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miércoles, 4 de diciembre de 2019

¿Máxima Condecoración?

Lo ha entregado la kalendari sociata María Chivite y se ha premiado a una organización que vela por los derechos de personas con daño cerebral.

Pues bien, Aritz Intxusta nos cuenta un poco más acerca de esta condecoración en este artículo dado a conocer por Naiz:


Adacen es el último nombre que se suma a la lista de galardonados con «la máxima condecoración que entrega Navarra». Sin embargo, el listado de medallas doradas es tan bizarro que pone en cuestión que este honor sea «lo máximo».

Aritz Itxusta

Empezando por el principio, el primer condecorado con la Medalla de Oro fue Francisco Franco, allá por el 74. Al Caudillo se le tuvo que quitar, por vergüenza ajena, en el año 2015. Mientras gobernó UPN daba igual. A partir de ahí, el cóctel ha sido brutal. Comparten el honor el escultor Jorge Oteiza, el rey español emérito y su esposa, Barandiaran, las Hermanitas de la Caridad y –¡cómo no!– Miguel Indurain, el Papa Juan Pablo II y la Volkswagen. Que, para UPN, son algo así como la Santísima Trinidad.

El último galardón de la etapa de Barcina trajo un cisco monumental. Fue una medalla compartida entre el constructor de Los Caídos (Félix Huarte) y Miguel Javier Urmeneta (que empezó su periplo en la División Azul y acabó bien cerca de la izquierda abertzale). A la gente le pareció ya una tomadura de pelo, una ignominia para los republicanos, y salió a la calle. A Barcina le dio igual.

A decir verdad, la indignación podría haberse desatado mucho antes. Cuando se le entregó la medalla, por ejemplo, al padre de Juan Carlos de Borbón, que lo poco que hizo en Nafarroa fue morirse en una de las habitaciones del hospital del Opus (debió de fenecer maravillosamente, pues le impusieron la póstuma condecoración ese mismo año, el 93). O cuando se le dio al unísono a la CEN y a CCOO y UGT, o a los Salesianos...

En 2015, Gobierno de Barkos, además de cepillarse la medalla a Franco, trató de corregir la deriva absurda y cortijil que había llevado este galardón girando la orientación del premio y así llegaron los premios pacíficos a Jimeno Jurío y Pedro Miguel Etxenike.

Barkos se calentó en 2017 y decidió entregar el premio al trío que creó la bandera de Nafarroa, aquellos pioneros en despertar la historia del Reino, el orgullo navarro y todo eso. Esa medalla la compartieron, por tanto, Campión, Altadill y Hermilio de Olóriz. Parecía una jugada brillante, pues apelaba a un tiempo en el que el navarrismo estaba aún por dividirse, a un punto de encuentro donde podría reconocerse todo el mundo. Al poco, una rama navarrista se orientaría hacia el vasquismo y la otra rama se quedó enterrada en el tradicional conservadurismo español para trasnformarse después, con el golpe y Franco, en fascismo. Cosa que explica que la primera Medalla de Oro fuera la de Franco del 74.

Obviamente, esta jugada de Altadill, Olóriz y Campión no la entendió ni Cristo. Así que, pragmáticamente, Barkos decidió que ya valía de jugar con la medallita de marras. Por ello, se creó un comité de expertos para que sugiriera al Gobierno una terna entre personas e instituciones destacadas por su trabajo en pro de la sociedad. Es decir, descafeinó del todo el galardón.

En 2018, el premio se lo llevó Saray por la lucha contra el cáncer de mama. Y, en esta ocasión, Adacen, una asociación que vela por las personas que padecen de alguna enfermedad mental. Y, sin duda, ambas son asociaciones que merecen reconocimiento.

Visto lo anterior, parece buena opción limitar la dedocracia en la elección de candidatos. La duda es si no hubiera sido mejor cambiarle el nombre al premio. Más que nada, por hacer borrón y cuenta nueva.







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