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viernes, 26 de abril de 2019

Imagine No es Pacifista

Un John Lennon radical no era de uso para el sistema, al contrario, se había convertido en un auténtico problema pues se corría el peligro de que ya no pudiera seguir siendo utilizado para manipular a las masas, tal como se hizo recientemente en el concierto escuálido en Cúcuta.

De eso nos habla este reportaje de Granma:


Lennon, tras la separación de los Beatles, se radicalizó y terminó transformándose en un símbolo muy difícil de digerir para la derecha yanqui. No podían comprarlo ni silenciarlo

Abel Prieto

La maquinaria hegemónica de dominación cultural ha trabajado eficientemente para mutilar y absorber la herejía. Muchos emblemas de la rebeldía de los 60 han sido convertidos en «modas», en mercancías, vaciados ya de su sentido transgresor. En estos casos, a la ganancia derivada de la venta de artículos a nostálgicos, hippies jubilados y coleccionistas se suma la ganancia ideológica de presentar atributos vinculados a antiguos «rebeldes» como souvenirs de gente arrepentida e integrada al sistema.

Lennon, tras la separación de los Beatles, se radicalizó y terminó transformándose en un símbolo muy difícil de digerir para la derecha yanqui. No podían comprarlo ni silenciarlo. Se opuso con su obra y su palabra al genocidio en Vietnam; denunció el racismo en EE.UU., en Sudáfrica, en todas partes; protestó contra los crímenes, injusticias y mentiras del sistema; y defendió los derechos de la mujer y muchas causas justas de este mundo.

Nixon lo convirtió en el enemigo público número uno de los EE.UU. Lanzó tras Lennon y su esposa Yoko a la jauría del temible Hoover, director del fbi, quien dio indicaciones precisas a sus agentes. Debían escuchar las conversaciones telefónicas del matrimonio, espiarlos día y noche y hasta «plantar» drogas en lugares que frecuentaban para preparar con esta artimaña el escenario de «una redada imprevista».

Los recursos más sucios estaban permitidos para actuar contra ellos. Años después del asesinato de Lennon, se revelaría que el fbi había recopilado más de 280 páginas de archivos acerca del músico, incluidas las letras de sus canciones.

La persecución se intensificó en 1972, ante rumores de una posible gira de Lennon contra la guerra de Vietnam. A Nixon lo angustiaba su influjo sobre alrededor de 11 millones de nuevos votantes (era el primer año en que los jóvenes de 18 años podían votar) e hizo lo imposible para desacreditar y deportar al músico y a su esposa, como demuestra el documental The U.S. vs. John Lennon.

Casi medio siglo más tarde, los herederos de Nixon y de Hoover ultrajan la memoria de Lennon. El concierto «Venezuela Aid Live» del pasado 22 de febrero (uno de los performances mediáticos de la operación para introducir «ayuda humanitaria» en Venezuela y justificar la intervención militar) finalizó con Imagine, interpretada por el colombiano Fonseca. A Almagro, emocionado, se le salieron las lágrimas.

Un periodista escribió: «El ídolo de multitudes y pacifista, el ex-Beatle John Lennon, estuvo presente en el gran concierto que se realizó este viernes en Cúcuta, gracias a la interpretación, al cierre, de su himno de paz mundial». Se equivocó doblemente: por un lado, Lennon ni estuvo ni hubiera estado presente jamás, bajo ninguna circunstancia, en un show donde se concentró tanta mediocridad artística, politiquera y ética, tanta doblez, tanta sumisión al poder del dinero y del imperio; por otro, Imagine es más, muchísimo más, que un «himno de paz mundial».

Lennon defendió la paz, sí, pero no en abstracto; sino como un derecho del pueblo vietnamita y de todas las víctimas de la implacable y violenta represión del sistema. En cuanto a la canción misma, no olvidemos sus versos. «Imagina que no hay posesiones», dice, y nos invita a soñar con un mundo «sin codicia ni hambre», unido en una limpia fraternidad humana, sin fronteras ni guerras ni desigualdades ni odios. Ningún «famoso» con los bolsillos llenos y el alma vacía, ningún alcahuete de los yanquis, ningún politiquero corrupto, puede escucharla sin asustarse. La utopía de Imagine es demasiado radical y avanzada para que la tropa de «Venezuela Aid Live» sea capaz de asimilarla.

Los «famosos» invitaron a Almagro a subir al escenario y, entre una canción y otra, ofendieron al pueblo bolivariano. Fue un espectáculo indigno, cínico, donde se hablaba de «paz» y «altruismo» ante la supuesta «crisis humanitaria» que sufría Venezuela y se agredía al propio tiempo la soberanía del país, su integridad territorial, la autoridad de su gobierno legítimo. Más tarde, como sabemos, se conoció que los camiones cargados de «ayuda humanitaria» traían en realidad equipamiento para «Guarimbas».

Hoy el imperio emplea los recursos más sucios contra Venezuela, contra Cuba, contra Nuestra América. Es inaceptable desde todos los puntos de vista que pretendan utilizar ahora a Lennon los representantes de la ultraderecha neofascista, los descendientes legítimos de sus perseguidores. Se trata de un símbolo que nos pertenece. Ni los «famosos» ni sus mecenas podrán apropiárselo.






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