No hay mentira más vil que aquella que dice que Francisco Franco no colaboró con Hitler y Mussolini durante la Segunda Guerra Mundial.
A qué punto habrá colaborado que inclusive Hitler se encargó de exterminar a los adversarios políticos de Franco.
Y como no podría ser de otra manera, entre esos adversarios al franquismo, había centenares de vascos, vascos que fueron enviados a los campos de la muerte instalados por el nazismo en distintos puntos de Europa.
O sea que, el bombardeo a Otxandiano, Durango, Gernika y otras localidades vascas no fueron los únicos crímenes cometidos por el fascismo alemán en contra del pueblo vasco.
Lo anterior, dimensiona la gesta de los milicianos que conformaron el Batallón Gernika que participara tan activamente en la eliminación de las bolsas de resistencia nazi en el suroeste del estado francés.
De eso nos habla este reportaje publicado en el Diario Vasco:
El informe del Instituto Vasco de la Memoria Gogora identifica a otros 67 internados, que se suman a los 186 reconocidos hasta ahoraAlberto MoyanoUn total de 253 ciudadanos vascos fueron deportados a los campos de concentración nazis entre 1940 y 1945, según un informe del Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos Gogora. El estudio eleva en un 27% la cifra de 186 vascos deportados que de forma oficial estaba reconocida hasta ahora. De los 253, 125 sobrevivieron a la experiencia concentracionaria y 113 murieron, mientras que permanece sin aclarar el destino de otros quince deportados vascos. El trabajo señala que de los 140 supervivientes, fueron muchos los que murieron en las fechas inmediatamente posteriores a su liberación o años después debido a las secuelas de su internamiento en los campos.El informe de Gogora, elaborado por el licenciado en Historia Etxahun Galparsoro y Josu Chueca, doctor en Historia Contemporánea y profesor del Departamento de Historia de Contemporánea en la UPV/EHU, se dio a conocer ayer, víspera del 75 aniversario de la liberación del campo de concentración de Mauthausen. Allí, fueron confinados la mayor parte de los deportados españoles y la mitad de los vascos. En este campo situado cerca de la ciudad austríaca de Linz murieron el 65% de los ciudadanos de Euskadi fallecidos en la deportación. Este nuevo estudio incluye en la categoría de «deportados vascos» tanto a los nacidos en Euskadi como a los que habiéndolo hecho en otras partes de España vinieron a trabajar al País Vasco antes de la Guerra Civil. También se incluye a los navarros, ya que así los consideró el Gobierno Vasco en el exilio a la hora de distribuir su asistencia. «Recibieron algo de ropa y algunas ayudas. No muchas, lo que había». En cuanto al concepto de «deportado» describe la categoría comúnmente aceptada para referirse a cualquier persona que fuera internada en los campos y cárceles de la Europa ocupada por el Tercer Reich.De los 253 deportados vascos, 77 eran guipuzcoanos, de los cuales murieron 31. Además, el informe publicado ayer también constata la existencia de diez deportadas vascas -en casi todos los casos por su colaboración con la resistencia francesa-: ocho fueron a parar al campo de Ravensbrück y las otros dos a Auschwitz. Cuatro sobrevivieron, otras cuatro fallecieron y las otras dos constan como desaparecidas.Un censo casi completoEtxahun Galparasoro, que el pasado año publicó 'Bilbao en Mauthasen' (Ed. Crítica), considera «muy posible» que en el transcurso de futuras investigaciones se identifique a algunos otros deportados vascos, «pero cuatro o cinco, no más. A ver, tengo controlado un grupo de cuarenta personas que dicen haber sido deportadas, pero sobre los que no he encontrado ningún rastro de que eso haya sido así en años de investigación», señala el investigador. En su opinión, el estudio «aporta un contexto, que en Euskadi no lo teníamos muy claro, y por otra parte, hasta ahora sabíamos oficialmente que había 186 deportados vascos». Con este nuevo estudio pasan a 253 los censados. El censo oficial es el que figura en el Libro Memorial realizado en 2006 por el historiador Benito Bermejo por encargo del Ministerio de Cultura. «Está muy bien hecho, pero la clasificación está realizada según el lugar de nacimiento, lo cual deja fuera del ámbito vasco a muchos emigrantes que habían venido a trabajar a Euskadi antes de la Guerra Civil». Sin embargo, no proceden de ahí la mayor parte de los 67 deportados identificados ahora, sino de las investigaciones de los autores. «Ya sabíamos que esos 186 eran pocos y que tenía que haber más», pero «es como buscar agujas en un pajar. No hay listas elaboradas. Se encuentran deportados sueltos, a base de revisar listados». Galparsoro cree que este incremento en el censo de deportados vascos refuerza la tesis de que en el conjunto de España también puede superar los 8.800 reconocidos oficialmente. «Los propios deportados ya calculaban que la cifra real superaría los 10.000 y el incremento registrado en nuestra investigación apunta a que puede ser una estimación correcta».De diversas ideologíasSobre la militancia política de la mayor parte de los deportados vascos, Etxahun Galparsoro explica que el estudio distingue dos fases -de 1940 a 1942 y de 1942 a 1945- «y resulta muy llamativo que en la primera no hay deportados del PNV y en cambio, muchísimos de la CNT y el PCE. El motivo puede ser que tras la Guerra Civil el PNV tenía montadas sus redes de solidaridad y envió a la gente a América, mientras que cenetistas y comunistas quedaron quizás más desamparados». Por el contrario, en la segunda fase «sí que hay gente del PNV porque se involucraron en las redes de resistencia tras la ocupación de Francia». En comparación con las registradas en otras zonas de España, la cifra de deportados vascos «no es especialmente alta porque el transcurso de la Guerra Civil fue distinto -señala el historiador-. Claro que hay muchos más catalanes y aragoneses, pero por el propio desarrollo de la Guerra Civil y del exilio, ya que muchos vascos marcharon a América».En su nota de ayer, Gogora recalca que este informe tiene como objetivo principal esclarecer la deportación de los vascos «para favorecer la reparación moral de las víctimas (...) De esta forma, se pretende recuperar del olvido la memoria de las víctimas de la deportación y contribuir a que formen parte de la memoria colectiva de la sociedad vasca».
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