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domingo, 15 de diciembre de 2019

Cronopiando | La Furgoneta Amarilla

Tomemos un receso del trajín diario y de la mano de Koldo Campos recordemos el sentido de ser humanos:

La furgoneta amarilla

Koldo Campos Sagaseta | Cronopiando

Conmigo esperando en la estación, el tren en el que venían María y Xara desde Madrid llegó con una hora de retraso a Zumarraga y la demora provocó que perdiéramos el autobús que nos traería a los tres a Azkoitia, a casi media hora de distancia en coche. María y Xara son dos entrañables amigas y, entre esperar hora y media a otro autobús y coger un taxi, optamos por hacer autostop. Pronto se haría de noche pero tres minutos bastaron para que una furgoneta amarilla se detuviera.

-¿A dónde vais? Era una joven pareja a cuatro meses de cuentas para ser un trío y que nos invitó a sentarnos en la cautivadora sala de estar en que habían convertido la furgoneta. Nunca se me había hecho tan corto el trayecto. La pareja aún era más encantadora que la hippiesca furgoneta amarilla. Hablamos de la vida, del mundo, de lo poco que se hace dedo y de lo insólito que resulta que una pareja de Zumarraga que volvía a su pueblo tras visitar a un familiar en un caserío vecino, recoja a tres desconocidos y, sin más, se decida a llevarlos hasta su destino, porque sí, porque estamos vivos.

Tanto se habló que ni tiempo quedó para los nombres. Sé que él producía un CD “A Fuego lento”, que en la sala de estar de la furgoneta amarilla ya debe haber una cuna, y que si no conté antes esta entrañable crónica fue porque temía que nadie me creyera.

(Preso politikoak aske)






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