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lunes, 10 de noviembre de 2025

Entrevista a John Finucane

Naiz da seguimiento a la estela dejada por el conflicto que mantiene enfrentado al pueblo irlandés con el imperialismo inglés con esta entrevista a John Finucane:


«El conflicto en Irlanda es una herida profunda que no se cura con tiritas»

John Finucane | Abogado, exalcalde de Belfast y diputado en Westminster | En 1989, pistoleros paramilitares, en connivencia con los servicios secretos británicos, mataron a su padre, Pat Finucane. Su hijo John (Belfast, 1980) es un referente en la defensa de la memoria y la verdad. En 2019 se convirtió en alcalde de su ciudad. Posteriormente, fue elegido diputado.

Mikel Zubimendi

John Finucane llegó empapado al Colegio de Médicos, donde participó en la conferencia que organizó la Red de Personas Torturadas de Nafarroa. Antes de tomar la palabra, y tras secarse, atendió gustoso a NAIZ. Alto y fibroso, ha sido portero y capitán del club de fútbol gaélico Lámh Dhearg GAC, y reconoce ser una persona «de muy mal perder».

Cuando tenía ocho años, un escuadrón de la muerte unionista mató a su padre, el abogado Pat Finucane. Este tenía hermanos en el IRA, había defendido a republicanos, pero también a varios unionistas en el bufete que fundó. Irrumpieron a mazazos en la casa familiar. Pat Finucane se levantó y corrió hacia la puerta de cristal, pero una bala lo hizo retroceder. Otra alcanzó a su esposa, Geraldine, en el tobillo. En total se dispararon 14 tiros; 12 de ellos impactaron en la cabeza de su padre.

Tres décadas después, John se convirtió en alcalde de Belfast. Durante este tiempo ha compaginado la búsqueda de respuestas con su labor como abogado y político.

El atentado contra su padre es el caso que sucesivos gobiernos más se han resistido a investigar. 35 años de investigaciones tras informe y de informes tras investigación.

Como familia nos hemos estado haciendo preguntas desde el día siguiente al asesinato de mi padre, en 1989. Hasta ese fatídico día, había recibido muchísimas amenazas, y semanas antes un ministro hizo una declaración en la que le puso una diana. Le dispararon catorce veces enfrente mío, de mi hermano, mi hermana y de mi madre, mientras disfrutábamos de la cena del domingo.

Como familia siempre hemos tenido razones para hacernos preguntas, para sostener una campaña que ya dura 36 años y medio. Ha habido momentos importantes en el camino. La razón por la que seguíamos haciendo preguntas es porque había una política del Gobierno, no solo de matar, sino de negar su participación, de suprimir la verdad. Y no teníamos nada que alcanzara los mínimos estándares, sean domésticos o internacionales, que una investigación seria debiera tener.

David Cameron, ex primer ministro británico, pidió disculpas en público y en privado a su familia, pero siguen abogando por una investigación pública exhaustiva.

En todas las investigaciones que se han hecho, ni yo ni mi familia hemos podido participar. No teníamos derecho a mirar documentos, a preguntar directamente, siempre era alguien que los miraba por nosotros. Hemos demandado tener derecho a analizar documentos, derecho a preguntar directamente a través de nuestros representantes legales, a tener la opción de interrogar en el estrado de testigos a un ministro, a un oficial de Policía, a un miembro del servicio de Inteligencia…

La disculpa de Cameron en privado a nuestra familia y en público para todo el mundo fue muy significativa, confirmó que la colusión del Estado con los escuadrones unionistas es un hecho. Una disculpa es importante, pero hasta cierto punto. Debemos saber exactamente qué pasó.

Porque no se trata solo de la muerte a tiros de una persona. Lo que han hecho durante estas décadas no fue solo para proteger lo que hicieron en una sola ocasión.

Eso es. Esto no va de un nombre o de una vida arrebatada. Si fuera así, podrías explicarlo en términos de individuos que actuaron mal, pero no se trata de un sistema que falló, no. El sistema estaba diseñado para atacar a la gente que querían atacar.

¿Por qué creo que nuestro caso se encontró con tanta resistencia? Porque hay evidencias naturales que llevan a la Policía, al MI5 [la Inteligencia británica], al Ejército, y también al mundo de la política. Creo que nuestras llaves abrían las puertas de todos esos mundos, de Downing Street, lo que hacía muy difícil al Gobierno británico decir «quizás hubo uno o dos policías que actuaron mal».

Hubo colusión entre la inteligencia militar y los escuadrones de la muerte. ¿Quién dio la orden? ¿Hasta dónde llega la responsabilidad criminal?

Lo que sabemos es que tres semanas antes de su muerte, un ministro habló en Westminster y dijo que había «abogados que simpatizaban con el IRA». En 1989 la situación era muy diferente a la de 2025, ahora hay un montón de abogados en Belfast, pero entonces se podían contar con los dedos de una mano. Era un oficio de altísimo riesgo. ¿Por qué dijo ese ministro eso? ¿Quién le informó? Sabemos que fue informado por altos mandos de la RUC [Policía británica en el norte de Irlanda hasta 2021]. Sabemos, gracias a una investigación llevada por un juez retirado del Tribunal Supremo de Canadá, que vio documentos sellados con el mensaje «a la atención del gabinete»… Tenemos muchos elementos, pero la respuesta corta es que no sabemos hasta dónde llega la responsabilidad.

Tenemos sospechas, pero como familia tenemos el deber no solo de satisfacer nuestro deseo de verdad, sino de asegurarnos que nunca más vuelva a ocurrir.

Hablemos del Legacy Act, ese intento de enterrar la verdad, que es un deseo humano y una necesidad muy profunda.

Cuando hablo de víctimas no me refiero solo a las de las fuerzas británicas. Los republicanos infligieron daño y sufrimiento, también los unionistas. Como abogado o como representante político, me acerco al tema de las víctimas siempre con una idea: no debe haber jerarquía, mis derechos deben valer para todo el mundo, nadie está por encima de nadie. Y lo que intentó el anterior Gobierno conservador en Londres fue cimentar esa jerarquía, que cierta gente merecía más que otra. Eso generó mucho dolor, y tuvo la capacidad única de unir a todos y cada uno de los partidos de la isla en contra. Mi madre siempre dice que nuestro conflicto es una herida profunda que no se cura con tiritas, porque si lo haces se infectará, y será bastante peor. Tienes que ir al fondo, es doloroso, pero es la única vía para sanar. Con el legado pasa igual.

Fue alcalde Belfast por el Sinn Féin, y quiso ser alcalde de todos, por encima del verde o el naranja, del pasado o el presente, interactuando con unionistas y monárquicos.

Todo el mundo trae su experiencia y vivencia personal a sus responsabilidades. Mi madre nació en un barrio de clase media unionista, mi padre en un barrio nacionalista de clase obrera, se conocieron en Dublín, en la universidad, y si no seguramente jamás se hubieran conocido. Conozco muchas vivencias y partes de Belfast. Estoy muy orgulloso de mi ciudad, es muy vibrante, con mucha positividad, que no ve la vida solo en dos colores, verde o naranja. Mis padres eran de Belfast, he criado a mis hijos allí, y todavía me sorprendo con la ciudad. Puedo juntarme con alguien de la Casa Real británica o de la comunidad unionista, porque lo hago desde una posición de confianza. No creo que me haga menos republicano mostrar respeto a esa gente de mi ciudad, con la que quiero construir un nuevo país.

¿Una Irlanda libre y unida es una aspiración lejana?

Irlanda está cambiando. En el norte, la era de la mayoría unionista ha terminado. Antes era impensable. Ya no. No solo es el ascenso del Sinn Féin como el partido más grande de la Asamblea, en los ayuntamientos o el nombramiento de Michelle O’Neill como primera ministra, que en sí son hitos históricos. Es la creciente convergencia entre el norte y el sur. Las realidades económicas, las aspiraciones políticas y las experiencias de vida de las personas a ambos lados de la frontera están más alineadas que nunca. Hay una fuerza, es el momento de ir hacia algo diferente, y no solo entre los republicanos. Mucha gente que antes no se decantaba sobre si quería ser gobernado desde Londres o Dublín, cuando vieron el Brexit en 2016, donde decidieron los ingleses y no los irlandeses, empezó a cuestionarse cosas. «Quiero algo diferente», dicen. Esta conversación ha cogido una fuerza extraordinaria.

La unidad no vendrá por accidente, hay que construirla.

Absolutamente. Esto va mucho más allá del Sinn Féin, de poner una grapa en el norte y otra en el sur, va de construir un nuevo país. Si eres serio cuando hablas de construcción nacional, tienes que enfocar esa conversación con madurez, con responsabilidad. Es un ejercicio en el que estamos inmersos, también internacionalmente, con toda la gente que quiere preservar el Acuerdo de Viernes Santo, porque ahí está el camino para un referéndum. Y no solo es Londres, el Gobierno irlandés también tiene que hacer más, no esconder la cabeza bajo la arena, porque eso no es liderazgo, es abdicación.





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