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jueves, 19 de diciembre de 2019

Un Cínico de Apellido Gallone

Gracias al ciberactivismo en Facebook nos hemos venido a enterar de esto sucedido en horas recientes que nos relata la página Tiempo Argentino:


Se llama Carlos Enrique Gallone y se lo recuerda por la foto en que abraza a una de las Madres de Plaza de Mayo que reclamaba desesperada que les devuelvan a sus hijos. Esta semana recibió una pena de 25 años de prisión como coautor de violación, abuso deshonesto, secuestros y tormentos agravados.

Marcelo Bianco

La imagen recorrió el mundo y fue utilizada por la dictadura para resaltar el “costado humano” de las fuerzas de seguridad que en silencio llevaban adelante el peor genocidio de la historia argentina. Carlos Enrique Gallone era uno de los tantos integrantes de la Policía Federal que intimidaban a las Madres de Plaza de Mayo en sus marchas de todos los jueves frente a la Casa de Gobierno, para suplicar por el paradero de sus hijos detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Era comisario inspector.

La perversidad de Gallone era la de todo el sistema de terrorismo de Estado. Aquella tarde prestó su pecho vacío y sus manos manchadas de sangre para abrazar a una madre en llanto.

La causa “Gallone, Carlos Enrique y otros s/homicidio agravado, privación ilegal de la libertad” tuvo su veredicto final esta semana, cuando el Tribunal Oral Federal N°6 leyó las sentencias por los crímenes cometidos contra 67 personas, de las cuales 15 continúan desaparecidas. Los jueces Julio Panelo, José Martínez Sobrino y Fernando Canero condenaron por homicidio a Eduardo Norberto Comesaña y a Raúl Guglielmineti a la pena de prisión perpetua. Carlos Enrique Gallone recibió la pena de 25 años -unificada en perpetua por sus condenas en causas anteriores-, como coautor de violación, abuso deshonesto, secuestros y tormentos agravados. A Fausto José Mingorance, a 10 años, a Rafael Oscar Romero y a Juan Manuel Grosso, a 7 años, por privaciones ilegales de la libertad y tormentos agravados. Los hechos ocurrieron en el centro clandestino conocido como Superintendencia de Seguridad Federal -o Coordinación Federal-, que funcionaba en Moreno 1417, en la ciudad de Buenos Aires.

Durante el último tramo del juicio, la fiscal Ángeles Ramos logró que el tribunal ampliara la acusación por “delitos sexuales”, claramente acreditados durante el debate. La fiscal argumentó que como integrantes de las denominadas “patotas”, los imputados “secuestraban a las víctimas e intervenían en la aplicación de tormentos conociendo la persecución política de quienes estaban cautivos en el centro clandestino de detención Coordinación Federal. Todos estos elementos integran el delito continuado que se les atribuye. Asimismo, el Ministerio Público Fiscal le atribuyó responsabilidad a Gallone en agresiones sexuales que provocaron otras lesiones a bienes jurídicos de las víctimas que estaban bajo su dominio”, explica el sitio fiscales.gob.ar.

Además, “Ramos consideró que durante el juicio también se detectaron y confirmaron -mediante detalles y datos que antes del debate no se tenían- casos de específicas acciones de agresión sexual bajo la forma de abusos sexuales y violaciones cometidas dentro del centro clandestino Coordinación Federal. Sobre ese aspecto, la fiscal destacó que las víctimas pudieron durante el juicio contar sus vivencias en un claro acto de demanda de justicia. Ello permitió ubicar a Galloneentre sus responsables en razón del dominio que tenía sobre el centro clandestino, los autores de los hechos y las ocho víctimas, según se precisó. La fiscal le sugirió al Tribunal que tenga una mirada de género acorde a las recomendaciones internacionales”.

Hace unos años, en la causa conocida como La Masacre de Fátima, Carlos Enrique Gallone habló de aquella tarde de la foto emblemática. Contó que prestaba servicio para la Comisaría 4ª y que le asignaron “cuidar a las Madres de Plaza de Mayo, a las viejitas, abuelitas que los jueves daban vueltas”. Contó también que acompañó a Adolfo Pérez Ezquivel hasta la mesa de entrada de la Casa de Gobierno para que entregue un petitorio. Y recordó que cuando volvió a la Plaza, “una anciana me dijo 'gracias hijo' y se puso a llorar en mi pecho”.  Pero lo más llamativo del testimonio de Gallone fue cuando confesó lo que pasó algunos días después: “La gente que me quería me dijo que esa foto iba a ser la desgracia de mi vida”.






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