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sábado, 30 de septiembre de 2017

¿Piedra, Papel o Tijera?

Abundando en el tema objeto de nuestra publicación anterior acerca de la ocupación de escuelas, colegios y centros sociales por parte de familias catalanas en vísperas de la cita con las urnas mañana domingo 1° de octubre, les presentamos este reportaje publicado en El Confidencial:


La escuela Enric Casassas de Sabadell organiza un maratón de actividades hasta el domingo noche. Los padres juegan al espejismo de decir que solo vienen a disfrutar con sus hijos

David Brunat

Es un juego bastante divertido. Algo así como el gato y el ratón. O jugar a ver quién parpadea antes. Ante cualquier referencia a la votación del domingo, los padres de la escuela primaria Enric Casassas de Sabadell (Barcelona) dicen "para, aquí no sabemos nada de eso. Hemos venido a jugar al piedra, papel o tijera". "Ya, pero el domingo esto será un colegio electoral y es obvio que acampáis aquí por eso", se les replica. "No, no", insisten con cara de total incomprensión. "El domingo disputamos las finales. Es que es un torneo muy largo, ¿sabes? Si de repente aparece aquí alguien con unas urnas y las pone sobre una mesa no se lo vamos a impedir, pero de eso no sabemos nada". Y ese juego dialéctico puede seguir si uno quiere hasta el infinito.

Esta escuela del centro de Sabadell es uno de los 2.315 colegios electorales que la Generalitat ha designado para la votación del domingo. Y es a la vez una de las cientos de escuelas que integran la plataforma Escoles Obertes, cuyo objetivo era que padres y vecinos tomasen los centros educativos desde el mismo viernes por la tarde para evitar que los Mossos d’Esquadra, o cualquier otro cuerpo policial, precintasen el recinto. Así lo hicieron en el Enric Casassas y en centros educativos de toda Cataluña, donde se calculan unos 60.000 voluntarios. En cuanto dieron las 16.30 horas, la estrecha puerta de entrada quedó abierta. A medianoche los padres la cerraron desde dentro y la idea era volverla a abrir a primera hora de la mañana. Y repetir la operación hasta el domingo por la noche.

"No sabemos cuándo va a terminar el torneo", dice un padre socarrón. "¿A las seis horas del domingo?", pregunta otro. "No, yo creo que durará hasta las ocho por lo menos. Entre la merienda y demás seguro que nos alargamos mucho", replica el primero. La traducción de este juego de espejismos es evidente: estarán atrincherados en la escuela hasta estar bien seguros de que se ha podido efectuar la votación y se llevan las urnas para el recuento.

¿Y si entra la policía, cuál es el plan? "Es que no hemos hablado de eso", indica Montse Viñas, miembro del AMPA y coordinadora del encierro. Nadie en el patio de la escuela se plantea ese escenario. "Supongo que vendrán, levantarán acta y se irán para no poner en riesgo la seguridad de las personas. Y si quieren sacarnos de la escuela, nos sentaremos pacíficamente en el suelo y nos negaremos. Nadie prevé un episodio de violencia, todos somos adultos ya como para saber dónde están los límites", afirma Roger Serra, uno de los padres.

En el patio del Enric Casassas hay decenas de niños corriendo como locos, padres charlando, madres preparando carteles con la agenda de actividades, más niños jugando con las pinturas, recortando papeles. Pero lo que no hay es un solo profesor. Tampoco está la directora. Ninguno quiere asumir riesgos. “Ellos han terminado su jornada laboral y se han ido a casa, como cada día", afirma Viñas. ¿Pero les han autorizado a dejar abierta la escuela? "No directamente. Propusimos al consejo escolar organizar un torneo de piedra, papel o tijera junto a un programa de actividades extraescolares y nadie puso ninguna pega. En el consejo hay un representante del Ayuntamiento y a todo el mundo le pareció bien", explica.

La idea de organizar un torneo de piedra, papel o tijera es quizá la más original de todas las iniciativas de Escoles Obertes y también la más irónica. El absurdo convertido en símbolo de protesta. "Creo que en Estados Unidos hay un torneo, pero diría que este va a ser el primero de Europa. Es algo único", dice Serra orgulloso. Al caer la tarde, los niños disputan las primeras partidas. Están encantados. Ninguno sospecha (o tal vez alguno sí) el verdadero motivo que les va a llevar a jugar sin parar durante 48 horas en el patio de su escuela.

- "¿Y por qué la gente va a dormir aquí?", pregunta una niña de unos cinco años frente a los sacos apilados en el vestíbulo.
- "Pues para vigilar", responde la madre.
- "¿Pero qué tienen que vigilar?", inquiere la hija.
- "Vigilarán para que el domingo podamos votar."
- "¿Votaremooos?", exclama la pequeña extrañada.

Es lógico plantearse qué van a hacer los padres con sus hijos si la insistencia de los agentes de policía por llevarse las urnas el domingo, o por desalojarlos este mismo sábado, les obliga a sentarse en el suelo como protesta. Pero ante ese escenario los padres tuercen el gesto. Su solo planteamiento les ofende. "Está muy claro que nadie va a poner en riesgo a los niños. No los usamos como escudos humanos ni nos los comemos crudos como cuentan algunos periódicos por ahí", protesta una madre.

"Los niños en principio no van a hacer noche en los pasillos del centro. Solo los adultos", subraya Viñas, del AMPA. Porque todos los presentes, aunque no quieran hablar de ello con un periodista, visualizan la posible irrupción de la policía y comentan en corrillos qué se debe hacer llegado el caso. "Me han dicho que un montón de jóvenes vendrán mañana (por hoy sábado) y quieren estar aquí el domingo de madrugada", dice una madre. "Necesitamos los teléfonos de toda la gente dispuesta a venir si aparece la policía para llamarles en cuanto se presenten", comenta otra.

Ese es el plan: en cuanto aparezca un coche patrulla, todo el mundo empezará a llamar a voluntarios para que vengan corriendo a hacerse fuertes en el patio. El volumen es la clave del éxito y lo saben. Lo ha reconocido el mismo 'major' Josep Lluís Trapero. Si en el colegio electoral hay tanta gente que intervenir puede implicar un riesgo para la seguridad, los Mossos abrirán diligencias y se marcharán.

Lo que comenzó como un "movimiento espontáneo" de padres deseosos de poner su grano de arena en favor del referéndum se convirtió, en apenas dos horas, en una estructura sólida, con un programa lleno de actividades hasta el domingo y varios coordinadores, incluida una nocturna, Salut, que se muestra "alucinada con la respuesta de los padres".

A las 21.00 el 'albergue' del Enric Casassas cuelga el cartel de completo. Calculan entre 30 y 50 huéspedes y no hay espacio para más sacos de dormir. "Id a otras escuelas, me han dicho que en algunas van un poco cortos de gente", aconseja la coordinadora a unos jóvenes. En un momento de la noche, dos responsables de Òmnium Cultural entran al vestíbulo y preguntan si todo anda bien, si necesitan algo.

"¿Pero el domingo votaréis, no?", se le pregunta a un padre en un nuevo asalto del juego del gato y el ratón. "Estaremos muy ocupados disputando las finales del torneo, pero si alguien pone unas urnas aquí en el patio y nos da una papeleta, pues hombre, ya que estamos aprovecharemos, ¿no?", vacila antes de guiñar un ojo.






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