Javier Balza, el ministro del interior de Juan José Ibarretxe, se encargó de especializar a la ertzaintza en el bélico arte de reprimir al pueblo indefenso. Este adiestramiento le viene de maravillas al gobierno de Francisco Javier López y Rodolfo Ares como muestra esta nota publicada en Gara:
La Ertzaintza carga en Donostia y deja dos heridos por pelotazos
Los familiares de los presos políticos vascos que desfilaban en silencio portando las imágenes de sus allegados fueron objeto de una brutal carga de la Ertzaintza cuando ya habían dado por concluida la movilización en Donostia. La mayoría de los participantes, de edad avanzada, buscaba un cobijo, en portales y bares, que no encontró ya que los agentes cargaron hasta en el repleto corazón de la ciudad, causando, al menos, dos heridos, uno de ellos de 85 años.
Janire ARRONDO | DONOSTIA
La Ertzaintza cargó con saña contra los centenares de donostiarras que se disponían a abandonar la encartelada de Etxerat que, como cada viernes, denunció la situación que padecen los presos políticos vascos a cientos de kilómetros de sus hogares. Al menos, dos personas resultaron heridas y tuvieron que ser atendidas por los pelotazos lanzados por la Policía autonómica. Una de las personas lesionadas es un hombre de 85 años de edad que se encontraba en la plaza de la Constitución viendo una exhibición de jotas, ajeno a la movilización. Pero la Ertzaintza entró hasta el corazón de la ciudad persiguiendo a los familiares de los presos.
El veto impuesto por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón no había conseguido que Etxerat cejara en su empeño de llevar a cabo ese acto de solidaridad con sus allegados y de denuncia de la dispersión. Centenares de personas, en su mayoría de avanzada edad, partieron desde Alde Zaharra alzando las imágenes del centenar de donostiarras que se encuentran presos, tal y como lo vienen haciendo durante diecinueve años todos los viernes.
Cuando asomaban por la calle San Juan, en un escrupuloso silencio y con sus singulares pañuelos blancos atados al cuello, vieron como se materializaba el veto impuesto por el tribunal especial español: doce furgonetas de la Ertzaintza estaban apostadas a su espera.
Los familiares de presos que abrían la encartelada portando la pancarta -en la que se leía «Euskal presoak eta iheslariak etxera»- se quedaron inmóviles durante más de diez minutos ante el cordón policial. Tras ser identificados por los uniformados y viendo su negativa a dejarles pasar, los integrantes de Etxerat recogían la pancarta y se disponían a dejar atrás el Boulevard entre aplausos y gritos de ánimo para los represaliados. En ese momento llegó la primera carga de la Ertzaintza.
Las personas que pretendían abandonar el Boulevard se vieron sorprendidos por detrás con una dura carga, lo que obligó a la gente a dispersarse por toda la Parte Vieja en busca de refugio ante los pelotazos, lanzados en alguna ocasión, a menos de diez metros de distancia.
Fueron muchos de ellos los que buscaron cobijo en la plaza de la Constitución, pensando que por el hecho de encontrarse repleta por el certamen de jotas navarras, ello haría parar las acometidas policiales.
Se equivocaron. Los agentes de la Ertzaintza los siguieron hasta allí y cargaron en el interior de la plaza, hiriendo por lo menos a un anciano de 85 años que fue trasladado en ambulancia al hospital. Otra persona también fue herida de un pelotazo en la pierna.
Las cargas, sin embargo, no evitaron las muestras de solidaridad y un grupo de jóvenes cogió el testigo y las fotos de los presos políticos para dirigirse de nuevo con determinación hacia el cordón policial, lo que provocó más cargas y carreras.
Después de que el juez Garzón decretara la ilegalidad de un sinfín de actos en favor de los derechos de los represaliados previstos para la Aste Nagusia donostiarra, otro juez, Eloy Velasco ha vuelto a prohibir la manifestación convocada para hoy. El razonamiento esgrimido es «prevenir un posible enaltecimiento terrorista con escarnio a sus víctimas».
Tras un segundo auto de Garzón, el movimiento pro amnistía llamó a la ciudadanía a participar en la manifestación que partirá hoy a las 19.00 desde el Kursaal donostiarra, precisando que su intención era manifestarse, como cada año, en favor de los derechos de los presos.
Mientras tanto, en Tafalla, donde, al igual que en la capital guipuzcoana, estaba prohibida la encartelada de los viernes, no aparecieron ni las fuerzas policiales ni la Guardia Civil y cientos de personas desarrollaron la movilización con normalidad.
Pese a prohibiciones y amenazas, las muestras de apoyo se sucedieron por la geografía vasca. Como ejemplo, en Arbizu se reunieron 65 vecinos y 87 en la vecina Etxarri Aranatz; en Bilbo, 110; en Lekeitio, 100; 135 en Zarautz; 32 en Mundaka; 42 en Lazkao; 260 en Iruñea y los mismos en Gasteiz; 90 en Hernani; 12 en Bera y 122 en Orereta.
Kirruli
Agentes de la Ertzaintza entraron ayer en la sociedad Kirruli del barrio bilbaino de Indautxu, donde requisaron las fotografías. Testigos denunciaron que registraron el local sin orden alguna y que identificaron y amenazaron a la gente que en ese momento se encontraba allí.
Menos de veinte personas no cuentan como concentración
Después de toda una semana plagada de prohibiciones gubernativas y judiciales de las muestras de solidaridad y de distintos actos en defensa de los derechos de los presos políticos vascos, los cuerpos policiales que operan en Euskal Herria también han intensificado su particular actuación.
Nunca hasta la fecha se habían visto vetadas de forma generalizada las encarteladas y protestas que la asociación de familiares de presos políticos vascos, Etxerat, lleva realizando desde hace décadas. Sin embargo, en una semana y con mandato de Madrid, han sido criminalizadas las de Donostia y Tafalla, y en otras localidades se han visto hostigadas con las decisiones arbitrarias de las FSE.
El jueves, la Policía española volvió a hacer acto de presencia en las distintas concentraciones de Iruñea. Mientras que en el barrio de la Txantrea se colocaron en cuatro grupos, formado cada uno por 19 personas, en el barrio de Donibane todo cambió cuando se llegó a esa cifra. Los policías se mantuvieron sin actuar hasta el instante en el que el grupo alcanzó la veintena de integrantes. Entonces, procedieron a reprimir la movilización, retirando la pancarta e identificando a los participantes.
Por su parte, la Ertzaintza, después de conocerse que Madrid ha imputado a cuatro ciudadanos navarros por negarse al parecer a retirar las fotos de los presos, se personó en la «herriko» de Getaria afirmando que se habría decretado su cierre, mostrando las esposas y amenazando con detener a quienes les solicitaron el correspondiente auto judicial. Al no conseguir engañar a los presentes, los agentes procedieron a su identificación y a la apertura de diligencias. Precisamente, en este contexto marcado por la cascada de imputaciones judiciales y actuaciones policiales, el diario «El País» publicaba ayer un artículo que recoge una gira por las «herriko taberna» de Donostia, explicando a sus lectores que cuentan con carteles, huchas y boletos de rifas.
En Gernika no hubo pregón de fiestas y la bajada de cuadrillas se hizo en silencio
El arranque de las fiestas de Gernika también estuvo marcado por la injerencia de la Audiencia Nacional española, después de que el jueves por la tarde el magistrado Eloy Velasco prohibiera el acto que da inicio a las fiestas por ser Etxerat y el equipo de rugby de la localidad los encargados de dar lectura al pregón. Así, las fiestas arrancaron sin pregón alguno y, como protesta al veto de Madrid, la tradicional bajada de las cuadrillas también se desarrolló en un primer momento en silencio, sin música de las comparsas, y entre gritos en denuncia de la situación que vive Euskal Herria y en favor de los derechos de los presos políticos.
La comisión de fiestas, que agrupa a numerosos movimientos populares, culturales y deportivos, es la encargada de diseñar todos los pormenores del programa festivo de la villa y decidió que en esta edición de las fiestas patronales fuera el Club de Rugby Gernika, por haber ascendido a División de Honor, y Etxerat, por el vigésimo aniversario de la dispersión, los escogidos para dar lectura al texto.
Sin embargo, en un hecho insólito y sin precedentes desde que Gernika recuperara sus fiestas populares, ha sido un juez del tribunal especial español quién ha tomado la última palabra en torno a quién puede y quién no puede felicitar las fiestas a sus convecinos.
En el auto emitido por Eloy Velasco, además de apuntar que Etxerat «justifica y ensalza la trayectoria terrorista de los presos de la banda», también se vetaba la palabra a Gernika Rugby Taldea indicando que suele exhibir carteles en favor de la repatriación de los presos en sus partidos.
La imposición de Madrid también generó momentos de tensión dentro del Ayuntamiento. La comisión de fiestas, la responsable del programa festivo, fue la primera en reunirse y abogó por que no hubiera ni pregón ni chupinazo. Éste estaba previsto para las nueve de la noche, y poco antes un integrante de la comisión de fiestas pretendía tomar la palabra para denunciar la injerencia de la Audiencia Nacional española e informar a los gernikarras de la decisión adoptada.
La iniciativa de la comisión festiva no fue respetada por la mayoría del Consistorio, ya que en el pleno extraordinario que tuvo lugar momentos después todas las formaciones excepto los concejales de la izquierda abertzale -EA, que ostenta la alcaldía, PNV y Aralar-, decidieron que, por encima de la pretensión popular, el chupinazo sí sería lanzado por el alcalde, como así se haría después.
La Policía Municipal ni si quiera dejó pasar a los portavoces de la comisión de fiestas, por lo que se vivieron momentos de tensión.
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