, reconocido por el Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Todo indica que esta cifra, siendo alta para el resto de la juventud europea, queda corta en la realidad vasca y que, como siempre, la sociología obedece al que paga. Una parte creciente de esa “juventud descarriada”, que está siendo minuciosamente estudiada por todos los servicios de contrainsurgencia desde finales de los ’80 del siglo pasado, son mujeres jóvenes, euskaldunes y feministas abertzales. Tiene por tanto el orgullo y el mérito de ser lo más temido y aborrecido por el sistema patriarco-burgués español. Y contra tanta dignidad humana, tanta represión inhumana.
5).- Con respecto al pueblo trabajador vasco y a la crisis del capitalismo, hay que decir que los Estados español y francés ni quieren ni pueden ofrecer solución alguna. Son muchas las razones que demuestran la urgencia de un Estado vasco, y de entre ellas destaca la que sostiene la necesidad de un fuerte poder popular que desarrolle otra política socioeconómica radicalmente opuesta a las actuales, incluso dentro del sistema capitalista, en un marco político de fuertes movilizaciones obreras y populares en pos de unos objetivos socialistas. La huelga general de hace poco tiempo, con su éxito innegable, es un paso más en un proceso en el que el pueblo trabajador es el sujeto consciente rector. El socialismo no lo vamos a conquistar mañana, desgraciadamente, pero ahora mismo sí podemos desarrollar medidas que hagan que la crisis la paguen sus causantes, que logren que el pueblo trabajador salga fortalecido y no debilitado, con más conciencia de clase y más decisión de lucha, y no debilitado, desunido, como ocurre siempre que la burguesía impone su salida a una crisis.
Esta fase de la lucha de clases en Euskal Herria, componente esencial de la lucha de liberación nacional, no ha terminado aún porque la actual crisis se prolongará durante mucho tiempo a pesar de que tenga subfases o ciclos cortos de pequeña recuperación. El capitalismo mundial está sufriendo un largo período de estancamiento, de crecimiento muy reducido y de caída sostenida de la tasa de beneficios, y todo indica que se mantendrá así, o incluso peor en los grandes números y sobre todo en el empeoramiento de las condiciones de vida de la humanidad trabajadora, aunque, e insistimos en esto, se produzcan puntuales recuperaciones concretas. Una de las tareas permanentes de las izquierdas es y será combatir con argumentos sólidos las mentiras y exageraciones de la industria propagandística burguesa que insiste e insistirá en que ha concluido la crisis o que está al borde de hacerlo.
Por ejemplo, la prensa insiste ahora mismo que el capitalismo francés ya ha empezado a tomar algo de aire y que el español empezará dentro de unos meses, pero todos los datos indican que, primero, esa recuperación será más lenta que lo esperado; segundo, que no llegará nunca a los índices del pasado; tercero, que ha retrocedido y retrocederá aún más la calidad de vida, los derechos y las libertades de la mayoría de la población mientras que mejorarán los de la minoritaria clase burguesa; cuarto, que los Estados han sido decisivos y seguirán siéndolo en todos las medidas dictatoriales y antidemocráticas que han facilitado las ingente transferencia de dinero público a la corrupta fracción financiera y a la burguesía como clase, transferencia impuesta sin el mínimo debate democrático, un verdadero atraco de salteadores y bandoleros realizado por los Estados protegidos por sus fuerzas armadas.
Necesitamos con urgencia un poder popular que sea la base de nuestro Estado que, a su vez, sea uno de los componentes de la República Socialista Vasca. La crisis del capitalismo multiplica esta necesidad, pero mientras tanto no podemos estar quietos, implorando una mísera limosna de pocos días, limosna que atonta a los alienados, contenta a los burgueses y ofrece carnaza a la propaganda capitalista. Solamente la lucha obrera y popular conquistará lo que ningún Estado burgués quiere ceder: la independencia socialista de Euskal Herria. No estamos solos en esta lucha, las elecciones europeas han demostrado los irrompibles lazos de solidaridad internacionalista que vamos tejiendo en Europa, en los Estados español y francés, y con los pueblos insurgentes del mundo. Vamos por buen camino porque, en nuestra nación, avanzamos en la confluencia de fuerzas sociopolíticas, sindicales, culturales, etc., para romper las alambradas de la plaza militar española en la que nos quieren recluir, y porque, en el plano internacional, formamos parte destacada de la oleada antiimperialista.
.... ... .
Sin perdón, sin palabras.
ResponderBorrar